347: Reunión (I)

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Qin Huaiyuan estaba mucho más delgado y sus mejillas barbudas se habían hundido. Sin embargo, su aura era aún más serena y más aguda que antes. El borde entre sus cejas era imposible de ignorar, incluso cuando estaba de buen humor.

Qin Yining sabía que su padre debió haber experimentado mucho en el mundo exterior durante este período de tiempo.

Una sonrisa suavizó el rostro del ex marqués cuando vio salir a su hija. Palmeó el hombro de su amada hija con una sonrisa.

—¡Sabía que estarías sana y salva!

Qin Yining le devolvió la sonrisa.

—Padre, ¿has estado bien? ¿Qué hay de mi madre?

—Tu madre está justo detrás de mí —Qin Huaiyuan sonrió.

La vieja señora se acercó a toda velocidad, ayudada por la segunda señora y Qin-mama.

—¡Meng’er! ¡Oh mi Meng’er! ¡Finalmente has vuelto! ¿Por qué desapareciste sin una palabra? ¡Vas a causar la muerte de tu pobre madre! —La matriarca Qin se abalanzó con un gemido y abrazó a Qin Huaiyuan con fuerza, sollozando sin parar y haciendo que los ojos de los espectadores se llenasen de lágrimas.

Inmediatamente se arrodilló frente a la vieja señora y respondió con una voz ligeramente temblorosa:

—Madre, todo es culpa de tu hijo no filial. Te hice preocupar. Puedes pegarme o maldecirme, pero por favor no te lastimes llorando demasiado.

La vieja señora negó repetidamente con la cabeza, fuera de sí por el llanto. Estaba abrazando a su hijo con tanta fuerza que no podía decir una sola palabra.

Una leve sonrisa cruzó el rostro de Qin Yining por ver la escena del reencuentro. Cuando recordó a Sun-shi, rápidamente se dio la vuelta y salió del patio

Tan pronto como salió, vió a Sun-shi envuelta en una gruesa capa con un gran cuello. Caminaba al lado de Cao Yuqing, seguida de Jin-mama y dos doncellas desconocidas. Todas cargaban con grandes bolsas.

—¡Madre! —ella gritó y se acercó para darle un abrazo de oso— ¡Madre! ¡Estás de vuelta!

Sun-shi devolvió el abrazo con la misma fuerza, su voz también entrecortada.

—Estoy de vuelta, estoy de vuelta. Estuve preocupada por ti todo este tiempo, pero tu padre dijo que, con tu inteligencia, seguramente aterrizarías de pie. ¡No me ha mentido bien! Estás sana y salva.

—¿Qué me pudo haber pasado, madre? ¡Estaba preocupado por tí! —Qin Yining tiró del brazo de Sun-shi para examinarla de cerca y ver si había perdido siquiera un cabello.

Eso hizo que Jin-mama se riera entre dientes.

—No se preocupe, cuarta señorita, la señora ha estado muy bien estos días.

Qin Yining asintió y luego se giró hacia Cao Yuqing. Ella mostró una sonrisa deslumbrante.

—¡Muchas gracias, concubina Cao!

Cao Yuqing había estado de pie en silencio a un lado, viendo cómo se reunían madre e hija. Algunos rastros de soledad y tristeza se habían infiltrado en su corazón, por lo que se sintió halagada por la iniciativa de Qin Yining de darle las gracias.

—No necesita agradecerme, cuarta señorita. Solo estaba haciendo lo que se suponía que debía hacer —Cao Yuqing sonrió gentilmente; su belleza eclipsaba todo a su alrededor.

Qin Yining negó con la cabeza ante esa respuesta.

—No importa cuál sea la razón, no escatimaste esfuerzos para salvar a mi padre y a mi madre cuando estuvimos en peligro. Lo vi ese día. Sin ti, mi padre y mi madre estarían en peligro.

El regreso de la golondrina [Parte 2]Where stories live. Discover now