32화

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Sabía por qué se escondía, Taehyung todavía soñaba con la sangre derramada alrededor. Había cedido en charola de plata la libertad de su alma como cambio por salvar a su hermana; no se lo había dicho a Jungkook, pero Erii estaba marcada por ese alfa. Vivo, jamás habría sido libre; junto a su muerte, desaparecía aquella atadura. No estaba orgulloso de su solución, pero fue mejor que quedarse sin hacer nada. Ojalá hubiesen sido así de fáciles las respuestas, al menos pareció ser suficiente para Jungkook. No soportaría tenerle lejos durante tanto tiempo, era lo más cercano al cielo que jamás podría conocer. Incluso tras su muerte, dudaba alcanzar el paraíso.

        Habían pasado gran parte de la mañana juntos; el omega consiguió huir con Taehyung durante la hora de almuerzo. Soonyoung intentó cuestionarle durante clase, pero se excusó con estudiar para los últimos exámenes. El invierno estaba a la vuelta del día, y con ello, otro semestre más concluido. Kim Taehyung prefirió intentar que Jungkook se olvidase de su compromiso esa noche. Podía sentir cuánto le aterraba presentarse frente al líder, más aún cuando no creía deberle ninguna explicación. Por más que intentó descubrir cómo planeaba ayudarle a zafarse de Mingyu, no obtuvo ninguna respuesta. Quizá ni siquiera tenía un plan aún, no le importaba, porque era suficiente con la esperanza de tenerle.

        Entonces, ahí estaba, abotonando su camisa mientras miraba a un desconocido reflejo en el espejo. Hace unos meses no se creía capaz de mentir, Jungkook siempre había sido un chico muy bocazas, según sus padres. Sin embargo, ahora, fingir era una labor del día a día. Quizá sería deshonroso, pero Jeon encuentra utilidad en esconderse ante los demás. Por tanto, regresa al mismo gesto neutral cuando escucha el timbre ser llamado. Debe ser Mingyu. Tarda poco más de dos minutos en bajar a atender; es sólo costumbre, pero ambos se saludan con un efímero beso en los labios. Es frío, distante, pero habría sido aún más extraño no suplir esa tradición. Jungkook ni siquiera pronuncia palabra cuando coge su abrigo y suben al vehículo, su novio tampoco tiene intención de hacer la plática. Ahora, no hay ningún secreto oculto de su relación; ambos sintonizan el mismo juego, están al tanto del papel que deben interpretar frente a la sociedad. Sin embargo, entre ellos, trata de una historia completamente diferente.

       —Espero te comportes frente al líder, Jungkook. No quiero problemas —advierte mientras estacionan en la mansión. Jeon no quiere saberse nervioso, pero sus manos están temblando por lo bajo.

        —No debes recordármelo —bufa, deshaciéndose del cinturón de seguridad y así bajar del vehículo. —Tampoco soy tu mascota, así que sé más amable. Entonces, te prometeré ser bueno —lanza su propio ultimátum, saliendo del coche para sonreír a las mucamas que esperan cual estatuas frente al enorme hogar. Jungkook sólo les regala una cordial reverencia, la cual ellas corresponden con sorpresa. Nadie prestaba mucha atención a su trabajo.

Jungkook entró a la mansión con el brazo enganchado al de Mingyu; todos ahí solían verles con admiración, el sueño de la clase más baja debería ser mantener relaciones de esa índole. Entre betas, era complicado tener una vida normal; al menos, en esta manada, era común que los servidores de más bajo rango, fuese betas. Claro, también había omegas, en pocas ocasiones alfas. Sin embargo, estos últimos, solían asemejar más a betas, puesto que al venir de parejas beta y omega —en su mayoría— tenían un rango sanguíneo inferior. Jungkook nunca fue consciente de la envidia y admiración brillando sobre sus ojos, hasta ese día. Debía ser un sueño llegar a ser como ellos, a nada de considerarse príncipes, seres "privilegiados". Aunque, ¿realmente lo eran? Ellos eran tratados como artesanías, los betas como esclavos; y al final, el líder era el único ganando poder, mientras ellos perdían albedrío.

       No obstante, se olvidó de aquellas estúpidas ideas, porque cuando estuvo en presencia del líder, reverenció en más de noventa grados. El respeto se alimentaba con su miedo, mientras escuchaba reír tan amigable a Kim Hyowoon, pero nada era divertido dentro de la situación; Jungkook no entendió, hasta ese momento, que el alfa junto a él estaba tan atrapado como él. Él lo supo, porque cuando sus manos chocaron al avanzar hacia el líder para saludar, él se sentía tan tenso como sí mismo. Incluso de esa forma, ambos sonrieron, dándole la mano al demonio que firmó su sentencia.

Through The MaskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora