39화

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El invierno había llegado, Jungkook lo sintió en todos sus huesos cuando despertó esa mañana, cobijas esparcidas por el suelo y un molesto escalofrío recorriendo desde la punta de sus pies. Nadie en todos sus sentidos se despertaría temprano un domingo; pero debe hacerlo, para alzar sus cobijas y cerrar la ventana. Lo olvidó anoche, quizá porque creyó que Taehyung podría llegar en cualquier momento. Claro, no fue así. Mientras volvía a la cama, pensó que ahora debía sacar los abrigos del fondo de su armario, quizá iría otra vez al centro comercial para comprar chocolate y otras chucherías. Incluso podría llamar a Hoshi y Bambam, sonaba bien una pijamada, más con ese feo clima.

      Odiaba el invierno, casi tanto como odiaba al líder de esa manada y que Kim Taehyung no respondiese sus mensaje. No lo había vuelto a hacer, desde la noche anterior. En realidad, existía una larga lista de cosas que Jungkook odiaba. Quizá sólo Soonyoung supiese apenas un cuarto de ella, tal vez más. Revisa su teléfono, pero el omega peligris tampoco le ha contestado. Quizá seguía dormido, Jungkook supo que regresó cansado del supermercado, o eso le había dicho. Termina por salir de la cama, un baño caliente deberá subirle un poco de energía. Sí, ese es un excelente plan.

        Su lobezno está inquieto, seguro porque Taehyung parece estarle ignorando. ¿Por qué siempre se hacía el misterioso? Ya no más secretos, ese había sido el trato. No que quisiera saber qué hacía todo el tiempo, era curioso por naturaleza. Ni siquiera puede disfrutar su baño, hay cierta incomodidad paseando en su espina dorsal. Nada le sale bien esa mañana; es invierno, su baño fue incómodo y se le quemaron sus preciadas tostadas, ahora saben a mermelada de fresa y carbón. ¿La Luna conspira en su contra? Nunca pensó que Taehyung podría hacerle tanta falta, o quizá sólo es su consciencia de que no está. Sí, mantenerse ocupado era la clave, se dice. No obstante, cuando planea sentarse a leer para distraerse, suena el móvil. Tiene la esperanza de que sea Taehyung, incluso Hoshi; pero no, sólo es Bambam. Suspira, resignado.

       —¿Qué sucede? —cuestiona, quizá de mal humor. Intenta acomodarse el suéter que lleva, creer que está mal puesto causa cierta ansiedad en él. Sin embargo, detiene sus movimientos cuando escucha silencio al otro lado de la línea. —¿Bambam?

       —Jungkookie... —su voz se corta, los sentidos del omega despiertan con un suave gruñido. En ese instante, parece ser consciente hasta del insecto tratando de atravesar su ventana.

       —¿Estás bien? —traga saliva, nervioso de contestar. Quisiera cortar la llamada y fingir que, sea lo que sea, las palabras de su amigo pelirrojo no serán una buena noticia.

       —Es... Es Hoshi —no hay más sangre corriendo a través de sus venas, porque el estómago ha absorbido todo para darle un nauseabundo retortijon. —Está ahora en el hospital.

       —¿Qué?

       —Alguien lo atacó anoche, lo encontraron a tiempo, pero... Jungkook, Hoshi está en terapia intensiva ahora mismo.

        —No—dejó el libro de lado, sintiendo que el celular se caería en cualquier momento, sus manos apenas podían sostenerse por sí mismas. —Bambam, no, es imposible. Él me mandó un mensaje anoche, estaba bien. Estaba en casa, ¿cómo podían haberlo...? No, estás bromeando.

       Pero, no debía serlo, si el mismo Bambam estaba ocupando toda su fuerza de voluntad para no romperse contra la línea telefónica.

       —Lo siento, Jungkook. Está muy grave, le hicieron mucho daño. Tienes que venir, por favor —suplicó con un hilo de voz, pero no recibió respuesta. Jungkook dejó caer el móvil, haciendo que se estrellase contra su pulcro suelo, ahora manchado de lágrimas.

Through The MaskWhere stories live. Discover now