44화

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Sus padres tenían una perfecta vida planeada. Jungkook había escuchado la historia, cientos de veces; desde el día en que se conocieron, no daban ningún paso en falso. Al inicio, Jungkook en verdad admiraba todo aquel amor que profesaban; hacían todo juntos, más aún desde que consiguieron abrir ese restaurante en Seoul. Sin embargo, el menor de sus hijos se preguntaba constantemente por qué dentro de su amor no había lugar para Hyuna, o para él. Su padre era un hombre respetable; protector, amable y se esforzaba por mejorar, aunque quizá fuese un poco anticuado. En cuanto a su madre, una mujer con días buenos y malos; Jungkook amaba todos los buenos, porque era divertida y espontánea. Bueno, al menos, así fue cuando todavía se trataba de un pequeño; todo cambió cuando Hyuna se presentó como omega, empeoró al saberse destinada del heredero.

       Los Jeon forjaron un lazo más cercano con el líder, quien les propuso abrir un restaurante; era cierto, la madre de Jungkook tenía un talento culinario que debía ser compartido. Por tanto, con ayuda del líder, abrieron su primera sucursal en Busan. En ese entonces, Jungkook no entendía por qué el tiempo se volvía corto; ya no había juegos en el jardín, Hyuna pasaba gran parte del día en la mansión del líder, ellos querían que fuese perfecta para su hijo, a nadie la importó que fuesen sólo un par de pubertos. Tampoco hubo más mañanas de panqueques o películas, estaba solo gran parte del día, sus padres invertían el tiempo en su restaurante. Todos avanzaban, pero no Jungkook, él se quedó ahí, esperando después de clases a que alguien volviera. A veces lo hacían, otras dormía en medio de la voz de su nueva nana, quien le contaba cuentos antes de darle dulces sueños. Pensó que sería cuestión de tiempo para que todo volviese a la normalidad conocida, pero se equivocó; durante su décimo primer festival de otoño, sus padres ganaron popularidad por su exquisita cocina. Entonces, el líder sugirió abrir sucursal en Seoul; y luego, sólo se fueron. Ya no había nadie en casa, tampoco importase cuánto se sentara a esperar que alguien volviera, porque estaban lejos. Jungkook veía la vida transcurrir frente a sus ojos; el éxito de sus padres, así como la felicidad de Hyuna al pasar tiempo con Hyojong, parecían estar cumpliendo sus sueños. Lamentable, él no formaba parte de eso.

        Jungkook sólo tenía a Soonyoung, luego a Mingyu; la llegada de Bambam fue inesperada, pensó que tenía a Namjoon, Jinwoo, Yugyeom y Vernon, aunque no intercambiase demasiadas líneas con ellos. Sin embargo, los alfas estaban de lado de su novio. Mingyu era un completo idiota, Bambam se debatía entre su novio y la pequeña amistad que forjaron, mientras que Soonyoung ahora sólo forma parte de sus mejores sueños. Entonces, cree tener a Taehyung. Sin embargo, mientras se abre paso entre la multitud para llegar al obstruido ingreso, hay un agudo pinchazo jalando de su estómago, ¿por qué se siente otra vez como el niño que veía a su hermana lucir un precioso vestido en las ceremonias, mientras él se sentaba en la solitaria oscuridad a comer ramyeon? Debe empujar a varios estudiantes, los pasos tanto de Namjoon como Mingyu le siguen de cerca. Mil imágenes borrosas apañan su vista cuando visualiza dos monstruosas camionetas polarizadas, rodeadas de un grupo de fornidos alfas; sabe que al inicio odió a Taehyung, pensó que se trataba de ese alfa rompiendo sus valores como omega, incluso hasta hace unos minutos habría dicho que le odiaba por esa razón. Taehyung le hizo cometer una extensa lista de acciones que, por alguien más, jamás habría hecho. No obstante, en ese preciso momento, cuando sobrevive a la oleada de cuerpos y ve a Jinwoo avanzar junto con Taehyung directo a los padres de Namjoon, sabe que se equivocó.

      Desde el primer día, le odió porque la realidad de ese tonto alfa yéndose era un ente materializado; no quería al alfa chocomenta de amigo, mucho menos como algo más, porque Jungkook sabía que no pertenecía ahí y algún día debería regresar a su manada. Entonces, le dejaría. Nunca quiso a Taehyung como alguien sólo temporal, porque era divertido y de alguna forma —que ni siquiera él sabe cómo— le entendía. No importaba a qué hora él marcase su número, vendría corriendo sólo para escucharle; sólo para estar ahí. Y en toda su vida, nadie hizo tal cosa, jamás. Nunca pareció ser prioridad.

Through The MaskWhere stories live. Discover now