Capítulo XIV

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Enigmático Lord

XIV

Rutland y su primogénita

"El amor todo lo sufre, todo lo espera, todo lo soporta"1 Corintios 13-7.

Era una cita curiosa.

Ni bien había amanecido aquella hermosa mañana de Navidad, Kagome fue obligada a levantarse para ser una de las invitadas que tendría el honor de presenciar la misa de Navidad en la gran parroquia de York.

Mientras escuchaba los sermones del vicario, no pudo evitar perderse en sus pensamientos que aún permanecían acostados sobre la almohada tibia que había dejado en la habitación... ¡Era muy temprano! ¿Realmente era necesario venir?

Mientras posaba sus ojos en la madera de las bancas, deseó poder conciliar el sueño aunque sea por unos momentos, desvió su mirada al Lord a su lado, este permanecía apacible, atento a cada palabra del vicario, no bostezaba, no se giraba a ningún lado, sólo escuchaba... ¿Qué acaso no tenía sueño? ¡Realmente tenía temple!

Giró su cabeza para observar a su alrededor, pudo divisar a su lado a Lady Izayoi abanicándose como si hubiera calor en aquella sala llena de personas—aunque no hacía demasiado, era más como una muestra de refinamiento — El Duque, Toga, permanecía sentado a su lado mientras tenía los ojos cerrados y cabeceaba de vez en cuando, hasta que su cabeza tropezaba con el hombro de su esposa y esta le regañaba muy sutilmente en un ciclo que no tenía fin ¡Realmente era bueno saber que no era la única con sueño! Más allá, al lado de Toga, Lady Kikyo reposaba su cabeza en el hombro de Inuyasha apaciblemente y este, a su vez en la cabeza de la jovencita, y aunque Kikyo, si estaba prestando toda su atención a las palabras del vicario, el coronel estaba completamente dormido e incluso —no pudo evitar reprimir una risa baja —roncaba bajo de vez en cuando.

Aquellas, eran realmente escenas enternecedoras a su parecer. Una sonrisa inconsciente surgió en su rostro.

«Realmente el amor todo lo espera y todo lo soporta» pensó mientras devolvía su mirada hacia el Lord que seguía mirando al frente inmiscuido en sus pensamientos.

¿Podría ella, llegar a amar al Lord alguna vez? ¿Podría ella llegar a sentir aquel sentimiento tan hermoso por él? Aquellas preguntas volvían a su cabeza una y otra vez, ¿Y cómo no hacerlo? ¿Cómo evitar lo inevitable? Si estaba segura, de que cada vez que le miraba, cada vez que le tocaba, incluso cuando le hablaba, algo extraño le sucedía a su cuerpo, como si este no le respondiera, su corazón palpitaba rápidamente, su piel se erizaba y sus mejillas se encendían.

¿Aquello que había pensado que no le pasaría... Estaba pasando acaso? ¡No, eso debía ser imposible!... ¿Ella... Enamorada de Sesshomaru? Sacudió su cabeza para espabilarse, Y volvía a convencerse de que todo estaba bien, de que no pasaba nada más y que no sentía nada especial por aquel Lord Enigmático.

¿Porque... Así era? ¿No es así?

Miró fijamente a su compañero, durante un largo rato... Realmente, si comenzaba a gustarle no sería de pura casualidad... Ahora que volvía a detallarlo, su cabello blanquecino y perfectamente peinado, su piel pálida, sus ojos rasgados y su mirada de miel... Su nariz y sus labios... Aquellos labios tan delicados... Complementaban la apariencia de un ser perfecto.

— ¿Dígame... Mi Lady, cómo se encuentra su hombro? —

La pregunta, realizada al azar, pero discreta y casi susurrada llegó a sus oídos, tomándola por sorpresa, frunció sus labios y bajó su mirada café mientras la de él se desviaba hacia ella y su rostro. Hacía mucho tiempo que él había notado su actitud extraña y su mirada fija, se consideraba demasiado impaciente como para no preguntar lo que le sucedía a su esposa.

Enigmático LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora