Capítulo XXVIII

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Enigmático Lord
XXVIII
El baile de las primaveras

Es una realidad muy bien sabida, que desde hace siglos, la indecisión juega un rol importante en las mujeres. Es casi una certeza irrefutable que en la mayoría de las ocasiones, todas pensamos en algo realmente crucial antes de ir a una fiesta o reunión importante:

El vestuario.

El vestuario, es lo más importante para una dama de sociedad. Mantener un aspecto pulcro, una apariencia delgada, fina, elegante y delicada lo es todo para una jovencita que se encuentra en la búsqueda de un buen esposo o incluso para una Lady que ya había pasado esta prueba rigurosa de la sociedad.

Para Kagome, esto no era diferente.

El viaje a York se realizaría mañana, y mientras empacaba, recordó que había estado postergando durante días la búsqueda del vestuario perfecto que la acompañaría durante aquella velada de tan suma importancia. Ya no tenía tiempo suficiente para ir con la modista y confeccionar uno nuevo, de entre sus ropas ya no había absolutamente algo novedoso para la llegada de la primavera y lo que era aún peor... ¡No tenía ni la más remota idea de que hacer!

Frustrada, rodeada de ropa y valijas de equipaje, Kagome quería que se la tragara la misma tierra, llevo sus manos a su cabello mientras trataba de pensar en cómo solucionar tal problema.

« ¡Rayos! ¿Qué voy a hacer ahora? Si no encuentro algo adecuado... Sesshomaru va a enfadarse... ¡Y no solo eso! Voy a decepcionarlo...» Pensó mientras daba vueltas por la habitación impacientemente, durante esos minutos pensó en todos los escenarios posibles, pero el peor de todos era ver el ceño fruncido de Sesshomaru mientras la dejaba abandonada con los perros por no haber encontrado el atuendo perfecto... ¡Qué final tan trágico!

Con los resquicios de una esperanza que ya comenzaba a resquebrajarse, la joven azabache se dirigió por última vez a su armario con la fe de que por alguna casualidad podría encontrar una prenda adecuada.

— ¡Qué mala suerte! —Exclamó mientras cerraba de un solo portazo el closet donde se mantenían sus ropas, haciendo que este se estremeciera de tanta fuerza y dejara caer una caja con un lazo. — ¿Eh? ¿Qué es esto? —

Se arrodilló para recoger aquel objeto que había caído, soltó el moño y lo abrió con curiosidad.

El grito de alegría fue tan alto, que los asistentes de cámara y sirvientas que pasaban o que estaban cerca, fruncieron sus ceños extrañados después de escuchar risas dentro de la habitación de la Marquesa.

¡Estaba salvada!

Perfectamente doblado y limpio, un bello vestido, del blanco más puro, descansaba dentro de la caja. Como los lectores recordarán, para la visita de los Duques a Chatsworth, nuestro Lord hizo confeccionar a la modista el más fino de los vestidos para Kagome, rememorando que como desafío, este nunca fue usado por lo que permanecía totalmente nuevo e intacto. El agradecimiento era tal, que abrazo la tela del espléndido ropaje tantas veces que temió arrugarlo, no podía expresar con palabras la dicha de saber que aquel vestido había aparecido por casualidad de nuevo, caído del cielo como un regalo de Dios o quien fuera para salvaguardarla de cualquier preocupación.

Lo dobló con cuidado y volvió a guardarlo en la caja con el moño, colocándolo en uno de sus baúles de viaje mientras la más amplia de las sonrisas se formaba en su rostro.

—Incluso ahora... Sesshomaru siempre está ayudándome —Suspiró, con aquellos dejes de los enamorados sin remedio.

Probablemente, ella no tendría remedio. Cerró sus baúles al terminar de empacar. Satisfecha de haber resuelto sus problemas con tanta audacia se sentó a admirar su habitación que ahora se sentía ajena y solitaria por su propia ausencia... Por primera vez, le agrado saber que su cama perfectamente tendida hubiera estado intacta durante tanto tiempo... Pues el lecho que la recibía todas las noches, ahora dormitaba en otra habitación.

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