*22*

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—¿Qué haces aquí otra vez?

No me lo podía creer. Otro sueño con Changbin. Seguro que esto era debido a los acontecimientos de esta noche y a su declaración de que yo lo afectaba de una manera especial. O quizá se debía a que ese abrazo en el jardín me había dejado con las ganas de seguir acariciándolo.

De nuevo en esa habitación. Rodeado de su masculino olor silvestre, el aire suave de la noche a pesar de que debía ser de día en ese momento. Y la cama de sábanas blancas que habíamos usado la última vez.

Changbin estaba sentado con la espalda en el cabecero de la cama, una pierna doblada en alto y me observaba con expresión aliviada.

—¿Qué hago yo en mi habitación? ¿No tendría que preguntarte eso a ti? —Jamás lo había visto tan divertido, incluso curvó los labios en una sonrisa natural.

Me giré hacia la ventana y coloqué las manos en el marco con un suspiro pesado.

Su habitación... Sin duda le pegaba tener una habitación como aquella. El nivel de creatividad de mi mente no debía de sorprenderme a estas alturas. De nuevo en pijama, como si los dos nos hubiésemos ido a dormir. Debía pensar esto con claridad. Esto no es normal.

—¿Qué no es normal?

—Deja de leerme la mente. —Dije molesto.

—Si lo dices en voz alta, no es mi culpa.

Oí el crujido de las sábanas y cuando arrastró los pies descalzos por la alfombra, luego nada cuando salió de ella. Su calor corporal me calentó la espalda cuando se paró a ese nivel. El corazón me iba a mil por hora, pero no lo aparté. Sentí el peso de su cabeza a la altura de mi nuca y se quedó allí por un rato. El aire fantasma agitó las hebras rubias de mi cabello que me caían sobre los ojos. La cercanía con su cuerpo era casi natural.

—¿Qué haces? —Pregunté dubitativo porque no quería que se apartara.

—No lo sé. —Giró la cara y lo sentí inspirar sobre mi piel. Los bellitos de la zona se erizaron de placer y cerré los ojos. —Ya te lo dije. Pierdo el control cuando estamos en la misma sala. —Es verdad, me lo dijo esa misma noche. —Si te incomoda, por favor, dímelo y pararé.

Me llenaron de ternura sus palabras, pero yo no quería apartarme ni por un instante.

En esa habitación, en la que él adjudicaba como propia, era un pequeño resguardo, un lugar en el que me permitía no pensar demasiado y disfrutar todo lo que podía.

—No me incomoda. —Respondí simplemente.

Sus manos fueron a mis caderas y subieron a mi cintura, su nariz hacía circulitos en la piel del cuello que me hacían suspirar.

—¿Puedo preguntarte algo? —Susurró suave desde su posición.

—Mm...

—¿Por qué siento que esto es tan real? —Despacio subió el bordillo de la camisa y las yemas de sus dedos acariciaron la piel caliente del abdomen haciéndome estremecer y suspirar. —¿Por qué siento que si estuviera despierto reaccionarías igual?

Oh... mierda...

Esto no era un sueño.

Agarré su mano sobre mi abdomen y lo detuve.

—Changbin, no creo que debamos seguir.

Sus dedos se entrecruzaron con los míos y apoyó la barbilla sobre mi hombro, mirando los dos en la misma dirección, hacia el bosque negro.

—¿Seguir con qué?

Joder...

Yo sí que quería seguir, pero él no sabía que esto era real. No estaba bien.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora