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Una persona normal se hubiera ido a dormir. Yo no.

Al otro lado del puente ya no quedaban prácticamente rastros de magia, sin embargo la presencia allí era horripilante. Me daban escalofríos de pensar que los niños habían estado allí, expuestos a esa podredumbre. Unos brujos y brujas tan jóvenes no deberían siquiera acercarse a estas entidades. Pero Woojin los había obligado a estar allí y quién sabía qué más experimentos estaría haciendo con ellos.

Anduve por una hora larga paseando por los alrededores como lo haría cualquier vecino trasnochador. La zona era un conjunto de explanadas con maleza alta y salvaje que a esas horas de la noche sólo aportaba más sensación lúgubre al ya desolado lugar. Alguna que otra casa suelta por ahí y por allá, unas habitadas, otras destinadas a ser algo más que trasteros y despensa de materiales para la construcción. Era una zona donde residían muchos obreros y gente humilde. Por eso era por lo que Woojin había elegido este lugar. Tan poco transitado que nadie se daría cuenta de lo que había pasado. Además, el mar estaba cerca y la brisa purificadora del mar debería haber difuminado ya la magia usada aquí pero estaba empezando a pensar que no era simple magia negra lo que había movido todo este miasma.

Había algo aún peor visto que la magia negra entre la comunidad bruja, algo tabú, algo que nos enseñan a huir de eso sí nos lo topábamos en algún momento.

El Caos.

El caos no era una magia natural. Venía de la misma fuente de donde salían los demonios. Quería sangre a cambio de sus servicios, putrefacción, demandaba dolor, placer y descontrol. Era una magia imposible de controlar y siempre se corría el peligro de que un demonio te matara, ya que no nos podían poseer.

No creía que Woojin fuera tan estúpido, pero después de volver allí y comprobar que el miasma era tan espeso como el alquitrán y que se me pegó la sensación a la piel como una segunda capa de sudor pegajoso... No tenía casi dudas.

Había encontrado rastros de forcejeo en algunos troncos de árboles cercanos y una uña de gel amarilla con estrías negras en la tierra. Una uña larga y afilada, una de las que, desde luego, no llevaría ningún obrero pero quizá sí una vampiresa secuestrada. Me la guardé en el bolsillo para rastrear su origen más tarde.

Chan había tenido razón, aquel era el otro lado del puente. Ahora estaba más que seguro de ello.

Con el trabajo terminado por esa noche me retiré igual de sigiloso que cuando llegué.

Quería pasar a ver a Zac antes de volver a casa, así que volví al aquelarre. El lugar estaba muy tranquilo, como debería ser a la hora que era. Me escurrí por las sombras de los pasillos y me encontré a mi pequeño enrollado en las mantas algo revueltas y desordenadas, pero la expresión juvenil del pequeño brujo estaba tranquila. Que se revolviera tanto significaba que ya había salido del sueño reparador y ahora solo estaba durmiendo. Lo más probable fuera que despertara mañana.

Recoloqué las mantas en su lugar y comprobé que la botella de agua estuviera donde la había dejado, así como la manzana. Tendría hambre y sed cuando despertara.

Le di un suave beso en la cabeza y me fui cerrando la puerta detrás de mí.

Debía volver a casa, además, anhelaba mi cama...

Cuando llegué Flynn estaba durmiendo en un nido de cojines en el colchón. Abrió un ojo cuando llegué y chasqueó la lengua molesta, se puso en pie y arrastró un cojín a los pies de la cama, donde se volvió a tumbar. Yo me cambié, me volví a duchar para quitarme la asquerosa sensación de podredumbre del caos. Me froté tres veces antes de sentirme limpio de nuevo y el calor del agua solo intensificaba las sensaciones. No olía a nada realmente, pero a la vez sí lo hacía, era como si un sexto sentido me advirtiera de que aquello era lo peor que podría tocarme. Me estremecí, y no era culpa del agua fría.

Salí y me sequé rápidamente, los pantalones de pijama y a dormir. No tardé ni cinco minutos en caer en Morfeo.

Me pareció ver que ya el sol estaba iluminando el cielo en el horizonte para ese momento.

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Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Where stories live. Discover now