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Esa noche y después de lo que habíamos hablado, fue especial. Fue la primera noche. Fue la primera vez que nos escuchamos. En medio del acto del amor, entre suspiro y gemido, descubrimos que Changbin era el que se estaba cerrando a mí. Pero después de contarle la parte de él que más lo avergonzaba y apenaba, el vínculo se completó.

Estábamos desnudos aún en la silla y yo me sentaba directamente sobre su erección. Changbin gruñía su placer mientras me acariciaba la base de las alas haciéndome inevitable que me estremeciera al borde del orgasmo y le suplicaba que se moviera más rápido.

—Estás sobre mí, pajarillo, deberías ser tú el que se moviera, ¿no crees? —Aquella voz, mezcla de bestia y hombre no podía ser más erótico en mis oídos.

Me sujeté a la mesa que tenía detrás y moví mis caderas más rápido, él me sujetaba las caderas y profundizaba las embestidas. Hice mi mejor esfuerzo para continuar disfrutando de aquello sin pensar en mañana ni en lo que había pasado hacía unas horas. No quería pensar, no quería nada más que esto con él.

"Céntrate en mí"

El susurro de su voz en mi mente me sorprendió demasiado. Tanto que paré de moverme.

"Sigue moviéndote, pajarillo" —Y me impulsó con las caderas golpeando en ese punto que tan bien se sentía— "Solo tienes que pensar en mí ahora. Agárrate a mí y olvídate de lo demás"

Eso hice. Me agarré a sus hombros y continué moviéndome.

"Te estoy escuchando"

—"Lo sé, amor"

Aquellas primeras palabras pudieron haber sido una tontería para la mayoría, pero no lo fue para nosotros. Creo que jamás se me olvidará ese día. El viento se levantó alrededor de nosotros y a ninguno de nosotros nos pareció extraño. Changbin reconocía mi viento tanto como yo. Y aunque no había llamado al viento para que hiciera aquello, no me sorprendió. No con lo caliente que tenía el corazón, no con la pasión que el rey de los vampiros provocaba en mi cuerpo siempre.

Teniendo en cuenta eso, era raro que no se hubiera levantado un huracán.

Changbin tenía razón. Él no podía leerme la mente, solo si yo quería hablar con él y proyectaba mis pensamientos era que él podía escucharme.

Besó sobre mí núcleo y siguió besando hasta donde me latía el pulso en el cuello. Comencé a respirar más rápido con la anticipación de su mordisco. Changbin me sujetó las caderas para guiar movimientos más profundos y le sujeté el pelo de detrás de la cabeza en un puño.

—Estás al límite —susurró.

—Tú también.

—Quiero morderte.

—Sorpréndeme.

No acabé la palabra antes de que sus colmillos atravesaran mi piel y se introdujera en mi vena. Antes de que diera el primer sorbo, yo ya había explotado de placer manchándonos a los dos. Porque Changbin no había parado de envestirme tan profundo y lento como antes y si a eso le sumábamos la magia que hacían sus colmillos... Yo no podía más.

Pero esa vez efectivamente me había sorprendido y el grito que solté pudo haber levantado a un muerto.

Oí su gruñido orgulloso en su mente.

No podía hacer nada mientras bebía pequeños sorbos de mi cuello y yo no paraba de estremecerme en sus brazos. Tampoco me había dado cuenta de que instintivamente nos había protegido con las alas y ahora las puntas doradas de mis alas nos proporcionaban algo de luz dentro.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Where stories live. Discover now