*63*

1K 186 26
                                    


Llegamos al aquelarre al final de la noche y Chan estaba tan abatido y cabreado que era lo mejor que podía hacer en estos momentos. Todo menos echarse la culpa de lo sucedido. Porque era lo que solía hacer siempre. No había manera de que esto lo pudiera haber evitado. No si no había tenido visiones que lo advirtieran. Pero todo aquello no servía de mucho cuando teníamos el cuerpo de una adolescente enfriándose en la enfermería y a otros cuatro inconscientes hasta que Chan examinara sus núcleos.

Era un desastre...

Zac ni siquiera lo sabía aún.

Debido a lo tarde que era, prácticamente no había nadie despierto así que pasé bastante desapercibido, no tenía ganas de fiesta. Sé que catorce de quince era una cifra bastante buena, pero uno solo de todos nuestros niños ya era muchísimo más de lo que jamás nos habíamos imaginado.

Qué ingenuos y presuntuosos habíamos sido...

Habíamos pensado que algo así no nos pasaría nunca. Que éramos inmunes a la muerte. Desde el momento en el que nos habíamos dado cuenta que quince de nuestros menores habían desaparecido sin dejar siquiera una nota, tan solo la evidencia de que había pasado el mismo día y en el mismo momento en el que Woojin había sido expulsado del aquelarre, desde ese mismo momento sabíamos que aquello era muy peligroso para ellos. Pero no nos imaginamos nunca que podrían perder la vida. Su magia, sí. Pero su vida...

Todos los que habíamos ido a la fiesta, estábamos allí. Los vampiros tenían poco que aportar, pero estaban ahí, como si aquello se tratara de un velatorio.

Nos habíamos retirado a una sala contigua a la enfermería para poder hablar con Chan a solas, de esa manera podía darle el informe de lo que había pasado y darle un poco de privacidad. A fin de cuentas, cada miembro del aquelarre era como un miembro de la familia más que para ninguno de nosotros.

—Creo que lo tenían planeado —terminé.

Chan no había hablado en todo el rato que pasé explicándole lo que había pasado.

—Me parece que sería mejor si Himitsu no supiera lo que hizo. Si lo que supongo es verdad y lo tenían planeado, puede que se sienta culpable por lo que hizo.

—También puede que Woojin los obligara a matarse si algo salía mal.

Asentí pensativo.

—Pero Tori...

—Tori está hecha de otra pasta, hermano. Tiene una voluntad tan fuerte como una montaña. Puede que lo de atacar a Woojin haya sido solo idea suya. Es impulsiva, quizá no haya medido las consecuencias si fallaba.

—Yo creo que sabía perfectamente lo que pasaría si fallaba.

—No lo sabremos hasta que se despierten.

Suspiré sabiendo que seguramente alguno de los cuatro no volvería a ejercer la magia. Si su núcleo estaba tan mal como el de Obry cuando lo encontré, el caos habrá dejado cicatrices importantes. Quizá irreparables.

—Necesito hablar con Seo Changbin.

Parpadeé ante la formalidad de sus palabras pero me giré y abrí la puerta que daba al pasillo. Todos estaban en silencio apoyados en paredes y barandillas. JeongIn se había quitado la chaqueta y se la había puesto por los hombros a Jennie que continuaba con la mirada perdida en el horizonte negro aún cuando abrí la puerta. Jisung y Hyunjin parecían estatuas al lado de su Rey. Changbin fue el primero en hacer contacto visual conmigo. Le hice un gesto con la cabeza para que entrara.

Entró sin hacer ruido.

—Mi más sentido pésame, Chan.

Vi como la mirada colérica de mi hermano le devolvía el pésame y apretaba la mandíbula. Sabía que no estaba furioso con él, solo con el hecho de que alguien tuviera que darle el pésame. Al líder del aquelarre se lo consideraba el padre de todos nosotros.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora