*28*

1.6K 237 43
                                    

Estaba flotando sobre los más cálidos prados del verano, a la sombra de nubes perezosas que se tomaban su tiempo para observarme y juguetear entre mis ropas y luego seguir su camino para que el sol calentara mi piel. El olor de las flores era relajante. Había perdido la cuenta de cuantas nubes habían pasado sobre mí, pero el sol no se movía de su lugar. Y a todas estas, a mí me parecía bien.

No tenía preocupaciones. Quizá llevaba muchas horas allí tumbado y ni una sola vez pensé en por qué estaba allí.

Hasta que el tiempo de descanso se acabó y me acordé del atentado al colegio. Suspiré cansado. Normal que estuviera en este rinconcito de mi mente. Y si estaba razonando de nuevo, eso significaba que mis energías estaban lo suficientemente restauradas para volver a la vida real. Pero no sabía si me sentía preparado para eso.

Continué en el prado y estiré las manos sobre la hierba verde y fresca, miraba el cielo, ese que siempre me daba tanta paz, ese que hacía que mi corazón se acelerara impaciente y que el cuerpo se llenara de adrenalina. Ese que ahora me devolvía la mirada y no aplacaba la sensación de traición que me llenaba el pecho y hacía que me ardieran los ojos.

Gracias al cielo no recordaba bien sus palabras, solo sabía que el sonido de su voz era de nuevo el de desconfianza de siempre. Creí que el pacto nos había posicionado en algo parecido a una neutre relación respetuosa de trabajador y jefe en la vida real a pesar de que en sueños, Changbin quisiera hacerme otras cosas y yo a él. Pensé que estaba reconociendo mi trabajo. Sabía que había usado mi magia sin contenerme en lo más mínimo delante de los pequeños y, estúpidamente, pensé que entendería por qué tuve que hacerlo, pensé que valoraría el esfuerzo.

Obviamente estaba tan equivocado...

Por mucho que lo intenté, recordaba sus últimas palabras, aquellas que me habían hecho tomar una decisión difícil pero necesaria.

"...no necesito alguien incompetente..."

¿Me sorprendía? ¿Realmente lo hacía? No debería pero después del último sueño, donde le había mostrado una parte tan íntima como pocas cosas, esperé que me mirara de otra forma. Sobre todo porque Changbin no era estúpido.

—Pensé que había sido claro. No quiero verte y no eres bien venido aquí. —Dije cuando sentí su presencia a mi lado en el prado. Pero no lo miré, continué mirando el cielo.

Mi voz era neutra pero decidida. No di pie a posibilidades.

—No estoy seguro de donde estoy. —Su voz era todo lo contrario a lo que recordaba.

Y aquello me cabreó más que nada que pudiera haber hecho. Me incorporé y quedé sentado sobre la hierba mientras lo miraba a los ojos negros con vetas doradas, más brillantes que nunca y obviamente solo aquí eran así. Fuera, en la vida real eran tan negros como dura tenía la cabeza.

—Sabes perfectamente donde estás. —Él me observaba a los ojos como si hiciera mucho que no los veía, no tan solo un par de horas. —¿Vas a seguir pretendiendo que no sabes que estás en mi cabeza? ¿Igual que esos sueños que sabías que no eran eso?

Apretó los labios y desvió la mirada al suelo entre nosotros.

—El primero no sabía que era real.

—Pero en el segundo los dos sabíamos lo que estábamos haciendo así que no seas hipócrita conmigo. Ya he tenido suficiente de eso.

Oí como exhalaba lentamente pero no me respondió a la provocación. Bien. Mejor así porque esta vez no pensaba guardarme nada dentro. Si me provocaba iba a salir escaldado.

—No quiero que pienses por un solo momento que para mí no fue importante.

Sabía que sus palabras eran calculadas especialmente para no alterarme. Pero yo estaba cansado. Y me sentía tan traicionado que no podía pensar en otra cosa que en mí. En protegerme yo.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ