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Ya se había hecho tarde y tenía ganas de llegar a mi casa. La conversación con Changbin esa noche había sido demasiado intensa y aún teníamos mucho de lo que discutir pero después de haber tocado un tema delicado sentía que lo mejor que podía hacer era irme y dejar asentar la herida.

Me levanté del sofá con toda la intensión de despedirme pero la mano de Changbin sujetó la mía en ese momento.

—Quédate esta mañana —Parpadeé inseguro—. Está a punto de amanecer y sigues cansado. ¿Cómo pretendes irte?

—Puedo pedir un taxi —propuse encogiéndome de hombros.

Solo estaba jugando con él. Realmente quería quedarme. Pero quería verlo insistir, sentirlo tan necesitado como lo estaba yo. Supongo que saber que habían cosas que no estaba dispuesto o no podía contarme me había hecho pisar tierra firme. Por ahora me centraría en este instante. Y ahora quería... necesitaba saber que él estaba igual de necesitado físicamente que yo. Quizá fuera por su crianza como monarca, quizá fuera simplemente porque era vampiro y estaba acostumbrado a no sentir ni expresar lo que pensaba. Pero yo necesitaba ese feedback y si no me lo quería dar se lo pensaba arrancar.

Vale que era su Est Liber y parecía que aquello también me afectaba a mí. Pero tenía cosas que decir al respecto.

Así que giré mi mano dentro de la suya y entrelacé los dedos con los de él.

—O puedo llamar a alguien para que me recoja. —Subí las manos entrelazadas y las acerqué a mi rostro girándolas para que quedara su piel cerca de mis labios.

Las vetas doradas brillaron con mayor intensidad y comenzaba a entender que esos pequeños signos escapaban de su férreo control. Eso me alentó. Supe que él también estaba centrado en el aquí y ahora.

—¿De verdad estás solo preocupado por cómo me voy a ir? —Le chinché.

También se acercó a mí y sus labios rozaron la piel del dorso de mi mano.

—¿Quieres que te diga exactamente cuánto me está costando mantener el tipo cuando sé que tú quieres lo mismo que yo?

Era exactamente lo que quería oír.

Y su voz grave y sexi solo me calentó más.

Tragué saliva antes de darle un beso en el dorso que lo hizo bajar la mirada a mis labios. Entonces sonreí lentamente porque aquel juego de seducción me encantaba. Y parecía que Changbin estaba algo inseguro de cómo tratarme.

Tomé la decisión de llevar las riendas esta vez y me levanté para volver a sentarme esta vez sobre sus muslos, con su rostro y el mío muy cerca. Lo hice recostarse en el respaldar del sofá con mis brazos a cada lado de su cabeza. Él estaba atento a cada movimiento y su aroma fresco solo provocó que aquello quedara profundamente grabado en mis recuerdos.

—Yo quiero hacer muchas cosas. ¿Y tú? —Susurré cerca de sus labios.

Vi su sonrisa de lado cuando me observó.

—¿A qué juegas, pajarillo? —Dijo colocando las manos sobre mis muslos. Se lamió los labios y con ello rozó los míos.

—¿Yo? Solo estoy preguntando para no equivocarme.

—Y para eso es super necesario sentarte sobre mí, parece.

—Oh, ¿es un problema para ti? —Dije tratando de levantarme.

Sus manos evitaron que me fuera muy lejos y me acercaron más a su abdomen. No pude evitar suspirar al sentir su dureza presionando contra mis glúteos. Yo no estaba mejor.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora