capitulo 4

8.8K 1K 408
                                    

{Por favor, no olvides dejar tu voto y/o comentario. No cuesta nada y me ayuda a crecer como escritora en la plataforma. ¡Gracias!} 

 ¡Gracias!} 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

DARA

—¿Entonces nos quedamos con el último salón? —consulta mi prometido, después de pasar la mañana completa visitando distintos establecimientos para celebrar el casamiento.

—Sí. Me parece bien —sonrío sin mostrar los dientes y luego, recojo una cucharada de crema helada de limón y la llevo a la boca.

Decidimos dar un paseo por el parque antes de regresar al auto.

—Cinco meses es suficiente para organizar una boda, ¿verdad? O tal vez necesitemos más tiempo —delibero, tras saborear nuevamente otra porción de crema helada.

—Amor, si dependiera de mí, me casaría mañana mismo —murmura, sujetándome la mano libre. Busco sonreír, intentando enternecerme con sus palabras.

Pero en realidad, entro en pánico internamente.

Cinco meses. Veinte semanas. Ciento cincuenta días.

Eso es poco tiempo.

✤♡✤♡✤♡✤

Tobías me deja en casa y se marcha a trabajar.

<<Solo cinco meses>>, vuelvo a pensar.

No puedo evitar que el detalle siga haciendo eco en mi cabeza.

No puedo evitar que continúe resonando mientras subo las escaleras, también lo hace al escabullirme en mi habitación y sigue ahí mientras caigo a la cama, agotada.

Tenía dieciséis cuando Tobías se acercó durante el fogón nocturno del campamento y me confesó que le gustaba. Dijo que siempre estuvo enamorado de mí y lo tomé como cierto, porque nuestros padres son mejores amigos de toda la vida. Después, me preguntó si podía darme un beso. Emocionada, le dije que sí. Tobías acortó la distancia y besó mi mejilla; era el primer chico de mi edad que lo hacía con otra intención.

Luego, la relación creció sola.

En la cabeza, se me fijó la idea de que el señor nos había destinado. Además, era el único chico de la comunidad que me resultaba <<lindo>>.

En mi cumpleaños número dieciocho, nos besamos por primera vez en los labios. Fue extraño, porque sentí como si estuviera besando a un simple amigo. Pero me convencí que con el tiempo me acostumbraría y volví a la idea de que estábamos hechos el uno para el otro.

Y hace seis meses atrás, Tobías se arrodilló y me pidió matrimonio. Estábamos en medio de una cena familiar, ambas partes contemplaban la escena conmovidos y esperaban la respuesta.

Dije que sí. <<Quiero casarme contigo, Tobi>>.

Por un lado, creo que el casamiento me dará más libertad. Nos mudaremos juntos, podré llevar el control de la casa y tendremos permitido subir de nivel. Porque hasta ahora, no hemos hecho más que besarnos, a veces por largos ratos, hasta que él se detiene por miedo a perder el control y romper la regla: nada de sexo hasta el matrimonio.

ImpurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora