capitulo 23

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DARA

<<¿Puedo confirmar a Elena que el vestido te sienta bien?>> preguntó mamá mientras almorzábamos.

Alcé la cabeza y respondí: <<Si, está perfecto>> y le sonreí falsamente, pero lo hice de verdad en mi interior. Un par de horas atrás, Kellen me deleitó de múltiples formas. Primero, destrozando la prenda. Segundo, llevándome a la cama para mostrarme la facilidad que tenía para traer el paraíso a mi habitación.

Cada vez que cierro los ojos, recuerdo la forma en que se sentía su respiración acelerada sobre mi cuello. Escucho su característica voz despertando el encanto al son de <<hermosa>> mientras sus ojos se quedaban en los míos y luego, en mi desnudez. La seguridad con la que encadenó sus manos con las mías y las llevó por encima de mi cabeza, justo antes de dar la primera embestida. Su boca, besando cada rincón de mi cuerpo, despojándome de cualquier prejuicio que pudiera inhibirme.

Con él, puedo ser yo misma. Y quiero quedarme con eso. Necesito más de eso.

Durante la semana, me deshago del vestido poco a poco. No puedo quemar todos los restos al mismo tiempo, el olor a quemado llamaría la atención. Así que cada día, una parte se consume. Encerrada en el baño, veo cómo esa prenda que para mí significa cárcel, deja de existir.

Estoy harta.

Tan harta que, a medida que la veo desaparecer, siento que gano un poco de aire nuevo.

✤♡✤♡✤♡✤

Deposito la taza con restos de café en el lavavajillas y regreso a la sala, donde Tobías está esperando para despedirse. Irrumpió en casa a media mañana, diciendo que me extrañaba y que necesitaba verme. Su repentina muestra de cariño me sorprendió, pero también me hizo recordar que debo tomar una decisión con respecto a nuestra situación.

Cada día es más difícil seguir adelante con esto.

—Mañana nos visitan mis tíos y primos, mi mamá quiere que vayas a ayudar con la cena —pide.

De pronto comprendo por qué está aquí.

—Sabes que es mucho trabajo.

Sí, lo sé. En otras ocasiones colaboré. El tío de Tobías junto a su mujer, tienen tres hijos mayores de edad. Cada tanto organizan cenas familiares; acostumbran a beber y a comer sin escrúpulos, mientras las mujeres se ocupan de preparar los platos y asear los restos.

El problema es que, esta vez, no estoy dispuesta a pasar por esa situación. Además, tengo otros planes para el sábado a la noche.

—No. No creo que pueda —me ánimo a responder.

ImpurosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora