capitulo 40

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KELLEN

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KELLEN

—Tráeme una cerveza —pide Tali, tras hundirse en el sofá. Abro la heladera, saco las dos últimas latas que quedan y le extiendo una, que abre al instante e ingiere un largo trago—. Ya sé que estás esperando la historia completa. Aunque no es tan difícil de imaginar.

Me acomodo a su lado, abro la cerveza y contemplo a Tali con una sonrisa burlona.

—¿Empezaste a ir a la iglesia? Es eso. ¿No? —bromeo. De cualquier cosa que pueda imaginar, eso es lo menos probable.

—Idiota —pone los ojos en blanco, vuelva a beber y apoya la bebida sobre la mesa pequeña—. Es justo lo contrario. Abraham es un cliente frecuente del club, desde hace... No lo sé, ¿poco menos de un año? Quizá, sí —determina, tratando de recordar—. Se hace llamar Tom, a secas. Empezó viéndome bailar, le encantaba mirarme, él estaba como... Hipnotizado. ¿Sabes? Es normal que miren embobados, pero él no podía sacar los ojos de mí. Al menos dejaba buenas propinas —se jacta—. Luego, comenzó a preguntar por mí, digamos que ya no le alcanzaba con verme bailar, también quería que tuviéramos sexo. Era muy insistente. Averiguó mi número, me enviaba regalos, dinero... Debo admitir que me aproveché un poco de él. Parecía dispuesto a hacer cualquier cosa para que tuviéramos algo, pero obviamente eso nunca pasó. Le envíe alguna que otra foto, ya sabes, material para dejarlo conforme. Pobre. Me daba un poco de lastima. Era insistente, pero muy educado —suspira pesadamente—. Claro que nunca imaginé que era un pastor cristiano, mucho menos que era el padre de Dara.

—Te lo dije —recuerdo—. Ese tipo siempre me dio malas vibras.

—Lo sé.

—¿No podemos usar esa información para presionarlo?

Tali niega.

—No debería haberlo hecho. Una de las políticas principales del club es mantener a salvo la identidad de los clientes. Si se enteran, me despedirán y me pondrán una demanda. Lo que significa que seré pobre de por vida —explica, lamentándose—. Lo siento, Kellen.

—Está bien. Lo entiendo —resignados, permanecemos un largo rato en silencio.

Tali es de las pocas personas con las que puedo mantenerme sin decir una sola palabra y que el momento no se vuelva incómodo. Simplemente estamos ahí, haciéndonos compañía, como lo hicimos cada vez que nos tocó atravesar alguna época difícil. Mientras tanto, sorbo hasta la última gota de cerveza y direcciono la vista hacia la puerta, creyendo oír un ruido.

Nada.

Supongo que fue la costumbre. A esta hora Bea y Levi regresaban del colegio. Siempre oía a Bea regañando a Levi por correr y ponerse delante de ella, tratando de ingresar primero. Entonces, él corría desesperado hacia los videojuegos y despreocupado, arrojaba la mochila en el sofá.

✤♡✤♡✤♡✤

Trato de apartar el celular para descansar, pero el sonido de la notificación hace que lo chequee rápidamente. Necesito saber sobre Dara. Necesito saber si está bien, si ya decidieron donde se quedarán, si encontraron algún sitio donde pasar la noche. Lo que sea. Aún no hay noticias. En realidad, se trata del grupo de hermanos que abro de inmediato.

ImpurosWhere stories live. Discover now