capitulo 5

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DARA

Salgo por la puerta trasera sin problema.

En todos estos años, ninguna quebrantó reglas. Por esa razón, mis padres descansan sumidos en la tranquilidad, convencidos de que todo está bajo control.

Y, aunque la traición me sabe mal, cargo una especie de adrenalina que no había sentido antes. Se trata de un cosquilleo movilizador, producto de la emoción de estar yendo hacia lo impredecible.

Cruzo el cerco que decora el jardín delantero, camino a través de la acera, alejándome, pero llego a la primera esquina y regreso. Hago lo mismo una vez. Luego dos. Hasta tres. <<Suficiente. Ya llegaste hasta aquí. Sigue. Hazlo>>.

Contemplo el resto de la calle oscura, no hay rastros de gente, ni siquiera vehículos. Una corriente de aire fría hace que mi piel se estremezca, pero continúo.

Camiando rápido, llego a la calle final, la última. Hay un grupo de jóvenes reunidos a una orilla de la carretera y ahí, encuentro el primer signo de arrepentimiento. <<Regresa, aún estás a tiempo>>, pero no lo hago. No permito que el miedo tome el mando. <<Puedes con esto>>. Después de todo, la casa de Kellen está a unos pocos pasos. Así que acelero el ritmo, corro el último tramo, y mis pulmones se llenan de aire para resistir el tiempo suficiente.

Por suerte, solo oí un par de murmullos.

Llego.

A medida que me acerco a la entrada, escucho carcajadas mezcladas con el volumen alto de la música que proviene del interior. Las luces están encendidas, a pesar de que la mayoría del vecindario se encuentra durmiendo.

Y nuevamente ahí está, el arrepentimiento, las dudas y la inseguridad. Me toma algunos minutos recuperar la postura, auto convencida de que sacaré algo bueno de todo esto. Así que toco la puerta, golpeo hasta que alguien se asoma por detrás.

El chico, que tiene facciones similares a Kellen, pero de cabello castaño, me observa sin comprender.

—¿E-Está Kellen? —intento alzar la voz, sonar segura—. Lo siento, soy Dara. Una amiga. Tengo que regresarle su chaqueta —pronuncio, dominada por los nervios.

El contrario, pone una pequeña sonrisa y se hace un lado, permitiéndome pasar.

—Claro, ven. Te llevaré con él. Soy Azael, por cierto.

Lo sigo a través de un corto tramo, que nos lleva hasta la sala principal, donde distingo un sofá algo estropeado, una mesita repleta de comida y latas de bebidas, algunas abiertas, otras cerradas. En el centro, hay un televisor que está encendido, Levi juega videojuegos sentado en el piso. Un poco más allá, rodeado de personas que no conozco, veo a Kellen. Está apoyado al lado del parlante, como si estuviera dirigiendo la música.

ImpurosWhere stories live. Discover now