capitulo 38

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KELLEN

Los días pasan, la casa sigue vacía y la sensación de irrealidad permanece. Si algo caracterizaba al lugar, era el alboroto presente hasta en el rincón más pequeño. Desde que tengo memoria, papá y mamá traían mucha gente a la casa. Familiares lejanos, vecinos, amigos, amigos de amigos, incluso desconocidos, que a menudo acudían a las fiestas o reuniones que ellos organizaban. No existía día especifico o adecuado, ese tipo de eventos simplemente sucedían cuando a Esther o Arthur se les ocurría. No importaba si al día siguiente teníamos que madrugar para ir al instituto, tampoco si alguno de nosotros estaba enfermo o simplemente nos oponíamos a que extraños invadieran la casa, ellos lo hacían de todas formas.

Cinco años después del nacimiento de Levi, mamá se marchó. Fue como si se hubiera desvanecido del planeta.

Papá quedó destrozado, su adicción por el alcohol aumentó y empezó a colarse cualquier mierda que encontraba por ahí. Las fiestas siguieron, pero no por mucho tiempo. Azael y yo teníamos edad suficiente para plantarnos ante él y decidir que ya no estaba al mando.

No se preocupaba. No se responsabilizaba por ninguno. Tampoco aportaba un centavo. ¿Qué derecho tenía? Por lástima, no lo dejamos en la calle y le permitimos seguir en casa, pero bajo nuestras reglas. Además, no voy a negar que tenía la esperanza de que sentara cabeza y se recuperara. Si eso pasaba, imaginaba que, al menos, llegaría a hacerse cargo de Levi, vería a mi hermano crecer con un padre normal, pero la esperanza se volvió más y más pequeña, hasta convertirse en un diminuto grano casi imperceptible.

Él nunca se recuperaría. No había chance.

Así quedé yo, llevando las riendas de la familia sin ningún tipo de idea sobre cómo hacerlo.

Recuerdo pensar <<tienes dos opciones, ignorar lo que está pasando y vivir la vida por tu cuenta o quedarte y hacer tu mejor esfuerzo por ellos>>. Levi se acurrucaba a mi lado por las noches, Bea aparecía cada mañana pidiendo que le cepille el cabello para irse a estudiar, Azael necesitaba apoyo. Definitivamente, la primera opción nunca fue una.

Supe que tenía que quedarme junto a ellos. Lo supe todo el tiempo.

Ahora, Levi no está correteando por la casa ni ocupando el televisor para jugar videojuegos a volumen máximo. Bea no está para regañarnos, llamarnos <<tontos>> o pedirnos que hagamos silencio porque necesita estudiar. Azael está, pero por momentos, es como si estuviera ausente. Una parte de sí mismo continúa molesta conmigo, pero aquella parte que lo convierte en un hermano de verdad, no le permite dejarme solo. Ni siquiera está papá desmayado en el sillón.

En la casa reina un silencio cortante y doloroso.

Arremeto a Dara contra la pared, atacándola con un beso profundo que nos deja sin aliento, entonces nos vemos obligado a separarnos y solo oímos el sonido de las respiraciones acompasadas. Volviéndose una sola. Me doy cuenta que, tal como lo desee un montón de veces, podría hacérselo en cualquier sitio.

ImpurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora