capitulo 28

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DARA

Me quedo entre sus brazos un largo rato, hasta que las lágrimas se acaban y necesito despegarme para respirar. Él me deposita con cuidado sobre el piso, pero no lo suelto. Apoyo la cabeza debajo de su corazón y distingo el sonido junto a la velocidad galopante que posee sus latidos. Tenemos tanta diferencia en tamaño físico, que me da la sensación de que podría ocultarme para siempre en ese hueco que forman sus brazos y ahí, nada llegaría a causarme daño.

En ese instante tan vulnerable e inestable, le pediría que me sostenga los días que restan. Cubierta y aislada del mundo.

Kellen aparta los brazos de mi cintura, pone sus manos alrededor de mi rostro y me incita a elevarlo. Bajo la mirada, avergonzada por lo que pasó, pero sus caricias acariciando en círculos mis mejillas, me recuerdan que estoy a salvo. Él es un lugar seguro. De pronto, encuentro que en sus ojos también hay culpa y arrepentimiento, y que esa angustia que se apoderó de sus facciones está gritando perdón.

—Lo siento, Bambi. Te busqué, te juro qué...

—Lo sé —pronuncio con seguridad. Mis dedos enganchados al borde de la sudadera se dirigen a su mandíbula y lo acaricio. Sé que hizo lo que pudo. No lo dudo—. No me debes ninguna explicación.

—Sí, si lo hago, porque de haber llegado a tiempo... Las cosas serían diferentes.

Habla arrastrando una amarga impotencia y aquello duele. Duele su desesperación por arreglar algo que ya está hecho y también ser consciente de que sí, es cierto. Tal vez si hubiera llegado a tiempo ciertas cosas se habrían evitado, pero ninguno puede cerciorarlo.

—Ya está hecho —me encojo de hombros, tratando de retener nuevamente las lágrimas. Pero no lo consigo y él las aparta con sus pulgares—. No pude hacer nada. Él... Él estaba... Tobías. No era él —me enredo en mis propias palabras, incapaz de establecer un orden coherente. Incapaz de encontrar la manera de explicar que no se parecía en nada al Tobías que conocía. Estaba fuera de sí—. No entiendo cómo...

Trato de seguir hablando, pero se me quiebra la voz. Apenas consigo respirar.

Él se da cuenta y vuelve a estrecharme entre sus brazos como si supiera que eso era justo lo que quería.

—Tranquila. No te presiones —me balancea suavemente hacia los lados. Deja un beso en la coronilla y luego, descansa la barbilla sobre mi cabeza.

✤♡✤♡✤♡✤

A medida que la adrenalina se consume, el dolor físico llega como remplazo y empiezo a ser verdaderamente consciente de lo que pasó. Tengo herida una esquina superior de la frente, una de mis mejillas está hinchada, machas de sangre en mis manos, la espalda me duele y el pecho duele cada vez que respiro.

ImpurosWhere stories live. Discover now