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Ryuumoon hace 10 años.

En la cúspide de la perdición, miraba al cielo, la luna, aquel circulo de luz y de fuerza lo bañaba, estaba caminando por las calles, sumido en la completa desgracia, ma botella medio vacía que llevaba en las manos era su única compañía, se caía de borracho, si su madre le viera, le sacudirá hasta que perdiera la cabeza, si su padre regresaba del combate, posiblemente le miraría con desaprobación, pero no le importaba, estaba molesto con ambos y con la forma en la que habían decidido y manejando su vida, como si nada más les importara.

En su interior gritaba con fuerza ¡Al diablo las reglas! ¡Al diablo su titulo! ¡Al diablo el amor! Ya no creía en él, su corazón y alma se habían quebrantado debido al dolor, todo lo que una vez le importo estaba tan lejos de sus manos.

—Desdicha la mía—sonrió de forma melancólica.

Caminó por una parte de la ciudad donde había diferentes negocios ahora cerrados, en medio de este había una fuente, se tiró en el borde mirando el cielo y dejando caer su mano, estaba harto de aquel sufrimiento que oprimía su pecho y no le dejaba respirar, estaba cansado de la traición.

—¿Se encuentra bien? —preguntó una voz chillona cerca.

Se volvió, observando a un chico rubio, pequeño, delgado, con ropa clara, que tomaba con fuerza unos libros. Se sentó para mirarlo, parecía el hijo de la luna, su piel brillaba con esta.

—¿Quién te dio el derecho de poder hablarme? —arrastro las palabras, por lo ebrio que estaba.

—Oh, lo lamento—dijo antes de hacer una reverencia.

Para todos en el reino era aún un completo desconocido, no muchos le habían visto tras su regreso de Scarlanding. Observó con burla al chico antes de soltar un carcajada.

—Está bien muchacho, ¿No es muy tarde para que un doncel ande por las calles?

—¿Cómo...sabe que soy un...? —bajo la mirada avergonzado.

—Por como vistes—suspiró—. No debes estar solo por aquí.

—He estado con mi hermano en la florería, pero se ha hecho tarde, me pidió que volviera primero. Mi casa está cerca, si me disculpa.

El chico comenzó a avanzar para alejarse, pero Yoongi se levantó a tropezones y avanzó hacia él.

—Espera—le dijo siguiéndolo.

El chico paró y se volvió para mirarlo. —¿Sí señor?

—No me digas señor, soy joven—se posicionó a su lado—. Vamos, te acompaño, no quisiera que algo te pasara.

—Es muy amable de su parte, aunque si estuviéramos en peligro, viendo su estado, dudo mucho que nos pueda salvar—rio por lo bajo.

—No me subestimes—negó—. Si puedo romperle la cara a Jung Hoseok, puedo hacerlo con cualquiera—rio recordando a su viejo mentor—. ¿Cuantos años tienes? Te ves demasiado joven.

—Acabo de cumplir los quince años señor—bajo la mirada.

Yoongi sabía lo que eso significaba, el muchacho estaba listo para casarse, negó con un nudo en la garganta.

—Aún eres joven—bufó—. Si dices que tienes trece todos lo creerían.

—Ese sería un buen plan—susurró para sí mismo.

—Se ha acabado—dio un casquillo mirando la botella vacía.

—No debería tomar tanto, menos en las calles, podría ser peligroso.

—Créeme que nada podría pasarme y si pasa, bueno, no me importa morir, no le temo a la muerte.

—Yo sí lo hago—se encogió de un escalofrío—. Si pudiera elegir mi muerte, sería cuando estuviera viejo, cuando ya haya vivido y en cama, sólo dormir para jamás despertar.

—Esas muertes son para aquellos que tienen un corazón puro. ¿Tú lo tienes niño?

—No lo creo señor—sonrió ladino.

Tenía una sonrisa jovial y bonita, este se detuvo, y Yoongi pudo ver sus ojos, eran de un verde olivo, característico, hermoso, como la hierba que adornaba los campos, su cabello dorado que caía a caireles alrededor de su rostro, sus labios rosados y rellenos, sus mejillas esponjosas, era angelical.

—Está es mi casa señor—hizo una reverencia—. Gracias por acompañarme.

—Cuídate niño—asintió desviando la mirada—. ¿Cuál es tú nombre?

—Park Jimin ¿Y el suyo?

Estaba por contestar, pero una voz les interrumpió, esta provenía de la puerta de la casa, era una mujer rubia, que observaba a Jimin con desaprobación.

—Entra Jimin.

El chico asintió antes de encaminarse a la puerta, Yoongi se despidió con la mano cuando se volvió a verlo y se alejó, con las manos en sus bolsillos sonrió ladino.

—Park Jimin—suspiró negando.














Actualidad

—Mi señor, su alteza ha dicho que él no ha tenido ayuda dentro del castillo.

—Eso es estupido ¡Claro que la ha tenido! Jimin no pudo saber el camino del calabozo.

Yoongi estaba enfurecido, su rabia podía verse a simple vista en sus ojos oscuros de odio, todo lo que había temido estaba haciéndose realidad, golpeaba su rostro, con fuerza, dándole la respuesta que por mucho tiempo temió, el amor lo había vuelto débil y ahora estaba pagando las consecuencias.

SeHun se hincó en una rodilla, bajo la cabeza ante el rey, a quien dejó confundido, JongIn le observó en silencio.

—Mi esposo Oh LuHan sólo actuó bajo las órdenes de su alteza, jamás estuvo de acuerdo, señor, por favor, os ruego que le perdone la vida a mi esposo y padre de mi hijo. Si alguien tiene que pagar, lo haré yo.

—Yo respondo por Do KyungSoo—dijo JongIn con seriedad—. Ambos sabemos que ellos no podían ir en contra de su alteza.

Yoongi les observó fijamente antes de que las venas de su cuello se marcaran, tomó una botella y la aventó a la pared, estaba desquiciado. Sus fosas nasales abiertas, su frente sudando, sus mejillas rojas y su cabello despeinado, todo en él era una desastre.

—Nadie es más culpable que Park Jimin—soltó entre dientes—. Dígale a esos dos que se preparen, Jimin tiene que estar presente en el juicio.

SeHun soltó el aire con alivió, se puso de pie y reverencio al rey. —Lo haré mi señor.

—Si esos dos hacen algo—dijo mirándolos fijamente—. Si vuelven a ayudar a Jimin a escapar, entonces yo los mataré con mis propias manos frente a sus ojos ¿Entendido?

—Sí, mi señor—dijeron al unísono,  sin poder detener el escalofrío que esas palabras causó.

Ahora podían verlo, Min Yoongi estaba perdiendo la cordura y cualquiera que estuviera en la mira de su fria mirada, sufriría una eternidad.

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El Rey De La Muerte *Yoonmin*Where stories live. Discover now