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Regocijado de satisfacción bebía mientras sonreía, lo que tanto espero ahora era real, bajo sus manos estaba la carta que mandaría a los Park, en menos de una semana el menor de la familia estaría entre sus brazos y no aguantaba probar aquellos acolchados labios por primera vez.

Conocía a aquella familia, la había estudiado por años desde antes de conseguir la corona. En las fiestas reales o las celebraciones importantes donde los altos mandos y la gente de alcurnia se codeaban en una noche repleta de excesos y risas falsas lo había visto. Tan inocente y hermoso como una flor perdida en medio del bosque. Park Jimin era todo lo que deseaba.

Su piel tersa y fina, su cabello rubio y brillante como la miel, ojos expresivos que desaparecían cuando sonreía, un cuerpo moldeado por los mismos dioses y sus labios, esos rosados manjares le invitaban a tener pensamientos obscenos cada que le miraba de cerca.

Muchas fueron las ocasionadas en las que deseo acercarse, pero se lo impedían, tenía que guardar una compostura recta, sin mostrar emocion alguna, intuía que el chico tenía miedo de él. Pero hubo algunas ocasiones donde pudo acercarse lo suficiente para escuchar su voz o mirarlo de cerca. Hablar con él. Jimin era una obra de arte.

Que Park haya llegado alegando querer un préstamo fue como un favor divino, si le ayudaba estaría tan agradecido que le daría la mano de su hijo en matrimonio, claro que no contaba con la insistencia del Consejo por obtener los bienes de esa familia. Quería ayudarlo, pero al escuchar que estaba dispuesto a darle a uno de sus hijos por una noche le puso en alerta, Jimin corría peligro de ser tomado por alguien más. No pensó las consecuencias de su orden y poco le importaba.

—¿Que se supone que estas haciendo?

La chillona voz le hizo volver los ojos y bufar anticipando el discurso que recibiría de su madre. Alta con un elegante vestido negro guardando el luto incluso después de años, su rubia cabellera estaba alzada en un moño perfectamente peinado, dejando la vista libre al ostentoso collar de rubíes que portaba sin preocupación alguna.

—Creí haber ordenado que no me molesten—dijo con desdén.

—Soy tu madre querido y eso no aplica conmigo, ¿Me quieres decir en qué estabas pensando? —le miró con molestía que era lo único que podía sentir en ese momento—. ¿El hijo de los Park? ¿Te has vuelto loco?

Yoongi negó. —Te dije que lo tendría a pesar de tus negativas, soy tu rey y lo que yo digo se hace-sonrió con suficiencia.

—¿Y SuRan? ¿Tan rápido has perdido el interés en la chiquilla?

ChaeRin miraba a su hijo tratando de hacerlo entrar en razón, pero era imposible, había heredado el espíritu tenaz y obstinado de su padre.

—Su cuerpo ya no es de mi interés, si eso es a lo que te refieres, me he cansado de ella—suspiró recordando a aquella chica que le causaba fastidio.

—Así como te cansarás de aquel muchacho—gruñó—. El matrimonio es una institución sagrada, una vez casado no podrás separarte de él. ¡¿No lo entiendes?!

—¿Y quién dijo que eso es lo que quiero? —levantó una ceja interrogando a su madre.

—Lo harás cuando te canses de él —explicó vehemente.

—No, Pak Jimin será mi rey y tú y todos tus soberanos tendrán que cerrar la boca, porque lo que quiero lo obtengo.

—Tú padre pensaría que...

—¡Mi padre esta muerto! —dijo aún dolido por la fátidica partida de su progenitor al cual respetaba y amaba—. Si él confió en mí, tú deber es hacer lo mismo, honra la última voluntad de tu esposo, madre.

La antigua reina se paro derecha y dándole una última mirada a su hijo salió de la habitación a paso duro demostrando su descontento con la noticia tan lamentable que rondaba por el castillo. Su hijo no podía casarse porque sabía como madre que este no respetaría a la persona que jurara ante Dios seguirle, eso sólo traería desgracias al reino.

















Jimin llegaba de un día tranquilo en la panadería, entró a la gran casona y camino por los jardines para reunirse con su familia como todas las tardes después de una ardua jornada laboral. Aunque gozaba de una tranquilidad inusual algo en su interior se encogió a medida que entraba a la casa, un presentimiento que le decía que las cosas no marchaban como todos los días.

Sus peores sospechas se hicieron realidad cuando el ambiente no olía a comida recién hecha y sus padres y hermano aguardaban su regreso en el salón. De inmediato dejo sus cosas cerca de la puerta y alarmado se acercó a su madre quien no paraba de llorar.

—¿Mamá que ocurre? —dijo hincandose a su lado.

Esta alzó la vista para mirarlo de cerca, le abrazó y lo sentó a su lado. —Tú padre tiene algo que decirles.

Miró como el hombre les observaba y como su hermano mayor negaba con pesar. Algo no estaba bien.

—Tengo que pagar una suma descomunal de dinero al rey, sino puedo morir—dijo ante la mirada expectante de su familia.

—Cariño...¿Que haremos?

Los dos hijos miraron a su padre, estaban asustados ya que deberle tanto dinero al rey era una pena de muerte inminente.

—¿Qué podemos hacer padre? Debe haber una manera—habló Jimin lleno de desesperación.

—La hay—suspiró el hombre—. Él ha aceptado perdonar la deuda a cambio de algo que no estoy dispuesto a hacer.

—¿Qué es padre?

—Quiere tener a uno de ustedes como esposo.

Los dos chicos se observaron con lágrimas en los ojos, conocían la fama del monarca por lo que aquella declaración les lleno de terror.

—Yo soy el mayor, yo lo haré padre.

—No Jihyun, él ya ha decidido—miró a su segundo hijo con lástima—. Te eligió a ti Jiminie.

Comenzó a negar mientras se alejaba de su madre. —No, no, no, por favor padre no me hagas esto.

—¡No tenemos otra opción hijo!

—Papá sabes bien que Jimin no podrá aguantar ¡Morirá en sus manos sino hacemos algo!

—¿Y que podemos hacer nosotros contra la realeza Jihyun? No sean idiotas, si muero de igual manera tomará a Jimin, él me ha jurado que lo cuidaría.

—¡¿Y le crees?! —explotó el mayor.

Jimin seguía llorando cerca de su madre quien mantenía la cabeza baja incapaz de hacer algo contra la palabra de su marido.

—Es lo único que tenemos—miró a los muchachos con lástima y remordimiento—. Prepárate hijo que iremos al castillo en unos días.

El rubio se hinco frente a su padre y con lagrimas en los ojos le suplico. —¡No dejes que me tome, por favor papá, no él!

Park Jihoon observó a su hijo quebrarse por completo y sintió el verdadero peso de la decisión que había tomado, su pequeño niño de mejillas redondeadas le miraba suplicando que no lo entregara a ese hombre, pero para lamento del rubio el poder pesaba más que la sangre.




Hola como están?💜

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El Rey De La Muerte *Yoonmin*Where stories live. Discover now