El Rey De La Muerte *Yoonmin*

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—Lu, por favor dime que no me van a aventar piedras—susurró temeroso de su posible castigo. No le había dado miedo enfrentarse al consejo y a la reina, quien le abrazó en un acto de perdón, pero sí estar frente a su pueblo.

El castaño le miró soltando una pequeña risa, a su lado KyungSoo volteó los ojos, esa tarde sería la presentación de los pequeños herederos al reino entero, podían escuchar como la gente se amontonaba en las afueras del castillo esperando. Habían pasado tres semanas desde que dio a luz y las cosas cambiaron dramáticamente, sobre todo porque ahora tanto él como Yoongi llevaban marcadas unas bolsas bajo los ojos debido a su nueva vida como padres. 

Estaba vestido con un traje negro con rojo, los colores del reino. La joyas que estaban alrededor de su cuello eran la demostración de su estatus, no le gustaba usarlas si estaba frente al reino, pero no tenía otra opción, Esperaba en el pasillo del balcón principal a que Yoongi apareciera, ese día aparte de presentar a los bebés Min se les daría la noticia sobre las nuevas modificaciones a la ley. Jimin estaba orgulloso de su esposo, durante mucho tiempo había hablado con él de las duras exigencias hacia el reino, pero pensó que este no haría nada al respecto.

—¿Listo cariño? —escuchó la voz que le llenó de dicha.

Yoongi salió de la nada llevando el traje de gala que lo hacía lucir tan bien que un cosquilleo en su estómago se hizo presente, tuvo que negar para mantenerse atento en lo que iba a suceder, observó a LuHan quien le tendió a Taehyun, después de cargar a su pequeño dormido, Yoongi se acercó a KyungSoo y tomó a Minnie. Ambos se miraron antes de avanzar, sonriendo, las puertas del balcón se abrieron dejando ver la linda mañana de aquel día, apenas empezaba el invierno. Caminaron hasta la barandilla de piedra por donde se veía toda la gente quienes gritaron en celebración al verlos, Yoongi sonrió y espero hasta que los gritos se cesaron.

—Pueblo de RyuuMoon, les presentó a los herederos Min Taehyun y Min Minnie—dijo aquello con el orgullo adornando sus ojos, Jimin miraba como los presentes aclamaban a sus hijos, aquello fue abrumador, por un momento quiso tomarlos y alejarlos, quería protegerlos de todo, que nadie los viera, pero eso era imposible—. Hoy es un día para celebrar, mi esposo Jimin me ha dado dos hermosos y sanos hijos—le miró sonriendo—. Y traigo buenas noticias para vosotros, durante años y después de la muerte de mi padre, decisiones perjudiciales se han tomado, mi pueblo es rico, poderoso y sus habitantes tienen que disfrutar de eso, es por eso, que hoy, yo, el rey Min Yoongi, por decreto real anuncio oficialmente se ha eliminado el tributo real.

La gente se quedó en silenció, con las manos preparadas para aplaudir, se miraron entre ellos consternados. El tributo real era un monto monetario que cada habitante trabajador tenía la obligación de pagar por día, esto a parte de los impuestos mensuales, ellos estaban pasando un difícil momento mientras que la realeza usaba ese dinero de manera descuidada. Por eso los odiaban y creían que eran unos monstruos avariciosos. Yoongi se había dado cuenta que con los impuestos era más que suficiente para mantener el reino, pedirles montos extras era un abuso de poder, lo llevaba pensando desde hace años, pero sus consejeros le decían que todo estaba bien, sin embargo al conocer a Jimin supo la realidad y eso no le gusto. Él era el rey y estaba a cargo del bienestar de su gente. 

El creía que aunque su problema con los rebeldes estaba a nada de ser erradicado, existía la posibilidad que nuevamente apareciera en un futuro no muy lejano, porque su pueblo estaba molesto con él y con la realeza, ahora que tenía hijo, debía ser más consciente de los peligros, si mantenía a su pueblo feliz y en bienestar, estos no se levantarían contra él. Jimin le había ayudado mucho más que cualquier otro.

Fueron minutos de silencio hasta que una oleada de celebración se hizo presente, las personas se abrazaban y reían con alivió, algunos hasta lloraban de la felicidad, un enorme peso en sus hombros desapareció de inmediato.