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—Espero poder verte pronto— sonrió Jimin sin soltar las manos de Taehyung, una parte de él se llenaba de melancolía por verlo partir, pero sabía que en otra ocasión volvería a tenerlo cerca—. Por favor escríbeme, quiero saber cuando nazca el bebé.

—Yo también espero lo mismo Jimin, por favor cuidate mucho—le abrazó con fuerza, un abrazo cálido que servía como una despedida melancólica —. Eres una una gran persona, también escríbeme.

—Tú también Tae, cuida mucho de ti—sonrió al separarse.

Yoongi y Jungkook observaban a sus esposos atentos, para ellos era increíble la conexión que estos habían formado en tan poco tiempo, Jungkook suspiró ligeramente.

—Se han hecho buenos amigos—dijo Yoongi con una media sonrisa —. Piensa en lo que te dije y espero vernos pronto, por favor, no desaparezcas del mapa nuevamente.

—Sí, tenemos que reunirnos con Namjoon—asintió Jungkook.

Ambos se abrazaron con camadería, aquellos días habían servido para revivir viejos tiempos, donde la aventura era parte de su vida, tenían una buena relación que reafirmaban a pesar de no verse seguido, Jungkook se acercó a Jimin e hizo una reverencia que el rubio correspondió con total respeto.

—Suerte con el bebé—dijo Yoongi despidiendo a su gran amigo.

Taehyung miró a Jimin por última vez y se despidió del Reino que los había acogido durante esos días con cordialidad y amabilidad. Jungkook le tomó del brazo y ambos se encaminaron al carruaje para volver a su frío hogar. Los reyes de Ryuumoon les observaron atentamente y en silencio.

—Deberíamos visitarlos cuando el bebé nazca—comentó Jimin sonriendo con ilusión.

Yoongi no asintió, pero tampoco se negó, simplemente lo rodeó por los hombros y lo acercó a su cuerpo. Creía que su esposo debía mantenerse inocente ante las situaciones que podrían causar conflictos a su corazón, porque había cosas que él no entendía y era mejor de esa manera.











Las cosas en el reino no estaban marchando como se lo imaginó, había ataques en las fronteras, todos llevaban la misma metodología y por si fuera poco con descaro ponían las banderas rojas indicando una rebelión, cosa que no podía permitir. Había perdido la cuenta de cuantas personas había ejecutado, estaba dispuesto a mantener el orden, tal y como le había enseñado su padre que tenía que hacer, si dejaba que la rebelión continuara, habría caos, y la tranquilidad del reino se esfumaría. No estaba sorprendido de que alguien quisiera matarlo, tenía entendido que, pese a todo, su reputación no era la mejor.

Ya no se podía permitir perder el tiempo jugando a la familia feliz, no cuando un pueblo entero necesitaba de él. Dejo a Jimin solo por el día y en las noches apenas y podía mantener una conversación con él, quien parecía estar cada vez más cansado, lo necesitaba, pero al mismo tiempo quería ocultar la situación, si Jimin no sabía nada de lo ocurrido era lo mejor, dejaría que este siguiese viviendo en un mundo repleto de cosas buenas.

Las amenazas de muerte aumentaban, querian aniquilado y quedarse con lo que tanto luchó por tener. No dejaría que eso ocurriera. No defraudaría a su padre, quien había muerto por ser traicionado, él no confiaba en nadie.

Entró junto a sus hombres a uno de los calabozos, el olor era repugnante, tuvo que taparse parte del rostro para suprimir el desagradable aroma a muerte, suciedad y mierda. Sus botas hacían ruido al caminar por el piso mojado de algo que no supo identificar como agua o sangre, estaba tan oscuro y  frío que ni las antorchas pudieron hacer visible el camino. Iba junto a sus mejores generales para un interrogatorio sorpresa.

El Rey De La Muerte *Yoonmin*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora