XXII

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—¿Falta mucho?- cuestionó el más bajo tras un jadeo consecuencia del cansancio que sentía por caminar.

—No, pero si quieres podemos sentarnos a descansar un momento- ofreció su novio sonriéndole con ternura.

—No, sigamos- afirmó sin detener su caminata acompañado del rizado,  quién tras chocar su pie derecho con una pequeña piedra se tambaleó un par de segundos previos a terminar en el piso, lo cuál generó una incontrolable risa en Erick.

—No es gracioso -se quejó con una sonrisa.

Amaba escucharlo reír.

Mientras el ojiverde seguía burlándose por su caída, a la par que le ofrecía una mano para ayudarlo a levantarse, trataba, en vano, de recordar un sonido más bello que el de su risa.

Pensó en el sonido producido por el agua en aquellas cataratas que visitó hace un par de años pero no resultó comprable, recordó las voces de sus artistas favoritos pero no sé acercaban, siendo un "te amo" de su hermano lo único que lograba hacerle competencia.

—¿Te lastimaste?- preguntó el azabache una vez que Joel se encontró de pie, evidentemente sano.

—Solo mi corazón cuándo te burlaste de mí- dijo riendo con las manos en su cara en un fingido llanto, mal actuando, por el que ambos estrellaron de la risa.

Y ahí estaba otra vez, aquel celestial sonido con nulos puntos de comparación. Nunca creyó que le fuera tan complicado describir lo magestuoso de una risa pues nunca creyó que sería tan feliz escuchando una, pero simplemente era así; se sentía feliz escuchando la risa de Erick tan llena de vida y diversión.

Cuándo se encontraron cerca de su destino la vista del ojiverde fue bloqueada por las manos de su pareja, quien pretendía darle una sorpresa. Una vez frente al lugar le indicó que no abriera los ojos hasta que fuera avisado de modo que Joel se posicionó a su lado para poder ver su reacción.

Tras el aviso los párpados de Erick se fueron separando permitiendo la vista a aquellas esmeraldas que pronto se llenaron de brillo, al analizar la escena presentada frente a él, a las par que una hilera de dientes blancos ligeramente torcidos formara  una sonrisa en su rostro que no expresaba más que felicidad pura.

Al rizado pareciendole una imagen hermosa aquella escena rápidamente sacó su celular abriendo la cámara para fotografiarlo antes de que saliera del estado de shock sucedido apenas un par de segundos después.

Y es que hasta ese momento Erick nunca se había sentido tan querido, nunca había experimentado la emoción de notar que alguien realmente le importaba y le sorprendía que así fuese.

Nunca había tenido la sensación de haber sido escuchado hasta ese momento, en el que frente a sus ojos se encontraba el cartel de un parque de diversiones tal y como los que, en una ocasión, le mencionó a Joel que siempre había querido asistir.

—Me prestaste atención- murmuró emocionado con las manos cubriendo su nariz y boca debido a la emoción.

—Siempre lo hago- afirmó tomando una de sus manos para besarla con cariño.

Empezó a caminar sin soltar su mano haciendo que lo siguiera y mostrando dos boletos los dejaron pasar luego de al rededor de dos minutos en una fila, ya que, por suerte, había poca gente por ser un día de semana.

Tras unas horas en las que subían y bajaban de diversos juegos decidieron tomar un descanso en el que Joel compró unos helados, a pesar de la insistencia del ojiverde de que no había necesidad de seguir gastando en él.

El rizado tuvo que apartar la mirada al notar la manera en que Erick saboreaba el helado, pues a pesar de todo el cariño y respeto que tenía hacia este seguía siendo un adolescente lleno de hormonas y no quería tener una erección que podía incomodarlo si llegaba a notarlo.

—Vamos a la montaña rusa- ofreció Joel mirando la misma.

—Me da miedo- murmuró avergonzado sin dejar de comer el helado.

—¿Realmente crees que dejaría que te pase algo?- preguntó mirándolo enternecido.

—Que esté mal construida y se caiga no está bajo tu control- sonrió ligeramente- ¿Quieres?- preguntó ofreciéndole el cucurucho una vez que no hubo rastros de crema en este.

—Pero si puede estar bajo mi control en ese caso amortiguar tu caída- afirmó con una sonrisa aceptando la galleta a la par que anotaba mentalmente que no eran del gusto de Erick.

Tras aceptar esperaron unos minutos en la fila antes de subir, una vez en los carritos tomados de la mano pasaron otros minutos hasta que empezó a andar sacándole poco a poco gritos a quienes de encontraban adentro.

A pesar de tener gran parte de la ciudad frente a él el rizado no podía despegar la mirada de Erick admirando la emoción en su cara con cada subida y bajada esbozando gritos cada vez que una de estas de presentaba de golpe.

Una vez en tierra nuevamente, y tras pagar por dos fotos tomadas en el momento, sin dejarlo decir mucho el rizado corrió con la mano del ojiverde hacía la rueda de la fortuna.

—Dijiste que siempre quisiste ver el atardecer desde una de estás- comentó mientras veía como paraba y todos empezaban a bajar.

Esta fue la parte que más dinero le costó pero que sin duda más valdría la pena.

Sin pasar por la fila subieron a la atracción y tras un asentimiento de Joel está empezó a andar, dieron una vuelta y a la mitad de la segunda quedaron postrados en la parte superior viendo cómo caía el atardecer.

Erick se encontraba viéndolo maravillado, no solo por lo hermoso del paisaje sino también al notar todo lo que había hecho Joel ese día por él.

Armandose de valor volteó y tomo, con su mano derecha, la cara de su novio para juntar sus labios justo antes de que oscureciera completamente.

Luces apagadas||Joerick||Terminada||जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें