VIII

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Erick salió de la ducha con los ojos ligeramente rojos, los párpados ligeramente maltratados por tanto frotarlos en un intento de secar las lágrimas que no paraban de caer desde que despertó al igual que el ligero mareo que tenía.

Estaba seguro que sería un mal día, como todos.

Salió del baño con una toalla envuelta en la cintura, nervioso.

Trató de apurarse en llegar a su cuarto, más cuando estuvo a unos pasos de la entrada del mismo unos brazos rodearon su cintura y tuvo que contener un sollozo qué luchaba por salir.

—Si tú mamá se despierta te voy a castigar a ti y a ella, así que haz silencio- advirtió retirando lentamente la toalla del cuerpo del ojiverde.

Sintió las lágrimas agruparse en sus ojos y cerró los ojos en un fallido intento de que no salieran.

Sintió la intromisión del miembro del mayor y no pudo evitar soltar un fuerte gemido de dolor haciendo que los movimientos se detuvieran.

—¿Qué te dije?- cuestionó dándolo vuelta para quedar cara a cara.

—P-perdon- titubeó mientras más lágrimas caían- es que entraste muy fuerte, papi- sollozo.

No pudo seguir tratando de justificar su grito, pues estuvo a punto de soltar otro cuándo un fuerte puño se estampó contra su mejilla haciéndolo caer.

No gritó, no dijo nada, no lloro, no reaccionó, simplemente se quedó tirando tratando de soportar el dolor tanto físico como mental que tenía en ese momento.

Le gustaría tener a alguien para poder hablar, pero si bien tenía gente con la que compartía diariamente era conciente de que no les interesaba sus problemas.

—¡Erick!- escuchó qué lo llamó su madre desde su habitación, no le gustaba el tono con el que lo llamó.

—Me cambió y voy- avisó entrando en su habitación.

—¡Te hablé ahora, no cuándo te cambies!- gritó.

El ojiverde suspiró y agarrando en nudo de su toalla con fuerza avanzó hasta el cuarto de su madre.

—Aca estoy- avisó aunque era obvio que Daysi ya lo había visto.

—Anoche llegué a casa ¿y sabés qué encontré?- cuestionó sonriendo con cinismo, Erick negó- ¡Está toda la casa hecha un lío!- reclamó.

—Lo siento, mamá, estaba muy cansado y en cuánto llegué me acosté a dormir- explicó en un susurró.

—¿Cansado de qué?- cuestionó en un gritó.

—L-lo siento- se disculpó nuevamente- me pongo la ropa y limpió todo antes de irme- murmuró.

—Espero esté todo limpió y tú estés listo para irte antes de que baje- advirtió saliendo de la habitación en dirección al baño, seguida del menor que fue a su habitación a ponerse lo primero que encontró para luego bajar a la sala.

El ambiente no se encontraba para nada sucio a excepción de unas cosas en los estantes que no deberían estar ahí todo se encontraban perfecto orden.

Luego de acomodar esas cosas en sus respectivaos lugares se dirigió a la cocina para ver que había tres platos sucios que lavó rápidamente.

El mareo se intensificó pero decidió no decir nada.

Eso le duro un par de horas hasta que tuvo que faltan un rato para tener que irse, decidió preguntarle a su madre que tomar ya que a demás del mareo sentía punzadas en la cabeza.

—Mamá- dijo al verla bajando por las escaleras- me duele la cabeza- murmuró haciendo un puchero.

—¿Y?¿Te felicito? Ya deberías estar yendo a la escuela- reclamó.

—P-pero ¿qué puedo tomar?- cuestionó.

—El colectivo- se burló- ¿comiste?- cuestionó.

—Si- mintió.

—Bueno, ya vete, te quiero- dijo empujándolo hacia la puerta.

Erick frunció el ceño. No entendía a la gente que decía quererlo pero no sé preocupaba en lo más mínimo por el.

Al llegar del colegio Joel ya había llegado y estaba sentado en el lugar de siempre y se acercó a pedirle permiso con los ojos para sentarse a su lado.

—¿Puedo?- murmuró al ver qué no entendía su silencioso pedido, el rizado sonrió y asintió dejando que pasará.

—¿Como estas?- cuestiono el rizado- pareces triste- se animo a decir- más de lo normal- murmuro para si mismo.

—Tuve un pequeño problema con mi mamá, pero ya esta- explico fingiendo una sonrisa. 

—¿Me quieres contar qué paso?- ofreció brindándole una pequeña sonrisa, sorprendido de que el ojiverde le haya contado. 

—Le dije a mi mamá que me sentía mal de salud y simplemente no le importo y me saco a la fuerza  de la casa para venir - contó haciendo un pequeño puchero.

—Oh- no sabia que decir- tal vez creyó que lo decías para no venir a estudiar, pero es tu mamá y obviamente se preocupa, solo que tal vez tiene muchas cosas en la cabeza- trato de animarlo.

—Supongo que si- sonrió ligeramente. 

No creía que fuera así, pero le hacia sentir bien que el rizado se preocupara en hacerlo sentir mejor.

Joel por otro lado sentía como la felicidad invadía cada rincón de su cuerpo al ver como de a poco el ojiverde se iba abriendo a el, aunque de igual manera no pudo evitar sentirse preocupado tanto por lo que dijo de su salud como porqué su madre no se haya preocupado por lo mismo. 

Luces apagadas||Joerick||Terminada||Where stories live. Discover now