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—¿Cuántos años tienes?- cuestionó el rizado- ósea, probablemente tengas mí edad pero tal vez repetiste alguna vez- explicó.

—Nunca repetí, por ahora, tengo 14- dijo bajito jugando con sus dedos.

—¿12 años? Pareces más grande- río Erito alborotando su cabello.

—En realidad; soy el más pequeño, en tamaño y edad, de mí salón.

—Probablemente también el más lindo- afirmó acariciando su hombro.

—Supongo que soy el menor acá- río el rizado, Erick lo miro confundido- tengo 14 también, pero cumplo en febrero- explicó.

—Yo en enero- sonrió ligeramente, se apoyó en la pared porqué estaba cansado.

—¿Qué día?- cuestionó y Erick levantó tres dedos para indicarle la fecha.

Si bien no sé sentía incómodo con Joel aún prefería interactuar lo menos posible y como si o si tenía que hacerlo con el trataba de demostrarle que solo quería su compañía, por ahora.

—Yo cumplo el 28 de febrero- informó y Erick le dedicó una pequeña sonrisa- ¿preferirías no hablar?- cuestionó el rizado al notarlo levemente incómodo, el ojiverde suspiró agradecido y asintió.

Joel empezó a creer que Erick padecía de algún tipo de transtorno autista, al igual que su hermano, pero prefirió no mencionarlo. Pensó en preguntarlo después pero concluyó que se ser así o sea lo que sea tendría que ser Erick quién se lo cuente.

Tampoco insistiría, si el ojiverde quería pasar tiempo con él o hablar que sea por propia voluntad y sin necesidad de molestarlo mucho.

Sacó su teléfono del bolsillo, tecleo un par de veces para luego volver a guardarlo.

—Er- le llamo y el ojiverde sintió su corazón pararse por un instante.

—No, por favor- murmuró el ojiverde abajo de la cama sintiendo como las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos.

—Er- volvió a llamar el hombre- si te escondes el castigo será peor, sabés que eventualmente te voy a encontrar, mi amor.

El ojiverde tragó saliva y limpió las pocas lágrimas que habían caído antes de salir de abajo de la cama. Tosió un poco para aclarase la voz y que no sonase rota, si se entera que lloro lo va a castigar.

—Estoy en mí habitación- informó el ojiverde y tragó saliva tratando de bajar el nudo en su garganta.

—¿Er?- cuestionó el rizado al ver que parecía ido, agitando una mano en su cara- ¿estás bien?- cuestionó preocupado, tal vez el estar encerrado lo estaba afectando aunque hace un rato había ido una profesora a avisarles que ya habían llamado a un cerrajero así que debería estar por llegar. El ojiverde asintió lentamente- ¿por qué lloras?- cuestionó pasando una mano por su mejilla donde empezaba a deslizarse una lágrima.

—Y-yo... no... no importa- murmuró negando con la cabeza- ¿Qué me ibas a decir?- cuestionó apartándose.

—¿Seguro qué no me quieres contar?- cuestionó- puedes confiar en mí- aclaró en voz baja acercándose para tomar su mano.

—Estoy bien- dijo intentando soltarse, sin intentarlo realmente.

Se sentía seguro con la mano de Joel envolviendo la suya

No entendia porqué, es un chico que recién conoce pero no se quiso detener a cuestionarlo mucho: era la primera vez que se sentía seguro en mucho tiempo y le gustaba sentirse así.

—Te iba a preguntar si después de clase te gustaría ir a tomar algo conmigo- cuestionó dedicándole una cálida sonrisa.

El ojiverde se lo pensó unos segundos pero cuándo estuvo por dar una respuesta la puerta sonó indicándole qué ya habían llegado a abrirles, ambos centraron su atención en ese objeto hasta que vieron como abrió aunque igualmente no podrían salir ya que aún estaban en horario escolar.

De repente el salón comenzó a llenarse rápidamente para finalmente entrar la profesora.

—Si, quiero- murmuró el ojiverde aprovechando el escándalo que aún había.

Al finalizar el horario escolar Joel tomo de la mano a Erick qué se sorprendió más no objeto y lo llevó casi corriendo hacia una cafetería que se encontraba a un par de cuadras.

—Perdón, no te pregunté si te iban a buscar pero supuse que no- se disculpó, en realidad el día anterior observó que volvía solo.

—Mi mamá no llega hasta la noche- murmuró, dándole a entender que estaba bien.

Mientras el rizado no paraba de hablar contándole anécdotas sobre su antiguo colegio Erick permanecía callado sonriendo por alguna de las ridiculeces que soltaba Joel.

Hace tiempo no se sentía tan bien, y aunque tal vez el rizado no se daba cuenta o simplemente no lo sabía; Erick no era tan feliz hace mucho tiempo.

Luces apagadas||Joerick||Terminada||Where stories live. Discover now