XXI

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Joel guardó rápidamente sus cosas en su mochila antes de salir prácticamente corriendo tanto del aula en que se encontraban como posteriormente del colegio sin siquiera despedirse de Erick.

Últimamente no hablaban mucho, ni pasaban mucho tiempo juntos y lo extrañaba.

Temía que el ojiverde creyera que ya no lo quería, o algo por el estilo, pero si se centraba a averiguarlo se sentiría con la necesidad de darle explicaciones y eso arruinaría su sorpresa.

Por su parte el mayor efectivamente se sentía reemplazado, los dos primeros días supuso que tendría algo importante que hacer y no pudo contarle, pero luego de una semana comenzó a sentir que la distancia que Joel estaba tomando era su culpa y no creía estar en posición de cuestionarlo así que se limitó a sentirse mal en silencio.

Al entrar a su casa sintió sus ojos humedecerse debido a la presión tan dolorosa su pecho al sentirse usado y despreciado a la par que tiraba su mochila en uno de los sillones antes de subir a su habitación de la cual se desvió al ver el baño y decidir tomar una ducha.

Ducharse lo relajaba o lo atormentaba aún más, no tenía un punto medio, pero en ese momento necesitaba más que nunca que lo relajara y por suerte para él así fue por lo que en cuanto salió de la ducha y se emitió dentro de una larga remera solo con sus boxers abajo se durmió rápidamente.

Despertó por sentir un tirón en su pelo haciéndole doler la cabeza.

—¿Tú que te crees? - vociferó su madre y él la miraba confundido sin animarse a quejarse del dolor- ¿Crees que vives en un hotel o tienes sirvienta? - Gritaba mientras hacia el amarre más fuerte.

—No entiendo a qué te refieres, mamá, perdón- murmuró con las lágrimas empezando a caer- realmente lo lamento, dime que hice mal y...- no pudo terminar de hablar cuando fue interrumpido por una cachetada proporcionada por su madre lastimándolo más de lo debido por los anillos que traía puestos.

—Encima tienes el descaro de llorar- se quejó- te voy a mostrar lo que hiciste a ver si se te refresca la memoria- aulló saliendo de la habitación sin soltar el cabello de su hijo que inevitablemente la seguía por lo mismo, al llegar a la sala lo tiro hacia el sillón señalando su mochila.

—Lo lamento- dijo mirando hacia el piso al entender su queja- prometo que no volverá a suceder, no tengo ninguna justificación al respecto por lo que entiendo tu molesta- explicó abrazándose a la mochila- ¿Puedo llevarla a mi habitación?

—Ya lárgate- autorizo para luego ver como el pequeño cuerpecito se alejaba casi corriendo.

Tras dejar la mochila en su cama se acostó a dormir nuevamente y esta vez durmió toda la noche sin ninguna interrupción más que el timbre que, tras revisar la hora en su teléfono, sonó a cerca de las diez y media de la mañana.

Sabía que su madre no estaba por lo que fue él quien tuvo que abrir la puerta sorprendiéndose al encontrarse con su novio al otro lado de la puerta mirándolo feliz.

Llevaba unos jeans negros rotos en las rodillas con una remera del mismo color al igual que su campera, se veía increíble, pero sin duda, pensó Erick, lo que mejor le quedaba era la sonrisa que se encontraba en su rostro que tras mirar atentamente al menor se borró.

—¿Estás bien? –fue lo primero que salió de su boca a la vez que alargaba su mano hacia la marca que tenía bajo sus ojos verdes- ayer no tenías esto- murmuró preocupado.

—No es nada- sonrió ligeramente en un fallido intento de despreocuparlo- ¿Pasó algo? ¿Qué haces acá? - cuestionó.

—Espero que realmente no sea nada, pero si llega a serlo cuando estés listo me puedes contar, lo sabes ¿no? - dijo aun preocupado y el ojiverde asintió- Venia a invitarte a salir, ya que hoy no tenemos clases- sonrió.

—¿De verdad? - preguntó con ilusión y el rizado asintió enternecido por el leve brillo que pasó por los ojos de Erick- pensé que ya no me querías- murmuró avergonzado jugando con sus manos.

—¿Cómo voy a dejar de quererte, mi amor? - Cuestionó con una sonrisa triste- Si no nos vimos esta semana fue porque estuve haciendo pequeños trabajos para poder pagar el lugar al que vamos hoy, mientras más tiempo más ganaba, en ningún momento dejé de querer y dudo que eso pase pronto; si eres una de las personitas más lindas que conozco, en todo sentido, no podría estar menos que enamorado de ti en todo momento- le sonrió acariciando su cara.

—¿Vamos? –preguntó el ojiverde sonrojado con una pequeña sonrisa.

—Yo creo que te ves hermoso, pero tal vez deberías ponerte más ropa- comentó con una pequeña risa al terminar de hablar.

—Claro, pasa mientras yo me visto- dijo ligeramente avergonzado haciéndose a un lado para que pueda pasar y posteriormente cerrar la puerta- ¿Qué? -Cuestionó al notar como el rizado lo miraba de arriba a abajo sonriente.

—¿Realmente creíste que ya no te quería? De verdad discúlpame por hacerte sentir eso- dijo dando un paso adelante para acercarse- Te veo y juro que no puedo creer lo hermoso que eres, te escucho y me pareces simplemente perfecto y la manera en que se me acelera el corazón por el amor que te tengo simplemente me termina de confirmar lo enamorado que estoy.

—¿El corazón? - preguntó curioso ya que de momentos le pasaba lo mismo.

—Ven, siente- dijo tomando la mano de su novio para dirigirla a su pecho y notara el ritmo acelerado de su corazón. El ojiverde expreso sorpresa ligeramente para luego tomar la mano el rizado y hacer exactamente lo mismo, este sonrió con ternura y se zafó del agarre para tomarlo de la cintura y besarlo suavemente- ve a cambiarte, así vamos, espero que te guste lo que tengo planeado- murmuró en sus labios sin soltarlo.

Metió la mano derecha en su remera para tocar su piel besándolo nuevamente mientras que con la izquierda acariciaba su cara con amor para luego de unos segundos soltarlo y dejarlo ir. 

Luces apagadas||Joerick||Terminada||Where stories live. Discover now