17. Chicago

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CHRISTOPHER VELÉZ.

Leo el correo que acaba de llegar que resulta ser una invitación a la boda de mi ex-novia, y tras notar que Antonella ha terminado todo su trabajo respondo confirmando mi presencia.

—¿Por que sonríes?— me pregunta Zabdiel sin mirarme a la cara cuando levanto mi vista para observarlo.

—Jazmín se casará...— suelto sin más, y en ese momento el levanta la cabeza para mirarme sin soltar el esfero que sujeta en su mano.

—¿Y estas feliz por que tu ex se casará?— indaga aún más confundido, río para girar la pantalla de la computadora y mostrarle la invitación.

— Me invito a su boda que sera en Chicago mañana...— este alza una ceja aun sin entender nada y ruedo los ojos preguntándome si es de comprensión lenta o que diablos le pasó a su inteligencia hoy.

—¿Y?

—Que iré y mi acompañante será Antonella— lo comprende al escucharme y sonríe palmeando mi hombro como un papá orgulloso.

—Si en ese viaje no logras nada Christopher, entonces no eres digno de ser mi amigo...— lo fulminó con la mirada mientras esté se carcajea en mi cara como si fuera un puto payaso.

— Aparte si no logra nada debe dejar que nosotros conquistemos a Antonella...—me sobresalto al escuchar la voz del imbécil de Erick que hasta ahora me doy cuenta se encuentra sentado en los muebles.

—¿Como entraste sin que te notamos?—pregunta Zabdiel con la mano en su pecho.

—Cuando están trabajando están tan concentrados que incluso puedo robarme todo el dinero de la caja fuerte de Christopher y ustedes ni lo notaran.

Le envío una advertencia que capta solo con verme para callarse entendiendo que debe dejarnos concentrar a mí y a Zabdiel en los últimos detalles del auto que ya casi está listo.

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ANTONELLA JOHNSON.

Luego de que la hora del almuerzo se me acaba, subo en el ascensor hacia mí puesto de trabajo tranquila pese a que no he tenido ningún percance con las amigas de Alessandra o con la nombrada.

Tomo asiento en la silla giratoria prendiendo la laptop a la vez que verifico el iPad pendiente a ningún archivo o documento por revisar.

Ya que no hay nada por hacer saco mi teléfono de la pequeña cartera que siempre cargo, maldiciendo en todos los idiomas que se al ver que mi padre ha conseguido mi nuevo número.

Veo las más de 30 llamadas perdidas bloqueando su número sin nisiquiera leer todos los mensajes que me ha estado enviando durante toda la mañana y que gracias a que mi celular se mantiene en silencio no lo he notado.

Veo a el señor De Jesús junto al Señor Colón salir de la oficina de mi jefe conversando entre ellos con varias carpetas en sus brazos.

— Antonella, ¿Ya comiste?—me pregunta el oji-verde con una sonrisa amigable que correspondo enseguida asintiendo.

— Christopher te quiere en su oficina...—avisa el rubio y enseguida me levanto a la vez que Erick camina hacia mí.

—Quedó de un humor de perros pero confío en que cuando te vea se le mejore el ánimo.—sonrió a la vez que deja un beso en mi mejilla y desaparece enseguida.— Nos vemos.

— Por cierto...— se gira Zabdiel antes de entrar al ascensor—, que disfrutes de Chicago.

Frunzo el ceño confundida la vez que ellos me giñan el ojo antes de desaparecer por la caja metálica.

Ignorando las últimas palabras camino hacia la oficina del señor Vélez, y antes de que pueda picar la puerta la voz de Alessandra me detiene.

—¿Que vas hacer adentro?— ni se esfuerza por ocultar el odio que estúpidamente me tiene.

Tomo una bocada de aire antes de girarme para enfrentarla

—No se por que tengo que darte explicaciones de lo que haga pero ya que están tan interesada en mi lo haré. — sonrió sin falsedad mientras está sigue parada junto a su escritorio con sus manos puestas en su cadera—El señor me mandó a llamar

—¿Piensas que te creo?— me pregunta caminando hacia mí y ruedo los ojos fastidiada con ella.

—Puedes entrar y preguntárselo tu misma, además si miento o no, no te afecta Alessandra. —ironizó antes de picar la puerta y ignorarla —El único que puede decirme algo es Christopher por que es mi jefe, no tu querida.

Cierro la puerta a mis espaldas a la vez que suelto un suspiro y dibujando una sonrisa camino hacia él.

—¿Me mandó a llamar señor?

Alza la cabeza al escucharme entrar para asentir dibujando una sonrisa al verme frente a él.

— Toma asiento, Anto.

Acotó sus órdenes haciendo lo que me pide mientras abre uno de los cajones de su escritorio buscando un sobre blanco que lo extiende hacia mí.

Sin entender nada lo tomo para mirarlo fascinada con el sobre blanco que tiene un lazo por la mitad y en la atadura de este un pequeño selló con dos iniciales dentro.

J & D

—¿Que es esto?— pregunto aún sin ocultar la fascinación que tengo al ver la belleza y estilo de un simple sobre.

— Ábrelo.

Aún sin ocultar u borrar la sonrisa frunzo el ceño abriendo lentamente el lazo con el terrible miedo a dañarlo.

El sobre esta doblado en 3 y muevo la primera plana para sonreír leyendo la invitación a una boda.

Y no es por que me imagino algo idéntico o tengo la idea de casarme en el futuro, por que a decir verdad jamás he deseado casarme, siempre he creído que el hecho de contraer matrimonio es algo totalmente absurdo tomando en cuenta que muchas personas lo ven como una declaración de amor y respeto que se le tiene a la pareja cuando lo único que abría que contar sería la confianza del uno al otro, sino en sí por la elegancia que este transmite al observar todo el contenido.

Así que es por esa y muchas cosas más que jamás he pensando en casarme, aunque no juzgo, es simplemente mi pensamiento.

— Es una invitación a una boda de una pareja llamada: Jazmín Davis y Dimitri Anderson en Chicago el día de mañana.

Este asiente sin dejar de sonreír murmurando un: —Lo sé.

—¿Entonces para que quería que la vea?— rápidamente lo entiendo y aunque no es necesario que el hablé, quiero que me confirme lo que pienso.

—Serás mi acompañante, Antonella.





¡GENTE, GENTE, GENTE!
Se nos viene un nuevo personaje que espero que la amen tanto como yo.
Nah, mentira JAJAJA.
Pero no la odien tanto por fa.


Enseñame Daddy|| Christopher VelezWhere stories live. Discover now