Capítulo 20 "Esperanza"

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Ruggero Pasquarelli

Ella se veía tan hermosa, tan perfecta. Hace cuatro años no pensaba que podría llegar a ser más hermosa pero me equivoqué por que ahora era toda una mujer.

Cuando bajo por las escaleras y camino a mi con solamente un suerter enorme que le llegaba a la mitad de los muslos dejándome ver sus piernas me di cuenta que ahora estaba más flaca. Enrrealidad ella me gustaba de todas formas pero era raro verla tan cambiada.

También la seguí durante todo este tiempo, supe que hacía, que era de su vida, ahora ella era bastante famosa. Leí mucho sobre noticias de sus cambios físicos y las críticas, ella jamás habló sobre eso pero para mí era evidente que ella sufría mucho todo esto.

—Entonces... — Ella se sentó frente mío en el sofá y vi sus rulos caer por todos lados, ahora dejaba a sus rulos salir, antes, todos los días lo alisaba. Pero a mi me encantaba como le quedaban.

—¿Qué quieres saber?— Pregunté

—Eso te iba a decir— Sonrió de lado y se puso seria —¿Me odias?— titubeo un poco antes de preguntarlo pero lo dijo y me tomó de sorpresa.

¿Odiarla? Fue la única mujer a la que más ame en toda mi vida y me di cuenta muy tarde, demasiado.

—No, claro que no... sólo estuve muy enojado, aún lo estoy creo— ella asintió lentamente.

—Ruggero, no pude hacer nada cuando te fuiste, lo lamento... no volví hablarte por qué supuse que sería peor y temía que algún día te llamara y me dijeras que me odiabas o que no querías saber nada de mi, yo simplemente prefería quedarme con la duda lo cual es algo estupido— Trago duro y la miré con dulzura, no me había dado cuenta que la extrañaba mucho más de lo que pensaba.

—Fue horrible cuando desperté al día siguiente, recordando todo, cada noche contigo y saber que no podía hacer nada... fue horrible recordar y que tu no estés allí.

Fui sincero, recuerdo cuando mi madre me dijo que esa misma noche viajábamos a Londres, por supuesto que me opuse, tenía a mis tres mejores amigos allí y estaba aquella rubia bien vestida con el rostro cansado que me contaba lo que vivíamos, quería quedarme.

No logré mucho. Mamá me amenazó con que él menor de edad y si me oponía demandaría a Darren por su bar. Estaba atado de manos.

Pero al siguiente día, cuando desperté en aquel avión casi inmovilizado ya que estaba en una camilla en un sector especial, quería tirarme de allí pronto. La había recordado a ella del todo y recordé su rostro llorando y la despedidas de todos. Fue horrible y estuve todo ese tiempo solo.

—Imagine ese día mil veces, lo sé... debió ser horrible y no existen más palabras que expliquen lo arrepentida que estoy de haberte dejado ir y no volver a llamarte nunca en estos años...

Ahora la entendía, ella estaba igual que yo pero solo que ella temia mi respuesta y siendo sincero si ella algún día de esos en los que yo pensaba que me habían olvidado hubiera llamado le hubiera dicho muchas cosas feas y fue mejor que no llamara.

—Bueno... esta bien, te entiendo— asentí — también pude haber llamado yo.

—¿Tú madre dijo cosas de mi?

—Mamá me lleno la cabeza de ideas, me dijo cosas muy feas que dijeron, jamás creí al principio pero ya sabes... se que ya lo repetí y no es una excusa pero es mamá, las mamás no hacen eso— susurré mirando el suelo.

Ella tomó un largo suspiro y apoyó su cabeza en el respaldo de el sofá y llevó sus manos a su pelo y de inmediato vi algo brillando... era el anillo que le había dado. En mi rostro se formó una sonrisa y ella lo notó así que me miró raro esperando a que le diga por que lo hacía.

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