Capítulo 26 "Volver"

261 25 3
                                    

Karol Sevilla

"Él lo sabe, está yendo"

Cuando recibí el mensaje de mi padre cada centímetro de mi cuerpo se tensó, ¿Estaba enojado? ¿Triste? ¿Ambas? No sabía que pensar, no sabía cuál iba a ser su reacción y esperar me desesperaba.

Había estado las casi cuatro horas acostada en la cama, no me había levantado a almorzar, nada. Estaba mirando un punto fijo tratando de dormir sin poder hacerlo, me recordaba tanto a lo que vivía cuando Ruggero se fue y toda la fama que estaba teniendo me estaba abrumando.

Pensaba en todo lo que debía hacer, mañana mismo iría a sacar un turno con un terapeuta, necesitaba sacarme esta depresión que tenía. Me sentía mal, yo jamás había sido así.

Siempre fui segura con mi cuerpo, segura con mis pensamientos y decisiones, con el amor. Ahora todo eso ya no lo tenía y sabía que no tenía que depender de nadie para salir de este hoyo.

Uno tiene que tratarse a sí mismo, cuidarse, amarse y cuando uno lo dice parece fácil, cuando te lo dice otro suena fácil pero es tan difícil, tan difícil aceptarse. Hay días en los que crees que eres la persona más hermosa y en otro estás en el suelo.

Debería haber un límite para el sufrimiento humano.

Cuando escuché la puerta abrirse espere lo peor.

Me senté en la cama y vi a Ruggero pasar por el pasillo con Benjamin dormido en su hombro así que fue mucho mejor para mi saber que el niño tal vez no escuche ya que tenía el sueño muy pesado.

Ruggero entró a la habitación y se sacó su campera de jean quedando con su remera blanca mostrando sus tatuajes que yo amaba.

Esperaba a que él comience a decir algo, pero solo quedó parado en la esquina de la cama mirando al suelo sin decir nada hasta que levanto la vista y mis ojos se encontraron con los suyos.

—Creo que necesito que nos abracemos por que ambos nos estamos derrumbando nuevamente.

Con eso me bastó para levantarme de la cama lo más rápido que pude y tirarme a sus brazos.

Lo amaba, era mi gran amor, el más grande que jamás haya tenido, podía llegar a decir que era el amor de mi vida. Quería estar con el, quería que ambos saliéramos de dónde estábamos por qué tanto él como yo estábamos mal.

—¿No estás enojado?—Susurre en su pecho cuando una lágrima cayó.

—Eso no importa, no importa si estoy enojado o no. Karol...— se separó y tomó mi rostro en sus grandes y tatuadas manos.— Te amo cada segundo de mi vida, si no te tengo no se que hacer conmigo, eres el aire que respiro. Estuve perdido mucho tiempo y tú también, ambos estuvimos perdidos sin el otro y creo que a ninguno nos pasó eso antes de comenzar todo lo que comenzamos aquel día que te pedí venir a mi casa. —
Ya entendía a dónde iba, lo sabía perfectamente. —No creo que ninguna persona deba depender de otra, no creo que esté bien. No te quiero volver a dejar, no quiero separarnos nuevamente.

—¿Entonces?¿Qué es lo que quieres?

—Necesito aprender a vivir sin ti y tu sin mi. Pero ambos esta vez, sabiendo que con solo un llamado la otra persona atenderá, que estará allí. Me iré a Londres un tiempo, para ayudar con mi hermano y ahí... ahí ambos sabremos que hacer con el rumbo de nuestras vidas — asiento lentamente.

Estaba bien, también aceptaba eso. No digo que no vaya a extrañarlo, pero sabía que él estaba, era un tiempo para despejarnos, para encontrarnos otra vez porque ambos estábamos mal, en otro lugar y necesitábamos volver a casa.

Nuestro Tacto |Adaptación|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora