Capítulo 34 " Perdiendo la fé"

185 8 0
                                    

Penúltimo capítulo

Karol Sevilla

El auto paso y mis esperanzas de que sea Ruggero y mi miedo de que sea Sam se esfumaron, pasó de largo con mucha velocidad, no se quien podría ser a estas horas por este lugar pero tenía que caminar rápido.

Mientras caminaba pensaba, lo hacía mucho mientras rogaba porque Ruggero aparezca, pensé en que me cansé, me cansé de tratar de arreglar las cosas que no rompo, me cansé de buscar soluciones a problemas que yo no he causado, yo no merecía todo esto ahora, no tenia porque sufrir esto por culpa de mi padre y de mi hermano aún así ellos no hayan echo nada malo, me había cansado. Me cansé y cuando uno se cansa no hay marcha atrás, llamenlo egoísmo, sin embargo yo lo llamaré amor propio, porque en el proceso de arreglar las cosas de todos y con todos la única que sale lastimada soy yo.

Al cabo de alrededor de una hora supe que no vendría nadie, que Ruggero jamás pudo contactarme, que Sam se había cansado y que no volvería pero mis piernas comenzaban a dolerme. Normalmente no me dolerían tanto caminar por una hora luego de entrenar tantos éstos últimos años. Pero el hecho de estar estar atada de piernas casi todo un día me había debilitado. Además no comí nada, solo tenía el desayuno de hoy en la mañana.

Mi celular tenía 2% y seguía sin señal. Suspire y supe que tenía que dejar de esperar que vinieran por mi, debía salir de aquí por mi misma. Comencé a correr y me imagine corriendo en la playa con Ruggero, así que corrí y corrí hasta agotarme pero no había descansado hasta llegar a ver una autopista y suspiré al ver los carteles y saber que no estaba para nada lejos de casa.

Una sonrisa de alegría se asomó por mis labios y corrí nuevamente, mis piernas me gritaban que parara pero no podía, ni ahora que estaba tan cerca.

Cuándo entré al vencindario dónde vivía mis ojos se llenaron de lágrimas, estaba a salvo. Entonces ahí mis piernas me cobraron factura y comencé a dar pequeños y debilitados pasos, eran las tres la madrugada, mi celular ya no tenía batería y los vecinos dormían. Podía ver a unos metros en frente de casa bastantes camionetas de policías.
—Ruggero Pasquarelli, voy a matarte por no encontrarme—Susurre y relamí mis labios secos.

Nisiquiera pensé que cuando pase cerca de aquí podía pedir un teléfono, mi mente solo pensaba en correr hasta casa sin parar.

Entonces cuándo estuve a unos metros más cerca, dos policías de bajaron rápidamente de la camioneta y corrieron a mi.
—¿Señorita Sevilla?— Susurró el policía
—¿Ruggero Pasquarelli está allí dentro?— La policía a mi lado asintió, ambos estaban en shock sin poder creer lo que sucedía.

¿Cómo no fueron capaces de encontrarme? ¿Cómo no me ubicaron cuándo Ruggero me llamó?

—Señor— golpearon la puerta y un policía más abrió y sus ojos se salieron de órbita literalmente.

—¿Usted...?— Pase por su lado, no me interesaba nada, quería a Ruggero.

Toda la casa estaba iluminada, prendida cada luz del lugar y mire al living y con paso rápido fui hasta allí, no me importaba estar sudada, sucia, ni nada.

—Está vez no fuiste mi príncipe azul— susurre y Ruggero que estaba frente a una pared mirando a la nada se dio vuelta, sus ojos estaban rojos e hinchados, tenía la mano en la boca mientras se sostenía con la otra el codo.
Poco a poco bajó las manos y sus ojos tanto como los míos se llenaron de lágrimas.

—Carajo— Sus brazos me rodearon tan fuerte como nunca antes, el siempre fue delicado al abrazarme pero esta vez me abrazo fuerte, como si pensara que no soy real, que esto no está sucediendo. — Pensé que te había perdido para siempre esta vez.— rompí en llanto y lo abracé más fuerte.

Nuestro Tacto |Adaptación|Where stories live. Discover now