Capitulo 14

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Ese mismo día, por la tarde Rilian fue dado de alta ya que su cirugía había resultado muy bien y no corría ningún peligro.
Susan se había ofrecido a llevarlos a casa en el auto a lo que Rilian y Peter se opusieron completamente a la idea, pues ya conocían la forma en la que la chica conducía.

-No se cómo fuiste capaz de conducir, ni siquiera sabes cómo estacionarte- Susan solo rodó los ojos y subió al asiento del copiloto.

Una vez que regresaron a casa Susan se llevó un buen regaño por parte de su padre, pero al explicarle la situación, el señor Pevensie decidió castigarla solo una semana en lugar de dos.

El hijo de Caspian debía guardar reposo al menos un mes por lo que pasaba días demasiado aburridos, pero hizo un par de buenos amigos que hacían sus tardes más ligeras. Se trataba de Lucy y Edmund, cuando los hermanos regresaban de la escuela iban de inmediato a la casa de Caspian y pasaban horas con Rilian, le enseñaron cientos de películas y el chico parecía asombrarse cada vez más con cada película que le mostraban. Por su parte, Caspian estaba feliz de tener a los que consideraba sus hermanos cerca, en especial ver que se llevaran tan bien con su hijo.

Para la mala suerte de Caspian, los que también se llevaban bastante bien eran Susan y Rilian.
Poco tiempo después de que Rilian se lastimara el tobillo Susan fue a visitarlo y lo que el padre del muchacho vio no fue de su agrado. No supo de que habían hablado, pero los encontró abrazados haciendo que se pusiera celoso de su propio hijo, por obvias razones no le dijo nada a Liliandil, de lo contrario sabía que se iba a volver loca, así que trató de ser discreto y no decir una palabra hasta que las cosas estuvieran claras.

Un mes había pasado desde el accidente de Rilian y las cosas habían mejorado desde entonces, padre e hijo se llevaban mejor que cuando estaban en Narnia y eso hacia que Liliandil estuviera feliz, no había peleas ni gritos. Ella también había intentado mejorar su matrimonio, pero casi siempre era rechazada por Caspian.

La familia se había adaptado bastante rápido a este nuevo mundo, en especial la estrella, adoraba salir al supermercado y ver toda clase de cosas nuevas y extrañas que podía comprar.
Uno de esos días, mientras Liliandil estaba fuera, Susan quiso pasar a visitar a Rilian. Llamó a la puerta esperando ver a su amigo, pero se encontró con unos ojos color chocolate que en más de una ocasión le habían quitado el sueño.

-Hola, por favor pasa- un sonriente Caspian se asomó por la puerta dejándola pasar.

-Hola, amm...venía a visitar a Rilian- una tímida sonrisa se asomaba en los labios de la chica.

-Él no está, salió con tus hermanos, ¿no lo sabías?

-No, en realidad no...en ese caso mejor me voy, regresaré después-

-No, por favor espera- Caspian la tomó suavemente del brazo haciendo que un cosquilleo recorriera el cuerpo de la joven ante su tacto-¿Podemos hablar?- el tono de su voz era casi una súplica haciendo imposible que Susan dijera que no.

-Claro- ambos se sentaron en silencio, ninguno de los dos podía negar que estaba nervioso, era la primera vez desde que ellos habían llegado a este mundo en la que ambos se sentaban a platicar sin que nadie estuviera escuchando-¿De qué quieres hablar?

-Yo... en realidad no se por donde comenzar- una risa nerviosa se escapo de los labios del rey -Quería agradecer el que hayas ayudado a Rilian, con lo de...ya sabes

-Oh, no fue nada, él lo necesitaba y yo no podía...

-No he dejado de amarte- la chica quedó petrificada al oír aquello, su corazón latía con una velocidad que ella misma desconocía

-¿Que...qué dijiste?

-Lo que has oído- Caspian la miraba mientras se acercaba un poco más a ella

-Debe ser una broma

-Sabes que no jugaría con eso, lo digo en serio Susan, no he dejado de pensar en ti ni un solo día desde que te vi desaparecer en medio de aquella plaza

-Estás casado, tienes una familia- los ojos de Susan empezaban a cristalizarse -yo...no puedo, no puedo hacer eso

-Lo sé, lo se muy bien, pero...- Caspian tomó con cuidado la mano de la muchacha acariciándola suavemente -por favor, dime que sientes lo mismo.

Susan retiró lentamente su mano de entre la de Caspian mientras lo miraba con los ojos cristalizados -No soy esa clase de persona, no podría hacerle eso a Liliandil, se que no le agrado, pero no podría hacerlo- una mezcla de tristeza, confusión y enojo era lo que destilaba la voz de la muchacha -¿Por qué tenías que decírmelo? ¿No podías mantenerlo en secreto?

-No, no podía seguir así, tenía que decirlo. Susan para nadie es un secreto lo que siento por ti

-Perdón, pero...no puedo hacer lo que me pides, no puedo destrozar una familia- Susan intentaba ser fuerte, no quería que la viera llorar -No...podemos estar juntos, si eso era lo que querías

La tristeza era evidente en los ojos de ambos, ninguno se atrevía a hablar de nuevo, solo estaban sentados en silencio.

-Yo...se que estuvo mal lo que dije, pero tenía que hacerlo- una leve sonrisa brotó de los labios del chico.

-Descuida...pero si sirve de algo...podemos ser...-Caspian sintió como si el tiempo fuera más despacio, sabía lo que Susan quería decir y no quería escucharlo, pero finalmente esa tan temida palabra salió de la boca de la muchacha- amigos.

-Claro- una sonrisa torcida adornaba la cara de Caspian. La muchacha se levantó del sofá dispuesta a regresar a su casa pero fue interrumpida una última vez por el muchacho.

-¿Puedo darte un abrazo? Bueno...los amigos se abrazan, ¿no?- ambos soltaron una risa nerviosa.

-Claro que si- Susan lo abrazó escondiendo levemente la cara en el hueco de su cuello, cerró los ojos y aspiró el aroma que Caspian emanaba, olía a madera con notas de pino, un olor bastante peculiar
Cuando se separaron se miraron a los ojos por un par de segundos no queriendo alejarse del otro -Adiós Caspian-  la chica sonrió levemente y salió de la casa, no sin antes escuchar un suave "Adiós Susan".

Todo el día Caspian tuvo esa palabra retumbando en su cabeza "amigos", bueno, si eso es lo que eran él sabría como sacarle provecho a la situación, idearía un plan.

Cuando Susan regresó a casa no salió de su habitación en todo el día, ni aún cuando sus amigas le habían propuesto salir al centro comercial.
Su encuentro con Caspian se repetía en su mente una y otra vez, su voz, sus ojos, no lo podía sacar de su cabeza, mucho menos su aroma, pero para convencerse se repetía a si misma que había hecho lo correcto aunque le doliera en el alma.

Por la noche Lucy la vio recostada en su cama viendo hacia el techo con la mirada perdida.

-¿Estás bien? Has estado rara todo el día-

-Supongo que lo estoy- la mayor de las hermanas soltó un suspiro dejándole claro a Lucy que algo andaba mal.

-Seguro, por eso suspiras, dime que pasa- Lucy se sentó en la orilla de la cama de su hermana separando que la otra hablara.

-Hablé con Caspian- al oír eso Lucy la incitó a seguir hablando -Me dijo que...seguía amandome

-Oh Su, eso es tan romántico, ¿qué le dijiste? Seguro le dijiste que te pasa lo mismo ¿cierto?- Lucy tenía una sonrisa de oreja a oreja al imaginarse el momento entre su hermana y Caspian.

-No, yo...prácticamente lo rechacé

-¿Qué?¡¿Por qué?!

-Solo hay que pensarlo con lógica Lucy, él está casado, tiene una familia, no puedo entrometerme y destrozarlos. Se que no lo parece, pero hice lo correcto.

-A veces me gustaría que escucharas más a tu corazón y no solo a tu cabeza- la más pequeña soltó un suspiro y fue a su cama dispuesta a dormir dejando a Susan pensando en las cosas que pudo haberle dicho a Caspian.





Las Crónicas de Narnia: Un nuevo mundoWhere stories live. Discover now