Capítulo 25

99 8 4
                                    

Después de su cita, Susan y Caspian no dejaban de sonreír. Mientras viajaban en el taxi de regreso a casa, habían cruzado un par de miradas coquetas que los hacían sonreír aún más.

Cuando el taxi se detuvo frente a la casa de Susan, Caspian bajó con ella para dejarla justo en la puerta.

-Me divertí mucho

-Yo también, gracias por llevarme a ver las estrellas, fue muy hermoso

-No agradezcas, dudo mucho que puedan verse tan hermosas como tú- la chica sonrió ruborizándose ligeramente mientras colocaba un mechón de cabello detrás de su oreja -Buenas noches, Susan- 

-Buenas noches, Caspian- el muchacho tomó con suavidad la mano de la chica y lentamente la acercó a sus labios dejando un suave y gentil beso sobre el dorso de su mano haciendo que el corazón de Susan palpitara violentamente dentro de su pecho.

El telmarino sonrió y regresó al taxi sin despegar los ojos de Susan hasta que ella entró a su casa.

Una vez que Susan estuvo dentro de casa subió las escaleras yendo directo a su habitación para después dejarse caer sobre la cama. Se sentía en las nubes, tenía una extraña sensación en el pecho, era un calor peculiar que jamás había sentido, pero que la hacia sentir de maravilla.

Cuando Lucy entró a la habitación, dispuesta a descansar, se encontró con Susan abrazada a la chaqueta que Caspian le había prestado. La ojiazul se encontraba dormida pero la sonrisa que tenía en su rostro era sinónimo de que había tenido una maravillosa cita.

En cuanto Caspian llegó a su casa se encontró con Peter y Liliandil esperando sentados en el sofá. La estrella tenía una sonrisa en el rostro, mientras que su novio estaba cruzado de brazos con el rostro serio.

-¿Cómo les fue?¿La llevaste a algún otro lugar?¿Hubo beso de buenas noches?- Liliandil sonaba muy animada pero fue interrumpida por Peter al oír esa última pregunta.

-Algunos no...queremos saber todo- Peter miraba con seriedad a Caspian, pero el muchacho se limitó a sonreír.

-Buenas noches- dejó a la pareja sentada en el sofá mientras el subía a la habitación que compartía con su hijo.

Se recostó en la cama mirando al techo y dejó escapar un largo suspiro. No recordaba la última vez que se había sentido así, se sentía como adolescente, se sentía vivo. 

Unos meses habían pasado desde aquella primera cita y desde entonces los chicos no se podían alejar uno del otro. Pasaban todo el tiempo juntos, era extraño verlos separados, pero eso rara vez llegaba a pasar.

Ya había pasado casi un año desde que Evan había llegado a este mundo y ambas familias querían festejar a lo grande, en especial los abuelos del bebé. Durante meses se pasaron planeando el cumpleaños del pequeño príncipe. 

Todos se ofrecieron como voluntarios para preparar la celebración que tendría lugar en el jardín de la casa de los Pevensie. Decoraron todo el lugar con globos de color azul y blanco, organizaron un par de mesas a lo largo del jardín y hasta contrataron un espectáculo de marionetas para el pequeño, que seguramente no vería porque estaría dormido en los brazos de su abuelo.

Todo indicaba que sería un sábado perfecto, no había ni una nube en el cielo y conforme se acercaba la tarde los invitados habían empezado a llegar.

El pastel era un tema que tenía preocupadas a la abuela y a la madre del bebé. Liliandil se encontraba dando vueltas en la cocina de la casa cuando recibió una llamada de la pastelería diciendo que el repartidor no se había presentado y no podría llevar el pastel. Cuando Susan la vio en ese estado, se ofreció a conducir hasta el lugar. 

La mayor de los Pevensie salió de la fiesta en busca del auto, pero detrás de ella salieron Lucy y Rilian pidiendo acompañarla haciendo que la chica no pudiera rechazarlos. 

Con los tres arriba del auto llegaron hasta la pastelería y recogieron aquel pedazo de dulce que tenía tan preocupada a Liliandil. Una vez que Lucy se encontraba adentro del auto con el pastel en las manos arrancaron el auto para regresar a la fiesta.

Ya habían pasado un par de minutos y los chicos aún no regresaban, Caspian tenía un extraño presentimiento pero él mismo intentaba ignorarlo, asegurándose que nada malo había pasado, pero en ese momento Edmund salió de la casa tan pálido como el papel, el telmarino al verlo se acercó a él.

-¿Qué pasa, Ed?- Edmund estaba en estado de shock preocupando aún más a Caspian -¡Edmund! 

-Hubo un accidente, llamaron del hospital-

A los Pevensie les tomó un par de minutos disculparse con los invitados para después correr rumbo al hospital donde ya los esperaba la policía.

Al entrar al hospital se encontraron con Lucy sentada en una camilla en la sala de urgencias.

-Cariño, ¿Cómo estás?¿no estás herida?- la madre de los Pevensie abrazó a su hija mientras revisaba cómo se encontraba, afortunadamente la chica contaba con pequeños raspones y moretones en el cuerpo.

-Estoy bien, mamá- Lucy se limitó a abrazar a sus padres con fuerza.

-¿Dónde están Susan y Rilian?- Caspian miraba la sala tratando de ubicar a su novia e hijo sin éxito alguno.

-No...no lo sé-

-¿Qué fue lo que pasó Lu?- su padre se sentó junto a ella en la camilla para saber que había pasado exactamente.

-No recuerdo, todo pasó muy rápido, íbamos hacía la casa cuando algo nos golpeó- Lucy se veía asustada y había comenzado a temblar haciendo que su padre la abrazara con fuerza. En ese momento llegó una doctora pidiendo hablar con los padres de Rilian.

La doctora condujo a Caspian hasta la habitación donde se encontraba Rilian. El chico se encontraba sentado en la camilla con una venda al rededor de su cabeza. Al verlo, Caspian de inmediato corrió a abrazarlo.

-¿Dónde está Susan?- fue lo primero que preguntó Rilian una vez que su padre lo soltó.

-No lo sé, nadie nos ha dicho nada, ¿tú cómo estás?-

-Estoy bien, solo fue un golpe en la cabeza- Rilian intentaba calmar a su padre quien examinaba su cuerpo buscando algún hueso roto, pero fue interrumpido por la llegada de la doctora.

Caspian salió de la habitación de su hijo encontrándose con Helen quien tenía una mirada de preocupación.

-Afortunadamente los jóvenes no presentan fracturas, solo pequeños golpes, pero...me temo que la señorita Susan no corrió con tanta suerte.

-¿Qué le pasó a mi hija?- Helen comenzaba a alterarse ante las palabas de la doctora -Dígame que está bien- su corazón latía rápidamente al igual que el de Caspian, ambos temían lo peor.

-Se encuentra inconsciente- mientras la doctora hablaba, los conducía hacía la habitación de Susan -Me temo que ella recibió la peor parte del choque, lo único que nos queda es esperar a que despierte para terminar de valorarla- la doctora los llevó a la habitación en donde, por la ventana, ambos pudieron ver a una Susan inconsciente, con golpes y rasguños en la cara,  recostada sobre la cama y conectada al oxígeno.  

En ese momento los ojos de Helen comenzaron a llenarse de lágrimas al ver a su hija postrada sobre la cama. Caspian no soportaba verla en ese estado, quería ser fuerte, pero ver al amor de su vida conectada a unas extrañas máquinas terminó por derrumbarlo, las lágrimas corrían por sus mejillas y de un momento a otro recordó lo que había vivido cuando su padre falleció. 

Se sentía de nuevo como un niño pequeño e indefenso, se sentía como ese niño al que le habían arrebatado a su padre de la noche a la mañana y temía que eso mismo pasara con Susan.

Las Crónicas de Narnia: Un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora