Encaje.

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Habían pasado tres semanas del horrible acontecimiento. Tres semanas que pueden resumirse en mimos, sexo, alguna que otra pelea, sexo y más sexo.

Desde que Louis estaba con Harry, todo parecía ir sobre ruedas. Anne los dejaba a solas por motivos de trabajo bastante a menudo, y Louis cuidaba del rizado constantemente.

Esta vez Harry se había quedado solo en casa mientras el ojiazul estaba en el médico para su revisión del brazo.

Estaba vestido con una camiseta azul Marino larga que tapaba la mitad de sus muslos y su pelo había crecido lo suficiente como para poder hacerse dos pequeños moñitos. Llevaba un delantal con flecos rosas que le pertenecía a su madre y estaba completamente indignado en la cocina.

Su cara llevaba restos de harina por sus mejillas y sus manos estaban pringosas por mezclar los ingredientes con las manos. Su intención era hacer un pastel de chocolate basándose en tutoriales de Youtube, pero la cosa se le estaba complicando.

—No sabía que el orden de los factores, en este caso, altera el producto.— Dijo soplando un mechón que se escapó de sus moños y caía frente a sus ojos.

Después de estar alrededor de diez minutos amasando, la mezcla comenzó a ganar consistencia y a hacerse moldeable.

Harry giró su cuello aún con las manos en la masa, y miró el reloj que estaba posicionado sobre la puerta de la cocina. Hacía al menos una hora y media que Louis se había marchado, por tanto ,no le quedaría mucho para volver.

Con un brillo espectacular en sus ojos vertió el pastel en un molde y lo metió al frigorífico. Después se lavó sus manos y tras secarse en el delantal, se dirigió con una sonrisa a su habitación.

—Quiero sorprenderte, Lou...— Comentó hablando solo al posicionarse frente a su armario.

Suspiró . Y tras esto, abrió sus puertas dejando ver toda la ropa que allí tenía. Debajo de las perchas se encontraban cuatro cajones horizontales. Ignoró los dos primeros y se dispuso a abrir el tercero de ellos. En su interior, Harry había estado coleccionando diferentes braguitas de encaje desde hacía unos días.

La lencería siempre le había llamado la atención, pero nunca antes la había usado, por tanto, era tan nuevo para él como para Louis.

habían bragas, medias hasta la rodilla e incluso tangas (aunque eran la minoría)

Rascándose la barbilla comenzó a mirar todas las prendas sin poder decidirse cuál usar. Las braguitas malva con encaje fueron las primeras que captaron su atención, sin embargo, a su lado habían unas más extravagantes de color rojo pasión, con volantes en la zona del trasero. Sin darle más vueltas, las tomó en sus manos y cerró el armario de nuevo.

Se colocó frente al espejo aún vestido con la camiseta. Lentamente se la quitó y se vio a sí mismo en Boxers grises, mirando su reflejo. Se puede decir que sus mejillas tornaron al mismo color de las braguitas, y un poco avergonzado y sintiéndose extraño, se desprendió de los Boxers y se puso la prenda que tenía en las manos.

Una vez terminó se giró mirándose en su reflejo y se quedó gratamente sorprendido con el resultado. La prenda se ajustaba perfectamente a su cuerpo, y marcaba sus curvas. Por tanto el rizado, sonreía satisfecho y se puso de nuevo la camiseta.





Louis acababa de salir del médico y estaba muy contento porque por fin le pudieron quitar la escayola. En realidad, no estaba previsto, por tanto para él había sido una sorpresa. Estaba deseando poder enseñarle a Harry que ya tenía las dos manos disponibles solo para él. Para tocarlo. Para mimarlo.

Shut Up, ᴄᴜʀʟʏ ♡Where stories live. Discover now