Temores del Pasado | Parte 2

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Eran las 11 de la noche del sábado; la luna llena se sobreponía en la ciudad, rodeada de nubes que difícilmente se podrían apreciar por la luminicencia de las calles.

A pesar de estar en la estación de primavera, el viento que corría era fuerte y con bajos grados para los que aún caminaban por las calles; y en esa situación un bajo muchacho de tez morena y ojos color miel cristalizados, corría casi con desesperación hacia el departamento de Manuel.

Después de lo ocurrido con el chileno, lloró y lidió con el tormento en su cabeza. Su mejor amigo le había ayudado en eso. Le dio su tiempo para calmarse, para dormir, incluso para despejar su mente antes de mencionar lo que sucedió.

La conversación que tuvo con Pedro le sirvió de mucho para darse cuenta sobre varios asuntos que hasta ese momento ocultó de manera inconciente. Como era de esperarse volvió a sollozar al lado de su amigo; incluso en ese momento seguía con las lágrimas en su rostro.

Miguel corría por las calles de la Av. Venezuela en tan solo pijama y unas zapatillas que se había puesto a la rápida antes de salir.

El frío se colaba por sus huesos entumeciendo su rostro y manos al estar expuestos al aire nocturno. El peruano siguió corriendo hasta llegar al departamento de la persona más amable y sincera que conoció en la vida. De ese ser tan hermoso y gentil que formaba parte de su vida.

Felizmente lo habían dejado entrar en el conjunto habitacional a pesar de la hora; era una suerte el estar siempre de visita en ese lugar al punto de hacerse reconocido por el recepcionista.

Tocó la puerta con unos certeros golpeteos aprovechando en tomar respiros para calmar su agitación. En ese momento recién tomó conciencia del frío que atravesó; sin embargo, ahora no era su prioridad.

Lo único que tenía en mente era a Manuel.

No pasó ni tan solo un minuto cuando un desconcertado hombre alto de tez clara, su piel inmaculada, ojos redondos marrones claros que no revelaban ni un solo indicio de malicia; sus rosados labios finos que anteriores veces hicieron contacto con los suyos propios; ese rostro hermoso y apuesto que harían delirar a cualquiera; esa persona esculpida por los mismos dioses abrió la puerta de su hogar.

Al igual que Miguel, tenía puesto su ropa de dormir; sin embargo, incluso con ella era el más hermoso entre los dos al parecer de Miguel.

"Es tan perfecto"

- ¿Miguel...?

No esperó más y se lanzó a sus brazos.

Como era de esperarse Manuel lo atrapó y correspondió el abrazo del más bajo.

-¿Pasó algo?

Y una vez más Miguel empezó a llorar enterrando su rostro en su pecho. Si bien ya había resuelto en gran parte su conflicto; el solo hecho de que el castaño sea tan amable con él, dispuesto a todo por él, tocaba lo más profundo de su corazón.

 Si bien ya había resuelto en gran parte su conflicto; el solo hecho de que el castaño sea tan amable con él, dispuesto a todo por él, tocaba lo más profundo de su corazón

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