Aun no puede olvidarlo

548 64 174
                                    

De nuevo no lo encontraba.

Como ya era costumbre, Itzel compró el desayuno para ambos y entró a la casa del ecuatoriano con la llaves que se le habían confiado. Pero siempre era lo mismo. Francisco todavía no llegaba.

Ese día no era diferente, o quizás sí, ya era primero de enero, y como ya era usual en todos los días ligeramente importantes; el humor del ecuatoriano no era el mejor en comparación con los otros días.

La mexicana se tomó un año sabático en sus estudios. Su mejor amigo pasaba por momentos difíciles y deprimentes, ella no lo dejaría solo.

Pudo haber disfrutado de esas supuestas vacaciones al lado de su hermano, familia y amigos en medio de viajes. Sin embargo, prefirió quedarse un tiempo en Ecuador mientras era soporte de su mejor amigo.

Él la necesitaba.

Dejó las cosas compradas en la mesa del comedor; le echó un vistazo al lugar, felizmente no había nada roto ni en desorden.

Pensó que quizás el mayor decidió visitar a su familia, quienes por cierto se encontraban a escasos minutos del lugar. Pero muy en el fondo sabía que Francisco había hecho lo que siempre hacía rutinariamente desde hace un año.

Ella se cuestionó «Ya ha pasado más de un año, ¿Por qué él aun no puede...?»

Inmediatamente la puerta principal se abrió. Todavía era muy temprano, alrededor de las 8 de la mañana. Si fuera el Francisco que conoció hace años, estaría animado para empezar un nuevo día, con el orden y limpieza que lo caracterizaba.

Pero ya no era el Francisco que conoció hace años. El hombre frente a ella, seguía teniendo el mismo rostro y altura; pero se veía más delgado, demacrado, con su ropa ligeramente desordenada, sus ojeras se notaban desde la distancia que los separaba.

Usualmente Francisco siempre regresaba cada mañana de la misma manera.

Itzel soltó un suspiro resignado.

Ella se acercó a él con las mejores intenciones. Quería saludarlo e intentar hablar sobre cualquier cosa que no le recuerde a Miguel.

Ella de verdad se esforzaba, de todas maneras cuando su año sabático termine, ella tendría que regresar a su país. No sabía cómo el mayor lidiaría con su problema.

— ¡Francisco, feliz año! Traje el desayuno para ambos, así que... — Empezó animada, de alguna forma tenía que contrarrestar el humor de Francisco.

— Lo siento Itzel, pero ahora me duele mucho la cabeza, solo quiero dormir. — Dijo tajante sin siquiera mirarla.

Eso le dolió pero no podía demostrarlo. De todas formas ella estaba aquí por él, para ayudarlo, sus propios sentimientos no podían obstaculizarla.

— Francisco, necesitas alimentarte, necesitas mejorar, no puedes seguir haciendo eso, no puedes seguir haciéndote esto.

Si bien no lo había dicho; a lo que se refería, estaba profundamente implícito. Ambos sabían de lo que hablaba.

— No puedo hacer nada, Itzel. Es esto lo que soy, lo que elegí ser. — Respondió indiferente.

Momentáneamente ella frunció ligeramente su ceño.

¿Por qué siempre era así? ¿Por qué cada vez que trataba de animarle, tarde o temprano él terminaba hiriéndola de alguna forma?

A pesar de que sabía que hacía mal, ella le contestó con un leve rencor.

— Ya ha pasado más de un año, ya es momento de superarlo. — Dijo sin despegar su atenta mirada de su decaído rostro. — Y por tus propias fuerzas, no por lo que haces todas estas noches.

Only One  || Chirú ||Where stories live. Discover now