Reencuentro|Parte 2

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En la tarde, ambos novios fueron hasta el departamento de Miguel, allí se encontraron con Pedro y Julio, está demás decir, que ni bien llegaron, el menor de todos les empezó a recriminar.

Conversaron durante un tiempo, luego Pedro decidió unilateralmente que jugarían la revancha de su videojuego pasado. Primero empezó Miguel con Pedro, fácilmente el peruano perdió. En la siguiente partida Manuel luchó contra Pedro; la batalla fue reñida, y al final el chileno vengó a su novio.

Las batallas seguían su curso, después de un rato hasta Julio se unió con el afán de destrozar la racha ganadora de Manuel; y mientras ellos pasaban el tiempo divirtiéndose, Miguel les dijo que iría a comprar algunas cosas a fin de preparar la cena. El tiempo con sus mejores amigos y la persona que amaba era maravilloso.

En el camino a comprar algunas bebidas, y sumido en sus pensamientos, divisó a unos metros  a la persona que una vez fue el brillo en sus ojos, más ahora era menos que nada en su existencia. De tan solo verlo, vinieron a él recuerdos fugaces de su relación con el ecuatoriano, entonces la molestia y rencor que ya ni tomaba en cuenta, resurgieron burbujeantes en su interior. Sin embargo, lo más sensato que pudo hacer es girar para irse, haría como si nunca lo hubiera visto, eso era mucho mejor que crear problemas en medio de la calle.

No obstante, el mundo lo odiaba. Su suerte era del demonio. Francisco tomó su brazo y lo detuvo; Miguel giró su rostro enfrentándolo, su mirada dorada se terminó afilando de manera despectiva hacia el adverso.

—Miguel...hola.—mencionó el mayor aflojando su agarre y con una sonrisa nerviosa.

Hace mucho que Francisco no veía en persona a su ex pareja, se veía tan hermoso y radiante como lo recordaba; incluso su actitud inicial actual no lo desanimó.

—Púdrete. — giró nuevamente con la intención de cumplir su cometido de alejarse lo mayor posible de Francisco.

— Miguel. —volvió a decir tomando una vez más su brazo.

En realidad, era muy difícil irse de buenas a primeras debido a que en ambas manos sostenía bolsas llenas de productos, pero ese comportamiento de siempre retenerlo del brazo ya le estaba hartando.

—¿Podemos hablar?—continuó Francisco con los orbes marrones expresando anhelo y emoción.

Miguel recordaba como antes pensaba en lo inocente y amable que se veía el ecuatoriano, ahora si no lo conociera, también pensaría lo mismo, pero al fin de cuentas sí lo conoce. No lo soportaba.

— No. —respondió cortante.

— Miguel, por favor. —suplicó— No quiero que sea así entre los dos, entre nosotros. —su lastimero rostro parecía el de un cachorro abandonado. 

— Lástima, ya se ha arruinado todo desde hace mucho. No hay más qué decir.

Miguel a duras penas se zafó de su agarre y caminó tratando de irse. Francisco fue tras él.

—Miguel... de verdad quiero hablar contigo.

—Ya estamos hablando. —soltó indiferente.

—No me refiero a esto, sino a conversar mejor en un lugar más privado, sin interferencias.

—No.

—Miguel. —el mencionado giró un poco su rostro.

—Mira Francisco, ya estamos hablando porque por alguna razón se te ocurrió tomarme por sorpresa en medio de la calle. Sabes que si por mí fuera, y sin estas bolsas en mis manos, hace rato te hubiera mandado al carajo. Así que habla de una buena vez y luego piérdete. No quiero que estés cerca de mí nunca más.

Only One  || Chirú ||Where stories live. Discover now