Vergüenza

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[Nota: después del capítulo hay un pequeño bonus de chats]

¡¿Qué demonios había pasado?!

¡¿Por qué rayos tuvo un sueño húmedo con Manuel?!

Habitación oscura.

La única fuente de luz era el televisor.

El sofá era el único testigo del par sentado en él.

Besos húmedos, roces pélvicos, miradas intensas y penetrantes.

Miguel se levantó con el corazón a punto de salirse de su pecho. Su ritmo cardíaco aumentaba a cada segundo a pesar de haber despertado.

Después de unos momentos tratando de calmarse y así visualizar los rayos de luz que se colaban por sus ventanas, Miguel pudo guardar la compostura.

¿Qué demonios fue eso?

Todo empezó normal. Una noche viendo películas en la sala de estar, y luego, el ambiente cambió. De pronto, Miguel yacía arrodillado debajo de Manuel, acercando provocativamente sus labios hacia los pantalones de dormir del menor.

Miguel nuevamente negó todo recuerdo de aquel sueño. Con suerte dentro de unas horas se olvidaría de eso.

Sin embargo, no fue así.

El peruano había tratado de guardar la compostura cuando fue a desayunar con sus padres. No quería revelar ese vergonzoso sueño.

¿Lo peor de todo?
Ahora tenía que lavar sus sábanas a escondidas.

Durante casi toda la mañana, no podía, ni quería entrar a su habitación, porque los recuerdos de su sueño lo atormentarían. Es más, recordar que hace un poco más de un día, el chileno durmió en el mismo lugar que él, era aun más peligroso.

Miguel tampoco quería tocar su celular, pero por costumbre lo terminó haciendo. No obstante, lo que sí evitó, fue entrar a su WhatsApp.

El mayor pasó gran parte de la noche conversando por esa app con Manuel, así que de alguna manera relacionó el incidente en su cama con su conversación con Manuel.

¡¿Cómo diablos volvería a hablar con Manuel después de eso?! Ciertamente Miguel no tenía la cara para hacerle frente.

Lo que era peor, es que tenía bien plasmado los recuerdos del sueño. Incluso recordaba el sabor de su... de su...

¡Ugh! Ni siquiera se atrevía a pensar sobre lo que llevó a su boca en aquel sueño.

Pero realmente era grande, muy, muy grande.

Miguel volvió a negar con su cabeza sobre aquellos pensamientos acerca de la anatomía del chileno.

Miguel realmente se sentía como un pervertido. Pensar que él es quien le incitó a hacer tales cosas a Manuel en su sueño, todavía lo desconcertaba.

Ciertamente la vergüenza no se iría, por lo menos no ese día, y el recordatorio yacía lavado y tendido en el tendedero de su casa.

Ciertamente la vergüenza no se iría, por lo menos no ese día, y el recordatorio yacía lavado y tendido en el tendedero de su casa

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