«Tan destrozado que no puede repararse»
«Tantos errores que tiene miedo de continuar»
El destino ha sido cruel pero justo con ellos, no hubo momento mejor que el ahora, en las situaciones y circunstancias correctas.
«Tan destrozado que no puede repa...
Un domingo por la mañana, mientras Daniel recién preparaba su desayuno y esperaba la respuesta a sus "buenos días" que le envió a Julio apenas se levantó, recibió una llamada inesperada de uno de sus amigos más cercanos pero a la vez el más molestoso después de Pedro.
— Daniii, buenos días. —el argentino habló muy animado desde el teléfono— Lo sé, debe ser maravilloso ya que soy yo quien te llamó.
El paraguayo ni se inmutó ya conociendo la personalidad de su amigo.
— ¿Buenos días?
—Bueno, a lo que venía, arreglá tu casa porque hoy iremos para allá, sé que estás agradecido, de nada. —colgó.
—¿Pero qué? —murmuró Daniel después de la llamada aún sin entender del todo al argentino.
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A horas de la tarde, el timbre sonó, y al abrir la puerta se encontró con Manuel, quien por cierto traía dos botellas de pisco puro.
—Hola, Daniel. Miguel dijo que hoy no podría venir ya que visitaría a sus padres, pero me envió a mí en su lugar junto a estas bebidas.
—¿Martín te envió?
—Sí, dijo que se haría una reunión aquí.
El más bajo suspiró cansino, aún no tenía ni idea de lo que planeaba Martín, pero no tenía de otra, tampoco podría botar al chileno de su casa así sin más.
—Está bien pasa.
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Manuel le ayudó a limpiar un poco, debido a que Daniel no había terminado de hacerlo, y después ambos tomaron un pequeño vaso de pisco a fin de poder aguantar lo que vendría en adelante.
Ambos estaban conversando sobre el desagrado de Julio hacia el chileno en modo de diversión, hasta que escucharon varias voces que provenían del exterior.
—Creo que llegaron. —dijo Manuel.
—Ah, que Dios me ayude. —volvió a suspirar y fue a abrir la puerta; al hacerlo, se encontró con varias personas más a parte de Martín.
