Jugando con fuego | parte 4

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Al cerrar la puerta tras de sí, con aires seductores, Miguel se acomodó recostándose en la puerta de la habitación presente, mientras cruzaba sus brazos y levantaba su ladina mirada al más alto.

-¿Miguel?

-Manuel, Manuel, Manuel. -Canturreó con una sonrisa pícara entre medio. - ¿Qué fue todo eso?

Ambas miradas se quedaron fijas una sobre la otra, la emoción burbujeante en ellas no se desvanecía desde el encuentro en la pista de baile.

Algo se pareció avivar en el interior de Manuel, así que le respondió con la misma actitud casi petulante del mayor.

-Solo un baile, ¿no lo crees? -Pronunció lentamente esbozando una sonrisa irónica.

Aquellas ardientes miradas se profundizaron más una sobre la otra.

-Claro, y es por eso que no me quitabas la vista de encima. Casi parecía que yo era tu pareja de baile allí.-Se burló del menor en sus palabras mencionadas, todo sin perder la compostura.

-Podría decir lo mismo de ti, Miguel.

Sus respiraciones se aceleraban, e inconscientemente Manuel se acercó al punto de que a sus cuerpos solo les separaba unos escasos centímetros.

Miguel ladeó su cabeza murmurando socarronamente.

-¿De mí?-Bufó con ironía y diversión. Después de eso lamió la comisura de sus labios y mordió suavemente el labio inferior. Eran solo las reacciones propias del mayor. Sin embargo, todas fueron vistas atentamente por Manuel.

El más alto, quien no despegaba la mirada del mayor, lo hizo cuando Miguel lamió sus labios. Sus latidos se volvieron erráticos, su cercanía aumentaba, incluso el picor en sus manos se hicieron presentes por la presencia de Miguel. Era demasiado peligroso para Manuel.

Él amaba el peligro, al igual que Miguel.

Cuando la mirada dorada volvió a la café, ésta brillaba con mayor intensidad, pero estaba más enfocada en sus labios. Las mariposas en su estómago revolotearon sin cesar. Miguel redujo todavía más el escaso espacio que había entre sus rostros.

Ambos eran como las polillas que estaban atraídas por la luz. En definitiva no pensaban bien las cosas, pero eso era lo de menos en esa situación.

-¿Qué estas tratando de hacer, Manuel?-Miguel susurró para ambos. Su mirada iba de entre los ojos ardientes de Manuel y sus finos labios que parecían rogar por él.

-Nada.-Él respondió a unos escasos centímetros. Su mente casi nublada. -Aún.-No obstante su coquetería no disminuyó, al parecer aquel juego que ambos realizaban era en el fondo natural para ellos, como si hubiesen sido hechos para ellos.

La sonrisa sensual en los labios de Miguel se extendió todavía más. Sus párpados se sentían pesados por la cercanía, sus labios necesitados, y en su mente, no había ninguna advertencia, de hecho no había nada en qué pensar.

-Felizmente no soy tú. -Susurró sobre los labios ajenos, y dicho aquello cerró toda distancia entre sus labios.

La primera vez que se besaron, ambos empezaron con una suavidad corta. Mas ahora, aquella suavidad se fue al drenaje. Parecían devorarse el uno al otro.

Miguel bajó sus brazos, Manuel con su mano diestra tomó de la nuca del menor y la sostuvo a fin de retener y hacer permanecer aquel beso intenso.

Miguel subió sus brazos hacia el cuello del menor y se sostuvo con fervor. Con una de sus manos agarraba fuertemente la cabellera de Manuel reteniéndolo también.

Only One  || Chirú ||Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang