Primera Noche

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Sus labios se sentían suaves, Miguel recordaba incluso su sabor después de ya mucho tiempo.

La última vez que se habían besado, fue en aquella fiesta de uno de sus amigos de la universidad. Fue en el baño de su casa, ambos estaban un poco pasados de copas, pero no podían olvidar la adrenalina que sentían por sus acciones, por la cercanía y el fuego que quemaba en sus cuerpos.

Las piernas del peruano se acomodaron al costado de cada muslo de Manuel. Se sentó a horcadas en aquellos cuando unió sus labios con los más finos.

Sellaron su compromiso de una relación con un suave y lento beso; un beso que después de varios segundos todavía continuaba.

Al separarse, a fin de tomar un poco de aire, ambas miradas se encontraron. Los cristalinos cafés claros llenos de una emoción sincera, con los dorados como el oro que buscaban sin cesar aquellos orbes, labios, y cada pequeña expresión de su ahora novio. Miguel soltó un bajo suspiro sobre los labios de Manuel, y sin mediar palabra alguna, volvieron a sus labios, solo que esta vez, el beso fue más profundo. Miguel entreabrió su boca y hundió su lengua en la cavidad bucal ajena.

Rodeó el cuello de Manuel con sus brazos, acercando así el cuerpo de éste hacia él, alejándolo del respaldar del sofá. Manuel, por su parte, sostuvo con ambas manos las caderas del moreno.

Las lenguas se enredaron entre sí, el sabor de ambos también se combinaba, eran dulces para uno; frescos y adictivos para el otro. Nuevamente, después de varios segundos, volvieron a separarse a un susurro de distancia. Esta vez, sus miradas se iban dilatando por el deseo acrecentado.

Miguel, perdido en el placer de la cercanía, no dudó en tomar los labios ajenos una vez más. Fue invasivo, demandante, queriendo y pidiendo más. Su cuerpo se empezaba a calentar.

El joven chileno, no dudó en corresponder el ardiente beso con la misma intensidad, sin embargo, todavía se aferraba a la ligera y última línea de conciencia. Por tanto, sus manos se aferraron y apretaron las caderas ajenas, evitando avanzar más; a diferencia de Miguel, que se había perdido en el placer de sus labios, mientras sus manos se enredaban en el sedoso cabello azabache y se deslizaban por la nuca descubierta de su novio, enviando así, ligeros cosquilleos y corrientes de placer en el cuerpo de Manuel.

— Mi-Miguel... —Manuel se alejó a regañadientes de los labios contrarios susurrándole su nombre.

Miguel soltó un quejido lastimero queriendo volver a aquellos dulces acolchonados adictivos, así que volvió a besar al menor.

— Miguel... —resistiéndose, y pendiendo su cordura de un hilo, alejó nuevamente a su muy deseoso novio— tú...

Quería preguntarle sobre su afirmación de pasar a mayores, no quería aprovecharse de él, no cuando comenzaban su noviazgo tan bien, pero sus palabras se quedaron en su boca a punto de decirlas, debido a que notó cómo el más bajo se empezaba a frotar contra su miembro ya erecto.

Sí, él con aquellos besos demandantes y posesivos, ya se había puesto duro por Miguel. No era algo a lo que no estaba acostumbrado, es decir, estaba enamorado de Miguel desde ya hace muchos años, casi toda una vida, según él; en consecuencia, desde hace muchísimo tiempo se imaginó situaciones como ésta, fantaseó y soñó con Miguel; siendo al punto, de que en esta situación, no pudiese no afectarle físicamente, sobre todo por la cercanía de sus sexos, y lo erótico de su novio.

Miguel, sucumbiendo a sus bajos instintos, al acercarse demasiado al cuerpo del chileno, pudo notar la dureza de éste. El propio Miguel se había empezado a endurecer desde hace un par de segundos antes de notar la erección ajena, y con los deseos acumulados en su interior, se empezó a frotar con el largo de la erección de Manuel.

Only One  || Chirú ||Where stories live. Discover now