Un evidente 28

454 51 126
                                    

A horas de la tarde, una hermosa castaña de orbes marrones y sonrisa amena tocó la puerta del apartamento de su hermano, mientras llevaba consigo un presente para Miguel.

Como era de esperarse, Pedro fue quien le abrió la puerta. Itzel sostenía un aura de alegría, el mayor, en cambio, tenía un humor pesado.

—Hermano...

—Ni me digas nada, Itzel.—Bufó él con apuro.—Tengo que terminar de hacer unos putos bocadillos para los putos amigos de Miguel; a quienes se les ocurrió venir a visitarlo a la misma puta hora del día.

—Eso explica tu humor de perros, Pedro.

Su hermano ni le prestó la mayor atención. Rodó los ojos mientras seguía renegando y maldiciendo silenciosamente. Con ello se fue de nuevo a la cocina, dejando sola así a su hermana en la entrada.

—Vaya, qué cálida bienvenida.—Bromeó para ella misma adentrándose al lugar.

Ella había venido desde muy lejos solo para visitar a Miguel en su cumpleaños. Todavía seguía teniendo clases en su universidad de su país, pero aún así se tomó unos días para este evento.

Mientras recorría con la mirada el lugar, evidentemente afirmó lo que dijo su hermano hace unos instantes. En la sala del lugar se ubicaban acomodados varias personas. A algunos ella los conocía, a otros no. Miguel en realidad sí tenía una gran variedad de amigos.

Los únicos que no se acomodaron en un mismo lugar, y más bien caminaban de aquí para allá, eran Pedro y Julio. Al parecer tomaron el papel de atender a las amistades de Miguel.

Al caminar un poco más en búsqueda del peruano, por un momento su mirada bajó hacia el presente que se encontraba dentro de la bolsa de regalo en sus manos. Quizás su historia era un poco triste.

 Quizás su historia era un poco triste

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Por favor, entregáselo.

La menor observó con desconcierto como un libro muy cuidado y resguardado por su envoltura, se le era entregado en las manos.

—Francisco...

—Mañana cuando estés allí, al lado de Miguel. Quisiera que le puedas entregar este presente.—Decía con un poco de melancolía.—Me tomó bastante tiempo encontrarlo y poder comprarlo, pero ahora lo tengo y quiero dárselo. Sobre todo ahora que es su cumpleaños.

—Francisco, ya no deberías hacerte esto, tú...

Los meses seguían pasando. Itzel siempre estuvo apoyando a su mejor amigo, sobre todo en lo que de olvidar su amor por Miguel se trate. Pero de alguna manera, Francisco siempre volvía a lo mismo, una y otra vez.

—Itzel, por favor...

Sin embargo, poco podía negarle algo a él. De alguna manera siempre le terminaba ayudando en lo que él pedía. Ese era su propio sufrimiento por su amor unilateral.

Only One  || Chirú ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora