Inicio | Parte 6

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Miguel se levantó a la 6:30 a.m., sobre todo por el intenso calor con que se presentaba el día. Al darse cuenta de la hora y también de lo que planeaban hacer, hubo todo un revuelto en esos horarios de la mañana para que ambos muchachos se alisten.

Actualmente pasaban las 8 am, ambos muchachos trajeron consigo a sus respectivos cachorros. «Causita» tuvo que quedarse en casa.

Tomaron un colectivo hasta llegar a «Punta Hermosa» y juntos emprendieron una caminata de 10 minutos para llegar a la playa más cercana.

Al ser 1 de enero y a pesar de que la mayoría de las personas se quedaban en muchas playas más lejanas, esto es, casi saliendo completamente de «Lima-Región»[1], todavía habían muy pocas personas en la playa en la que Miguel llevó a Manuel. Lo bueno, es que éstas se encontraban un poco alejadas del lugar exacto donde se ubicaron los jóvenes.

Ambos se sentaron en la arena; la orilla del mar estaba a un par de escasos metros; mientras los pequeños cachorros correteaban alrededor de ellos y más cercanos a la orilla del mar.

Miguel tenía planeado visitar la playa en horarios de la mañana, luego ir a tomar un rico desayuno por alguno de los restaurantes colindantes; después irían a casa para seguir disfrutando el día junto a la familia de Miguel, quizás en la noche irían al cine a pesar de la multitud de gente en esas fechas.

Justo en ese momento que yacían sentados en la comodidad de la arena de playa, Miguel no podía dejar de ver el mar a su alrededor, así como la claridad del cielo.

Si bien el sol salió muy temprano esa mañana, en algunos momentos las nubes lo ocultaban; sin embargo, siempre se presentaban aquellos rayos de luz que transmitía, y que hacían ver majestuoso a aquel lugar.

El mayor se sumió de la vista que tenía, en verdad, hace un buen tiempo que no visitaba cualquier playa en general. A él siempre le habían gustado.

— Es hermoso.

El mayor asintió a lo dicho por Manuel y esbozó inmediatamente una sonrisa cálida.

— Lo es. — Afirmó con anhelo. — Siempre que lo veo, la calma y tranquilidad inundan en mis pensamientos. — Respondió suave.

— Mn. — Miguel no lo sabía, pero Manuel sentía lo mismo que éste había dicho, solo que con la diferencia de que el más alto lo estaba mirando a él.

Miguel suspiró.

— De hecho. — Se giró para mirar a Manuel. — Esta vez hemos venido a una de las playas más cercanas a mi casa, pero incluso hay otras que son todavía más hermosas. — Los luceros dorados del mayor se iluminaron al recordar. — Por ejemplo, la playa de «San Bartolo» es tan hermosa y calmada, en vez de arena, hay muchas piedras. Es una de mis favoritas.

Manuel escuchaba atento lo que Miguel tenía que decir, le encantaba la emoción con que le contaba las cosas.

— Oh. También hay una más lejana, se llama «Naplo», parece una piscina, pero es el mar en sí; queda en «Pucusana». — Siguió comentando alegre. — Hace unos años estuve en aquel lugar para una fiesta de una amiga del colegio.

«Oh, no ¿Por qué recordó eso exactamente?» Pensó.

Manuel seguía en silencio mientras esperaba que el más bajo continuara, ya conocía que Miguel le encanta hablar de muchas cosas.

Miguel muy por el contrario, quería que lo último mencionado se quedara allí. No obstante, para no levantar dudas acerca de que no quería responder, decidió por seguir con ello, eso sin mencionar lo que no quería.

— Bueno coincidentemente también eran épocas de Año Nuevo aquella vez. Pedro también estuvo allí, no sé si te lo habrá contado.

— Lo hizo.

Only One  || Chirú ||Where stories live. Discover now