Tiempo al tiempo (1/1)

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Notas: ¡Otro cortito sin terminar! Igual que en los anteriores, el personaje de ZomBelGress, Marcos, hace aparición. Además, esta historia la estaba escribiendo con un plot que ella misma me sugirió jiji 

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Habían dejado de gustarle las invitaciones a la plaza y los chicles de colores a los veintiún años. Por ese tiempo, la inocencia le seguía metida entre medio como un bicho, inundándole el corazón de la misma forma que podría resultar innecesaria y hasta molesta para la gente que le rodeaba allá en la universidad. En esas épocas, donde las cosas acostumbran a ponerse patas para arriba, Manuel se había mantenido como una constante, estoico ahí mientras el tiempo atravesaba su alrededor con furia y rapidez. A veces uno no es ni consciente de cómo las cosas corren y de repente es todo un alboroto y no hay nada que le recuerde a uno el pasado o lo que conoce o lo que amó.

La pared beige del Juzgado de Familia, Niñez y Adolescencia le hace darse cuenta de alguna forma que en efecto no tiene veintiún años nunca más, que no está en Santiago y que la inocencia, que solía parecer un halo alrededor, se ha evaporado por completo. Ha estado mirándola por un tiempo largo. Los brazos los tiene entumecidos porque no ha querido dejar a la Colomba sentarse en las sillas al costado, demasiado temeroso de que de un momento a otro ella pueda esfumarse también. El silencio que los acompaña a los dos dista del ruido monótono y las voces agrupadas de la gente adentro del Juzgado, pero Manuel respira lentamente, suavemente, para que la Colomba no siente nada más que los latidos de su corazón calmados.

Las personas que se mueven alrededor no detienen sus ojos sobre ellos, a pesar de que los dos, sentados en ese rincón, se ven fríos y solos, y parecen seguir el paso ignorándolos con una cautela peligrosa. Manuel no tiene ni una expresión sobre la cara, pero hubiera podido fruncir el ceño y arrugar los labios cuando nota cómo nadie se acerca a ellos, cómo nadie les pregunta si están bien o si quieren algo. Entonces él piensa que es porque la costumbre es un mal permanente y a la gente no le importa, la gente no está interesada, a la gente le da lo mismo.

La Colomba le susurra en el oído que es su turno cuando cambia el número en la pantalla y la mujer detrás del escritorio los está mirando con condescendencia. El espacio que los separa es crudo y Manuel tiene que pensarlo unos segundos, como fugaces; hay algo que le hace preguntarse otra vez a él mismo si es lo correcto, si siquiera es lo que de alguna forma tendría que hacer. La respuesta nunca es definitiva.

- Buenas tardes -se atreve a decir, cuando se ha acomodado frente a la mujer en el escritorio. Manuel sabe que ella está mirando a su pómulo porque le arde y si a él le arde, entonces todo el mundo puede darse cuenta porque con los años ha ido perdiendo la capacidad de ocultar su dolor- Quiero realizar una denuncia -modula con el pie inquieto- por violencia intrafamiliar.

— Podés dejar a la nena en la silla —la responde la mujer de vuelta y Manuel frunce el ceño, aunque no quisiera.

— Estamos bien así, gracias.

— ¿Contra quién es la denuncia?

A Manuel le pican las manos. Cuando era chico, se acuerda que a veces le picaban las manos cuando tenía que salir a disertar adelante en el colegio o cuando a la profesora se le ocurría hacer una dinámica con el resto de los compañeros. Entonces se quedaba en su asiento, incapaz de moverse un poco o de levantar la voz y decirle a la profesora que sentía que el aire se le escapaba. Es curioso, piensa Manuel luego, cómo algunas actitudes se quedan para siempre.

— Contra mi alfa —se las arregla para decir después, pasándose una mano por la frente. La señorita detrás levanta su mirada, pero no lo ve a él, sino que se queda pendiente de la niña; la Colomba no está interesada en nada en particular, su mechón rubio y ondulado le tapa la punta de su nariz. — Él se llama...

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Where stories live. Discover now