La voz de El Trueno (1/?)

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Notas: primer capítulo de un fic escrito en 2017 que, para variar, no continué jaja Lo tenía pensado como un thriller muy entretenido. En fin. Tal vez en las notas de abajo les cuente de qué iba la historia porque no creo que la continúe alguna vez (? También hace presencia aquí el personaje de ZomBelGress, Marcos!

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I. El Trueno

A través de los caldenes y la maleza, entre el aire frío que mueve los árboles de derecha a izquierda y el aullido del viento, el ojo de la noche que cubre entera la extensión pampeana pareciera que lo mira fijo, que lo busca y lo persigue, que está inamovible sobre su cabeza. El ruido es constante, las ramas crujen pero Martín no tiene miedo. El miedo ha ido desapareciendo de él como aprende uno a crecer no más. No hay interpelaciones sobre eso y su camino parece mucho más desierto de lo que imaginó, cuando se bajó de la camioneta y la ocultó entre los arbustos.

Como cazador, ha estado observándola. Mirándola recorrer el parque entre pisadas que levantan polvo y que marcan sus zapatillas, trazando una huella insensata que luego va a lamentar. Su coleta castaña cae cerca de sus hombros, su tenida apretada le ciñe el cuerpo larguirucho, flacuchento, de omega. Cómo huele, a Martín le interesa. Le seca la boca y le aprieta los pantalones. Pero lo único que le excita es imaginarla debajo de él, titubeando, temblando, ensuciando su palma con la saliva que desprendan sus gritos ahogados.

Martín puede olerlo, a través de todos los aromas que se mezclan ahí. Puede sentir su olor, caliente, picante y atormentado, como si las cosas hubieran sucedido ya. Y eso lo llama, a gritos, y no puede contenerse. Sus pies avanzan sin dirección, guiado por su aliento y su boca húmeda, sus manos apretadas sostienen todo lo que necesita para volver a hacerlo. Durante la oscuridad, los pájaros chillan y Martín se mimetiza, por su ropa negra. Sus zapatos no dejan rastros, y sus manos tampoco lo harán. Todo lo que él sabe es que lo necesita.

Se siente un perro, olfateando y curioseando, de pronto una luz apunta lejos, a Martín le arden los ojos. Agacha la cabeza, por instantes y se queda quieto, en un silencio que le invade hasta el alma. No hay ninguna duda en su cabeza, nada que le haga cesar, volver a casa. Sus pasos luego son seguros, decididos. Martín aspira con la boca abierta y se remoja los labios. Avanza entre la maleza y los arbustos, el viento le mece los cabellos que apenas le aparecen en la cara y que alcanzan a verse entre su capucha.

Martín sabe que eso tenía que pasar. Una figura difusa se aparece entre la bruma del aire denso, alejada, sola. Entonces él curva la cabeza. Es una omega, porque puede olerlo. La ha podido oler desde kilómetros. Ha sentido la humedad que le roza todo el cuerpo y se ha mordido la lengua pensando en ello. Y su olor no es especial, Martín sabe que solo va a ser una más. Con los pantalones ajustados se mueve rápido, y se siente ardiendo del puro deseo cuando sabe, cuando entiende y se dice a él mismo lo que le va a hacer a esa omega.

Lo quiera ella o no.

En el silencio crudo que de pronto cae, Martín se desliza entre la tierra seca. Frente a su cuero yace ella, que mira a la inmensidad oscura del parque, sus oídos cubiertos, la música sonando de repente y Martín puede escucharla. Apenas da unos pasos y estira la mano, como queriendo tocarla y cuando la contrae y empuña los dedos y ella levanta la barbilla, Martín sabe que todo se ha acabado. Instantes pasan apenas hasta que le cubre los labios y presiona el cuchillo que carga justo en su espalda. Ella no puede gritar, Martín le susurra al oído que esta es la hora. Oliéndole todo el cuello, él la arrastra hasta que se pierden entre la oscuridad y la neblina. No hay ningún sonido que vuelva a salir de su boca.

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— ¿Es aquí? —Manuel musitó. Por la ventana se expandía la casona alta que uno podía divisar desde el camino mal pavimentado que llevaba directo a la estancia.

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Where stories live. Discover now