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A Primera Vista / Parte Tres | Sabala

A/N: La tercera parte de la historia de Paulo Dybala y Ángelo Sagal :) Ambientada después del amistoso entre Chile y Argentina sucedido hace un mes. Esto no se detiene señores!

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La hueá que sentía en el pecho, que me apretaba como no había sentido nunca antes de un partido por la Roja, no era nada por tener que enfrentar a Argentina o por soportar la presión de los culiaos que están pegados a la tele esperando que me equivoque en un pase para hacerme pebre. Esa hueá la caché al toque, apenas salimos al túnel y nos formamos. No estaba nervioso por jugar, estaba nervioso por mirar a Dybala a la cara de nuevo.

Puta, me hice el hueón no más. Conversé con el Edu en la fila y traté de soltar los nervios, pero no me aguantaba las ganas de mirar para atrás a ver si Paulito ya venía caminando. Habían pasado casi dos meses desde la última vez que nos vimos y a pesar de que le psicopatié harto el Instagram, no me atreví a mandarle un mensaje ni a seguirlo ni a ponerle like a sus fotos ni a ni una hueá. Conté los días que faltaban para el amistoso con Argentina y esperé no más que el profe me llamara. Pasaron al final las dos cosas y puta, varias veces me imaginé cómo iba a ser el reencuentro con Dybala. Pensé si acaso nos íbamos a reír cuando nos viéramos o si volvería a provocarme como ese día donde nos conocimos, pero nada de eso pasó.

En el túnel no me pescó ni en bajada y cuando salimos a cantar el himno ni siquiera me miró y eso que estábamos bien cerca. Estaba más nervioso que la cresta cuando nos saludamos, pero Paulito con cuea me dio la mano. No me sonrió, no me dijo ni una hueá. Se fue como si no nos conociéramos, como si nunca hubiéramos tirado en el camarín de Argentina. Y yo sensible no soy, pero puta que me dio lata esa hueá.

No sé si eso fue lo que me hizo dar jugo en el partido o si eran los nervios medios maricones. O en verdad no sé si acaso hay alguna hueá truculenta que me persigue desde que mi chutazo pegó en el palo en la final de la Confederaciones, pero puta la hueá, no hay caso. No di una. Me fui más bajoneado que la cresta cuando el profe me sacó en el segundo tiempo. No me quería ir, quería tratar de hacer algo más porque el profe sigue dándome oportunidad tras oportunidad y yo lo único que hago es desperdiciarlas. Culpé a Dybala por esa hueá ahora y quise mirar para atrás para verlo cuando salía de la cancha, para que supiera la hueá que había logrado el culiao.

En la banca los chiquillos me saludaron. Me dieron ánimos, pero yo no quería ni una hueá. Es penca cuando te sacan así y más cuando quedai con la sensación culiá de que pudiste haber hecho las hueás mejor y que no si hubiera sido distinto, entonces otro gallo cantaría. Yo había esperado dos meses por esta hueá y la hueá que me carcome el cerebro es que no había esperado dos meses para jugar por La Roja y mojar la camiseta, había esperado todo este tiempo por verlo a él.

Y Dybala, maricón como él solo. Se hizo el hueón hasta que terminó el partido. Me levanté a ver a los cabros, saludé a algunos argentinos y me quise devolver rápido. Qué partido ingrato por la chucha. Qué día de mierda. El Edu me puso el brazo en los hombros y nos fuimos con el Charles a los camarines quejándonos de estos culiaos. Y yo me iba más enervado que la mierda, hasta que me di vuelta porque escuché que me llamaban.

— ¡Ángelo!

Conchetumadre.

De más que el Edu y el Charles me miraron más raro que la mierda, pero puta, esa hueá me sorprendió caleta.

Paulito me estaba mirando con los labios abiertos. Pelito mojado, camiseta al hombro, sudado de pies a cabeza y yo estoy seguro de que esta hueá debe haberse visto más maricona que la cresta, pero poco pude hacer, si los 2 meses que nos tomó llegar a este partido yo estuve esperando esto. ¿Qué se supone que tenía que contestar a algo así? "Buena, Paulito, ¿repetimos en el baño?" No, po. ¿De dónde podríamos conocernos? Nunca hemos estado en el mismo club. ¡De ningún lado! Todo eso se me pasó por la cabeza antes de soltar un digno: