Si le contesto al diablo (1/1) | No me engañas otra vez AU

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Notas:  Después de largos 8 años, el segundo capítulo de la serie "También a vosotros, almas grandes, os susurra él al oído sus siniestras mentiras", cuyo primer capítulo es "No me engañas otra vez."

Ad Ovo.

La canción que aparece arriba fue muy importante en el proceso de escritura de esta historia. Es "Sueños" de Manuel García, sería genial si la escuchen. 

Advertencias: Temas MUY sensibles que tienen que ver con abuso de menores y torturas.

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Amar es destruir. Ser amado es ser destruido.


Bernardita tenía siete años cuando sus padres y su hermano la vieron por última vez. Tenía los ojos negros como cielo de noche y el cabello más rubio que los primeros inmigrantes alemanes de los que era descendiente, la piel lánguida y blancucha acababan de coronar un rostro que se mantenía encantador y angelical, con una paz incomprensible para los horrorosos días que las evidencias señalaban que debió haber vivido.

Su padre, Ricardo Fehlandt, le cerró los ojos en medio de una de las frías habitaciones del Servicio Médico Legal, alrededor de todos los policías de la PDI y con plena conciencia de que el cuerpo de su hija sería fotografiado y esas imágenes llevadas cuanto antes al cuartel para las investigaciones del caso. El solo pensamiento de las máquinas estofes que tocarían el cuerpo de Bernardita le hizo casi echarse a llorar de rodillas ahí mismo. Manuel lo supo en cuanto sus miradas se encontraron, un incómodo contacto que él hubiera esperado que durara menos de lo que finalmente duró.

— ¿Usted cree que esto pueda ser...?

— Están como de moda últimamente.

Si había algo que Manuel sabía que a Catalina le había sorprendido siempre de su carácter, era la insensibilidad y la apatía que no intentaba ocultar ni por más que las víctimas fueran niñas que de culpa no tenían nada. Catalina no llevaba mucho tiempo como secretaria del cuartel de la PDI en el que él trabajaba como detective, pero durante las semanas que se había desempeñado llevando documentos y tazas de café caliente a sus jefes, Manuel había llamado su atención porque siempre parecía completamente desconectado de la vida terrenal que llevaban todos en la institución. Con frecuencia lucía como en un mundo aparte y eran incontables las veces en las que los detalles de los escalofriantes crímenes de los que eran testigos cada día no parecían afectarle ni un poco. Tenía esa incapacidad para ponerse en el lugar de los demás, pero, a cambio, era súbitamente inteligente, astuto y perspicaz. Podía pensar como el asesino al que buscaban porque se anticipaba a los hechos como si él mismo los fuera a cometer. Para ella, Manuel González era una especie de psicópata que disfrutaba de plena libertad entre quienes deberían ponerlo tras las rejas porque sin él no serían nada. Era una combinación peligrosa que, sin embargo, la PDI estaba dispuesta a tratar, a cambio de una racha de crímenes resueltos que sol iba en alza.

— Tenemos que hallar el patrón por completo, saber si los elige por una razón. Pero como han ido las cosas, no me sorprendería enterarme que en unas semanas encontremos a otro niño muerto, con características similares a los otros —dijo el Prefecto, sentándose en la silla de cuero que rodeaban una mujer y otros cinco muchachos. El Prefecto era un hombre lastimado por los años y magullado por los recuerdos y eso se notaba en su mirada, extenuada y triste, que recorría con melancolía y pesar las paredes pintadas de marrón avellana. Usaba trajes que le hacían verse más grande, como intentando restaurar la antigua imponencia de sus años mozos, y zapatos de tacos lustrados diariamente. Todos sabían allá que desde que su esposa había muerto, el Prefecto se había convertido en un hombre solitario, callado, y pesaroso, perfiles dolorosos que trataba obviar involucrándose profundamente en los casos que la Brigada de Homicidios presentaba a diario.

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Where stories live. Discover now