Trece (1/1 - ArgPe/Background ArgChi)

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A/N: Esto podría considerarse una secuela de mi historia Diez (que pueden encontrar como una novela independiente en mi perfil).

Uno

Donde viven es una habitación chica, que es lo único que Martín puede pagar con su sueldo. Por el día, lleva a Benjamín a un jardín y de ahí sale tarde, cuando él puede ir a buscarlo después del trabajo. Esa es la rutina, esa es la manera en que las cosas suceden después de que Manuel desapareciera del mundo para siempre.

En la habitación hay una cama y una cocina chicas, un par de sillas y una mesa. El baño está afuera y lo comparten con el resto de las personas que también tienen una pieza. Por las noches, Martín baña a Benjamín y luego lo arropa y se acuestan los dos en la cama y Benjamín se despide de su papá y de su otro papá, que está en el cielo. O así le cuenta Martín, cuando él pide una historia para dormir.

Al día siguiente, se levantan temprano y Martín se cuelga la mochilita del niño en la espalda. Hace frío, pero si por un momento Martín decidiera cuidar a su hijo del hielo de la mañana, ¿quién vería por él más tarde? Cuando llegan, los recibe el tío Miguel y Martín le dice que es probable que pase a buscar a Benjamín como a las siete. Miguel le dice todas esas veces que él puede quedarse con el niño hasta que regrese.

Dos

Martín trabaja ayudando a un panadero en un almacén cerca de la casa. Consiguió el trabajo porque su papá es amigo del dueño y le contó la historia de este pobre alfa, que recién había terminado el colegio, pero que no tenía plata para ponerse a estudiar y que ya no podía, de todos modos, porque llevaba un hijo a cuestas, ¿y su omega? ¿Dónde está su omega? Preguntó el dueño de la panadería. El papá de Martín dio el toque final a un cuento tristísimo: se le fue en el parto.

Así que ahí todos miraban a Martín con dos miradas: con pena, con lástima, porque una vinculación es para toda la vida y que se muera la otra mitad es el dolor más profundo del mundo. Pero también le reprueban la situación, le dicen que escogió un mal omega, porque un omega que no puede soportar un hijo no es uno que siquiera pueda ser considerado como tal.

Martín no más los escucha, niega con la cabeza y se dedica a estirar la masa. Porque aunque todos ellos hablen tanto y le aconsejen con tantas frases de cortesía y opiniones crueles, cuando Martín llega al jardín y ve a Benjamín esperándolo sentado en la pequeña silla de la salita (con esa cara, con ese pelo, con esa nariz, con esos ojos grandes iguales a Manuel) todo eso se vuelve humo y entiende por fin que Manuel no está pero que está Benjamín y que es algo así como tener a Manuel.

Pero él no puede evitar que abrazar a Benjamín se sienta como abrazar lo perdido y que lo perdido tiene razón entre sus manos.

Tres

Miguel es un omega, es educador de párvulo, tiene veintiún años y acaba de salir del instituto. Encontró trabajo en ese jardincito del Estado, adora a los niños y a Benjamín le ha tomado un cariñito especial. Es que a él le da una tristeza enorme ver a este chiquitito que tiene un papá no más porque su otro papá se murió. Para el día de la familia, todos los niños llevan a dos papás o a dos mamás o a una mamá y un papá pero Benjamín solo lleva a su papá, que es un alfa, más encima. Miguel lo toma en brazos y lo mece de aquí para allá. Le dice que tiene un papá muy bueno (porque ¡qué raro es ver que un alfa cuide de su hijo como lo haría un omega!).

Martín siempre llega cansado y apenas le habla unas palabras, pero siempre le agradece mucho el que cuide tan bien de Benjamín, el que lo cuide incluso cuando se acaban las horas oficiales. A veces se quedan conversando veinte minutos. Pero Miguel quisiera que, ojalá, Martín se diera cuenta de él un poco más, aunque él es incapaz de aprovecharse del cariño que Benjamín siente por él para alcanzar la atención de Martín.

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora