Doble Tributación (1/1)

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- ¿Y si te beso?

Martín sonríe cómplice, y cierra los ojos. Los labios del chileno se mueven desde su boca hasta su cuello, luego se detiene y se da el tiempo de desabotonarle la camisa negra hasta que cae por sus hombros. La piel de Argentina se estremece con el repentino contraste de temperatura y lo único que hace es pegar un suspiro, pero no le dice nada, quiere seguir manteniendo el mismo aire incógnito. Sólo para fastidiar a Manuel.


Chile deja que su boca se abra y estimula los pezones rosados de su vecino, luego sus hombros, y pasa las palmas por el pecho firme y bronceado.

- ¿No? ¿Martín?


Por respuesta oye un ronroneo, que le hace creer a Chile que su amante de medianoche es similar a los gatos, igual que su mirada, esos ojos resurgen en la oscuridad, fríos y solitarios, maliciosos, algo Martín desea ganar, porque le tiene de rodillas y Manuel siente que sus manos están atadas, tan incapaz de siquiera hacerle cambiar de opinión.

- Tenés tu tiempo.


Frunce el ceño. Eso no es lo que el chileno desea escuchar.

- ¿Y si... si te pruebo?


- No es un sacrificio para vos.

Las manos de Manuel se van hasta el pantalón de Argentina, directamente al broche y el cierre. Quita el botón del ojal, silenciosamente baja la cremallera y se encuentra con algo que le es tan familiar y conocido. Traga saliva, casi nervioso sin sentido; no debería.

- Sabí que sí...


Martín por fin se digna y suelta una risita burlona. Manuel levanta los ojos y parpadea sorprendido y enojado.

- ¿Qué? ¿De qué te reí?


- De que parece que no te gustara, Manu. Si lo hacés todo el tiempo, te gusta. No podés decir que no.


- Para de decir esa wea, weón, te juro que si lo repetí de nuevo me voy de esta mierda.


- No te conviene –advierte Martín.-


- A ti tampoco te conviene.


Se quedan en silencio los dos. Manuel traga saliva y eso es lo único que rompe el ambiente tenso. Se lame los labios delicadamente y se preocupada de hacer que su argentino cierre los ojos y la boca y marcar con la lengua cada rincón recorrido para que Martín alcance el cielo. Y él mismo se siente tan humillado, porque los gemidos que resuenan en la habitación le hacen perder la consciencia de que hace esto solo por el bien de su país; le hacen imaginar que la voz de Argentina es la de un gitano cantor sentado en alguna esquina y aunque desee decirle que suena vulgar, no puede.


Porque sabe que Martín siempre será para él la elegancia de una noche en Bariloche, o de un baile silencioso en una habitación oscura, en donde nadie los interrumpe y están así, como ahora, todavía encadenados pero luchando por desatarse. Porque sabe que Argentina tiene razón, y eso duele tanto, tanto dentro.


¿Y qué más puede hacer? Ha decidido convencer a Martín con lo que sabe que no puede rechazar. Y con lo que está seguro que ambos van a disfrutar.


- No, Manu...


- Martu –murmura suavemente. Se pone de pie solo para bajarse los pantalones y la ropa interior, se los quita y los deja tirados en cualquier lugar del cuarto, eso no importa ahora. 


Argentina sonríe de manera felina y solamente recibe el cuerpo delgado de su vecino cuando Manuel abre las piernas y se sienta sobre él, rodeándole el cuello y dejando que Martín le acomode para que forme parte de su propio cuerpo, de su piel; porque quiere ser el instrumento y permitir que el argentino sea el músico que alcance cada una de sus cuerdas nerviosas, para hacerlo llegar hasta un lugar que no recuerda desde hace mucho.


- Eh, chilenito –oye que le dicen de pronto. Manuel parpadea y tiene frente a él los ojos verdes oscuros por la lujuria. Martín le muerde el labio, le quita un gemido necesitado. Quiere que le posea ahora y rápido- Ya sabés, te quedan seis meses... Andá a ver vos cómo me convences.


No puede hacer más que romper su voz cuando parece que la Cordillera de Los Andes ha caído y no existe ninguna barrera en absoluto entre ellos. Le duele, pero no dice nada, sólo cierra los ojos y se deja ir entre los movimientos de Argentina; Es lamentable, pero sabe que ya no trabaja mejilla a mejilla con su vecino y que ahora está haciendo lo posible por evitar que sus relaciones caigan en un pozo del que probablemente no salgan por un buen tiempo. 


Manuel entiende, sin embargo no puede comprender cómo es que Martín lo ha olvidado. Entonces tiene que volver a convencerlo de que se necesitan dos para bailar este tango.

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A/N: Este fic es como del 2012, uno de los primeros que escribí también.

La doble tributación era un tratado entre Argentina y Chile que por esos tiempos, se había roto. Y bueno, yo lo vi en las noticias y lo encontré perfecto para escribir algo!

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora