Sweet Things (1/1)

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- Las niñitas estaban felices, qué bueno que Carlitos va a estar ahí para que no se sientan tan solas...

- Ellas van a estar bien -dijo Martín, y sus manos se escabulleron por debajo del sweater negro de cuello alto que su omega llevaba encima- y nosotros estaremos mejor.

- Mmm, ¿ah, sí? ¿Esperai que tus niños se vayan al colegio y entonces sacai las garras?

- ¿Qué clase de seducción es esa?

- No tengo idea, pero vamos.

De ahí hasta la habitación que compartían, los peldaños de la escalera se les perdieron entre besos y caricias que no se habían dado desde hace un tiempo largo. Tres niños habían reducido con consideración su vida íntima y de pronto los buenos años de la adolescencia se les habían desvanecido entre los llantos de Carlitos y la universidad y hacer encajar su nueva vida de papás con este mundo raro del que ni siquiera habían sacado provecho. Después habían llegado las niñitas, ricas y amorosas, y los habían cautivado, y estaban felices, pero, no habían olvidado cómo se sentía la piel desnuda del otro incluso dentro de la locura desatada del celo o acurrucados luego de amarse. Ahora veían la oportunidad justa, las poquitas horas que los niños gastaban en su primer día de colegio.

La puerta del cuarto estaba entreabierta y Martín ayudó con un puntapié. Manuel cayo a la cama y Martin se le subió encima como si estuviese hambriento. Se besaron profundamente, desparramando la ropa de cama e intentando quitarse la suya a trompicones. El chaleco de Manuel se deslizó por la cama y Martín se quitó los zapatos con los pies. Era como un juego, cómo sus piernas cubiertas se enredaban y cómo se tocaban los cuerpos, ansiosos, Manuel bajó el cierre del sweater gris de Martín y pasó sus manos frías por la camisa delgadita que llevaban encima.

Martín dejó salir un suspiro cuando sintió cómo las manos de Manuel le quitaban el sweater y luego, juguetonas, desabrochaban cada uno de los botones de su camisa. Cuando su cuello quedó libre y su pecho al descubierto (su camisa beige había quedado olvidada sobre la bajada de cama) notó que los labios de Manuel se deslizaban, lentos y suaves, por su piel sin ropa. Era amoroso, dulce, no había ninguna necesidad de abusar de la fuerza o de la pasión cuando no existía otra razón necesaria por la que tener sexo. Siempre hacían el amor pero Martín supo que esta ocasión era diferente. Hace mucho que no estaban juntos. Pensó en eso mientras miraba a Manuel, debajo de él, deshacerse de su polera cómo podía y lanzarla al piso.

Manuel estaba acariciando sus piernas ahora descubiertas. Cuando levantó el rostro y dejó de besarlo fue que lo notó. En la repisa había una lamparita y un par de chucherías pero lo que le llamó la atención (más que nunca antes) fueron las fotos enmarcadas de sus hijos, ahí, empinándose y viéndolos a través del vidrio con una sonrisa pequeña. Había tres cuadros en esa mesita: uno donde aparecían las dos niñitas juntas, otro con Carlos en su cuarto cumpleaños y uno en el que estaban los tres chicos. Martín sonrió tontamente y sus manos pararon de tocar la cintura de Manuel.

Él se dio cuenta.

- ¿Qué pasa? –preguntó, pestañeando.

Martín lo miró por un rato, pero no dijo nada. Se levantó e hizo que Manuel le hiciera un espacio en la cama, él no lo entendió por un rato.

- ¿Qué pasó? –volvió a cuestionar.

Martín tomó el cuadro con la foto de las niñitas.

- ¡Su primer día de colegio! ¡Ya tienen cinco años! Parece que fue ayer no más que las vi por primera vez...

Manuel se acomodó, sentándose sobre las sábanas revueltas. Se cruzó de piernas y admiró junto a su marido las caras de sus hijas.

- La Emma es realmente igual a ti... en verdad las dos se parecen mucho a ti –comentó, contento- ¿Y notaste lo contestas que estaban yendo al colegio?

- Sí –rio Martín- Agus dijo que me iba a traer un dibujo, porque le pedí que se acordara de todo lo que le pasara en la escuela... ¡es tan linda!

- ¡Están tan lindas! ¡Están tan grandes! ¡Y Carlitos está igual!

- Como un buen hermano mayor, cuidando a sus hermanitas...

- Le dije que las cuidara mucho, sé que lo va a hacer.

- ¡Es un campeón! –Martín tomó la foto de su hijo y se la quedó admirando por un rato- Es mi campeón.

- Nuestro campeón –corrigió Manuel-

- ¿Sabes qué? ¡Apenas se han ido unas horas y ya los extraño mucho!

- Yo también... ¿y si vamos a buscarlos temprano al colegio?

- ¿El primer día?

- ¿Mmm...? –Manuel sugirió, mirándolo con esos ojitos grandes que eran iguales a los de Carlitos.

Martín pensó unos momentos.

- Tenés razón. Vamos.

Emma y Agustina se miraron la una a la otra cuando la profesora recibió el papelito y las llamó en voz alta. Guarden sus cosas y vayan a la inspectoría, les dijo. Las niñas no preguntaron nada y aunque sus compañeritos se les quedaron viendo, asintieron de todas maneras, guardaron sus cuadernos en sus mochilas (que tenían el mismo modelo y solo se diferenciaban en el color) y se las pusieron en las espaldas y salieron de la sala y cuando estuvieron afuera apuraron hasta la inspectoría rozándose los hombros.

La inspectora las estaba esperando allá al lado de Carlitos, que se acercó a ellas al instante.

- Ya niños, sus papás los están esperando, ¡vayan, vayan!

Martín tenía los brazos abiertos esperando a sus niñitas, que se abalanzaron sobre él. Manuel vino a acurrucar a Carlitos en sus piernas.

- ¿Cómo les fue? –preguntó Martín de inmediato.

- ¡Bien! ¡Te hice un dibujo, papá! –contesto contenta Agustina. Martín les tomó las mochilitas y se las llevó en los brazos.

- ¡Apuesto a que es el dibujo más bonito!

- ¡Yo también dibujé algo! –saltó Emma, tomando la mano de Martín.

- ¡Quiero ver los dos!

Se encaminaron hasta el auto, los cinco juntos, comentando de las horitas en clase, de cómo eran sus compañeros, si ya tenían amiguitos. Los niños se fueron en los asientos de atrás y cuando Manuel se subió para manejar, Martín preguntó para todos.

- ¿Vamos al Mc'Donalds?

Carlitos, Emma y Agustina se miraron unos a otros. Manuel sonrió cómplice.

- ¡Ya!

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora