Un Asunto Familiar (1/1)

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Martín se dijo que este fin de semana sería diferente. En verdad tendría tiempo de calidad con sus niños. No saldrían a lugares novedosos ni los sacaría a tomar helados, podían tomar el helado en la casa. Él solo quería un fin de semana familiar, con los niños todo el día, juguetear y ver televisión, ir a la plaza, quedarse mirando películas hasta tarde, comer palomitas y dormir los tres juntos. No dormían los tres juntos desde que eran cuatro los que solían compartir la cama y, después de todo, ¿hace cuánto no los veía ni podía abrazarlos? El viaje de Manuel se los quitó por un par de semanas, tiempo que le había mostrado cuán poco sentido tenía su vida sin sus nenes al lado. Podrían mirar Los Simpsons, que a Emma le gustaban tanto.

Ese día, Martín puso la pizza sobre la mesa y la Emmita puso su plato primero. El alfa sonrió juguetonamente y recogió con la pequeña espátula uno de los trozos de pizza que ya estaban cortados. En verdad, a Martín no le gustaban mucho estas pizzas que uno pide y llegan no más, él hubiese preferido hacer una por su cuenta pero ¡se habían pasado la tarde viendo la tele y la hora de almuerzo la habían olvidado! Eran como las tres y media y los niños estaban acostumbrados a comer a las dos (esa era la hora en la que comían cuando Martín vivía con su omega y con sus niños).

Cuando Martín dejó el trozo de pizza en el plato blanco de su hija, oyó que el timbre sonaba. Carlos lo miró con el ceño fruncido y él le devolvió la expresión. No recordaba haber llamado a nadie.

- ¿Invitaste a alguien? –preguntó la Emma, a punto de sacarle un bocado a la pizza.

- No... ¿quién podrá ser?

Martín se puso de pie y se acercó a la puerta. Afuera, Daniel estaba esperándolo y le dio un beso amoroso en cuanto lo miró. Martín no pudo respondérselo y se quedó bien quieto debajo del umbral.

- ¿Qué estás haciendo acá? –le preguntó con ojos abiertísimos.

- Vine a almorzar con vos, ¿algún problema? –respondió el omega.

- Están mis hijos.

- Oh. No lo sabía, dijiste que este fin de semana no venían.

- Ya sé, pero hubo un cambio de planes.

- Papá, ¿quién es?

- Uhm, pasa.

- ¡Hola!

Los niños se voltearon al oír la voz del hombre desconocido. La Emma frunció el ceño porque, ¿quién era ese hombre, que parecía sostenerse tanto sobre el hombro de su papá? Carlos, por su lado, le sonrió con discreción. Sentate, sentate, rápidamente acuñó Martín y cuando Daniel lo hizo, al lado de la Emma, que lo miró desconfiada, Martín le acomodó la silla.

- ¿Quién eres?

- ¡Ah! Vos debes ser Emma, la hijita menor de Martín, ¿no? Sos muy linda. Tu papá habla todo el tiempo de vos y también de vos, ¿Carlos, verdad?

- Sí, Carlos –respondió el niño.

- Yo me llamo Daniel, ahora nos vamos a ver más seguido.

- ¿Por qué? –preguntó la Emma.

- Porque yo soy el novio de su papá y vengo a verlo muchos días.

- ¡Daniel! –Martín no pudo detener las palabras que salieron de la boca de este omega y tuvo que soportar las miradas acusadoras y demandantes de sus hijos. Carlos y la Emma le veían con las cejas fruncidas y los labios apretados (bien graciosas se veían su pequeñas caritas) y él no sabía bien cómo explicarles aquello que Daniel había dejado salir con tanta simpleza.

- ¿No les has dicho nada? –susurró Daniel, dejando con lentitud la rebanada de pizza que había tomado desde la cajita.

- ¿Él es tu pololo?

Con el Correr del Tiempo || ArgChi || [Múltiples Universos]Where stories live. Discover now